“Sin pastoreo, en estas tierras no habrá otra cosa”
Sadia Ahmed, de una ONG de apoyo a los pastores, destaca el papel que las mujeres de Somaliland están asumiendo en la adaptación a la falta de agua, de pastos, de educación o de oportunidades
Los pastores del Cuerno de África lo están pasando mal. La falta de agua está estropeando los pastos y diezmando a sus animales. Y por tanto dejándolos sin forma de subsistir. Ya hay quien sugiere que, en la nueva realidad climática, con sequías más frecuentes y prolongadas, el pastoreo no tiene futuro en esta zona del oriente africano que comparten países como Etiopía o Somalia. Saida Ahmed, en cambio, se rebela con vehemencia contra la sola sugerencia de abandonar una actividad milenaria: "El pastoreo es necesario", insiste una y otra vez. "En esas tierras no funcionará ninguna otra cosa", sentencia.
Ahmed, nacida en una familia de ganaderos la región autónoma de Somalilandia, al noroeste de Somalia, defiende que el problema no es que las precipitaciones sean escasas. "Es cierto que el clima cambia, y ahora las lluvias son erráticas, no llegan cuando solían hacerlo", admite. "Pero no nos faltan: el agua que cae es suficiente. El problema es que no la gestionamos bien, ni la conservamos".
“El agua que cae es suficiente. El problema es que no se gestiona bien”
La cuestión, según la representante en Somalia de Penha (una ONG inglesa destinada a reducir la pobreza de los pastores del Cuerno de África), no es climática, sino financiera. Hace falta, dice, invertir para salvar el sector, y salvar así las oportunidades de la región. "Es una actividad económica que funciona, que emplea a millones de personas y produce carnes, lácteos... Y además ocupan y mantienen las tierras que no interesan a nadie, ¿por qué descuidar algo que ya está ahí en lugar de potenciarlo?", se pregunta en voz alta. Somalia, por ejemplo, es el principal exportador de carne de ganado de la región y, según Ahmed, el país que menos invierte en el sector.
También hacen falta fondos, y políticas en muchos ámbitos, porque gestionar el agua no es el único problema. Están los seculares y habituales conflictos entre comunidades —agravados por la sequedad de los pastos—, el crecimiento de la población, el olvido por parte del Estado —"y las políticas equivocadas"—, la apropiación de las tierras tradicionales de pastoreo para industrias extractivas u otros fines...
“Aquí todos hablan de resiliencia por aquí y resiliencia por allá, pero luego no se hace nada”
"Hay muchos retos, pero hay que adaptarse. Y se puede", reitera. Por ejemplo, alimentando al ganado con forraje, en lugar de limitarlos a pastar. Esta mujer que borda los 60 se enciende en un inglés perfecto, pero que no ha perdido la cadencia de la tierra que le vio nacer. Ahmed ha venido a la sede de la FAO (agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura) en Roma para participar en el 44º Comité de Seguridad Alimentaria, y lamenta que no todos compartan su fe en el futuro del pastoreo. "Aquí todos hablan de resiliencia por aquí y resiliencia por allá, pero luego no se hace nada", se queja. "Hay que verlo como lo que es: un modo de vida para mucha gente, y preparar a esa gente para resistir una sequía, un robo, una enfermedad...".
Y no dejar que se pierda el gran tesoro de los conocimientos ancestrales. "Si no los recogemos ya, vamos a olvidar millones de años de aprendizaje sobre cómo mejorar un trabajo", previene. Habla de esos saberes transmitidos de forma casi innata, sobre cuándo deben aparearse los camellos, o las cabras; por qué no debe soltarse al macho si no ha llovido; qué importancia tiene la luna... O el propio calendario. "Los pastores de la región conocen los suelos, los árboles o las plantas de la zona como la palma de su mano, y saben cuidarlos a todos, ¿vamos a perder todo eso?", plantea, agitada. No por adoptar la tecnología, en forma de móviles o Internet —"que es muy útil para saber cómo están los mercados y los precios, dónde va a llover...", reconoce— hay que desatender ese acervo, mantiene.
Pero además de no olvidar, hace falta aprender. Ella, dice, tuvo la suerte de estudiar (mucho) —Química y Matemáticas en el sur de Somalia y Antropología en Londres (Reino Unido). Si en el campo solo hay escuelas primarias, y para hacer la secundaria los jóvenes deben ir a la ciudad, no volverán. "Y los programas deben adaptarse para enseñar cosas realmente útiles para labrarse un futuro en la zona". Los niños, y las niñas.
Ha habido un cambio de mentalidad: las mujeres están adoptando nuevos roles y han cambiado el escenario comercial
Este jueves, Ahmed participaba en una sesión sobre la importancia de las mujeres pastoras a la hora de afrontar todos esos retos. "Vemos a las mujeres adoptando nuevos roles, ahora que los hombres se ven empujados a buscar otras fuentes de ingreso", señalaba. "Además de cuidar de la familia y el hogar, u ocuparse de la leche o de los pequeños rumiantes, ahora negocian la compraventa del ganado, y cada vez hay más cooperativas y grupos de mujeres sacando a las familias adelante", afirma.
"Ha habido un cambio de mentalidad, se las ve gestionando el dinero... aunque todavía queda muchísimo por hacer". Ahmed cuenta que, con unos cursos de economía básica, en muchas comunidades y aldeas las féminas están cambiando radicalmente el escenario comercial. Y, ya hay varias representantes femeninas en los consejos locales. "Pero la mayoría de hombres es aún abrumadora. Todavía estamos rompiendo el hielo".
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra newsletter.
Pastores y... pastoras
Hay unos 500 millones de pastores en el mundo (200 millones dedicados al pastoreo móvil). Y son sociedades que tradicionalmente han estado dirigidas por hombres, como recordaba este jueves en a sede de la FAO en Roma (Italia) Gregorio Velasco, coordinador del Centro de Conocimiento Pastoril con el que la agencia trata de reunir a todos. Pero, ante los retos climáticos, demográficos y económicos de este modo de vida, ¿qué papel pueden jugar las mujeres?
María Teresa Álvarez, de Pastor Américas, pedía reconocimiento para las múltiples labores de cuidado y administración que realizan en el seno de estas comunidades y llamaba a evitar que "modelos machistas" alteraran el rol tradicional de la mujer.
Maty Ba Diao, de una organización contra la sequía en el Sahel, insistía en la necesidad de movilizar al género femenino más allá de su habitual actividad en el hogar o en la vertiente lechera. También lamentaba que, a veces, los hombres se aprovechen de proyectos de desarrollo destinados a dotar a las féminas de cierta independencia económica.
Y Ann Waters-Bayer, de una coalición europea en favor de los pastores de África oriental, recordaba la doble marginalización de estas mujeres: por ser tales, y por ser pastoras.
Por su parte Ana Regina Segura, de la agencia de cooperación española, recordó que en los proyectos de desarrollo de la Aecid con comunidades pastoriles —como en Malí, Níger o Mauritania— siempre se incluye un enfoque de género.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.