Las mujeres construyen mejor la paz
La presencia femenina en los procesos de diálogo dan mejores y más duraderos resultados, según un estudio
Los procesos de paz con mujeres implicadas funcionan mejor. Cuando participan hay un 64% menos de probabilidades de que los tratados fallen; tienen un 35% más de posibilidades de que duren al menos 15 años; las partes son más propensas a negociar y los acuerdos son más efectivos. A pesar de todas estas —y algunas otras— ventajas, la presencia femenina en estos diálogos en el mundo fue inferior al 10% entre 1990 y 2017, según un reciente estudio del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés).
Colombia, atendiendo a estas estadísticas, debe tener esperanzas para que la paz —que hace un año firmó el gobierno con las FARC— fructifique. Nigeria Rentería, “chocoana y negra” en sus propias palabras, fue una de las que se sentó en la mesa de negociaciones de La Habana que dio pie a este acuerdo. “Las mujeres tuvimos un verdadero papel. Hubo incluso víctimas sexuales de la guerra que fueron las primeras dispuestas a la paz. Pero es un trabajo que no podíamos hacer solas, para que fructificara tuvimos que implicar también a los hombres”, explica la líder comunitaria del departamento del Chocó, en el Pacífico colombiano.
Rentería fue una de las participantes de la mesa redonda Mujeres liderando el posconflicto que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) organizó el pasado martes 28 dentro de la Semana de la Seguridad Ciudadana que se está celebrando en Colombia. Ella formó parte del 33% de mujeres negociadoras del proceso de paz. Según el estudio de CFR, este porcentaje se queda en un 8% de media en el mundo, cifra que baja al 5% entre los signatarios del acuerdo y al 2% en los mediadores.
“La inclusión de las mujeres es una pieza transformadora en los procesos de paz, en la reconstrucción y en la transformación; son épocas que requieren de fuertes dosis de cooperación, algo que define el estilo de liderazgo femenino", aseguró Andrew Morrison, jefe de la división de Género y Diversidad del BID. A las ventajas antes citadas hay que sumar otras: las partes son más propensas a negociar un acuerdo cuando las mujeres ejercen una fuerte influencia en la negociación, las comisiones de implementación son más efectivas, es más probable que se mencionen problemáticas sociales, así como que los recursos se dirijan a los servicios críticos para la estabilidad a largo plazo, como escuelas y servicios de salud.
Cuando participan mujeres en los procesos de paz hay un 64% menos de probabilidad de que fallen y tienen un 35% más de posibilidades de que duren al menos 15 años
“Colombia aprendió de su propio proceso. En próximas dificultades la presencia de las mujeres debería ser mayor”, reclamó Rentería. Pero la participación femenina en el proceso colombiano no apareció porque sí, como recordó Margarita Muñoz, de ONU Mujeres: “Fue de menos a más. La primera mesa de negociaciones estuvo constituida fundamentalmente por varones, pero hubo una incidencia de los movimientos sociales y de la cooperación internacional que empezó a reivindicar la importancia de la presencia de las mujeres. Este proceso de paz es el que ha tenido mayores avances en este sentido. La sociedad colombiana tiene que sentirse orgullosa”.
En las negociaciones de La Habana se incluyó una subcomisión específica de género, algo inédito en los procesos de paz en el mundo. Gracias a ella se consiguió que el tratado incluyese medidas específicas como un acceso especial a las tierras por parte de las campesinas y la promoción de la autonomía económica femenina. Esto es algo que cobra especial importancia en territorios fuertemente machistas, como fueron los afectados por el conflicto armado que asoló durante más de medio siglo al país.
En una mesa redonda que habría sido, según Muñoz, “impensable hace unos años”, con una indígena y una afrodescendiente bajo la mirada atenta del vicepresidente de la República de Colombia, también había un hombre que incitó a los de su género a asumir esta responsabilidad. “Tan importante como tener mujeres en primera línea, es que los varones también hablen de cuestiones de género. Si sus voces se oyen más, es importante que traten el tema”, reivindicó Daniel de Torres, director de la división de Género y Seguridad para del Centro de Control Democrático de las Fuerzas Armadas (DCAF).
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