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Subir el IVA de la carne para proteger el planeta

Un organismo holandés propone aumentar el impuesto para que baje el consumo

Isabel Ferrer
Ganado en un campo de Países Bajos.
Ganado en un campo de Países Bajos. ROBIN UTRECHT/AFP

Patatas, carne y verdura conforman el sota, caballo y rey de la mesa holandesa. Las primeras son populares en todas sus variedades. Sin embargo, el elevado consumo cárnico (suma un 30% de la dieta) y lo contrario, la escasa presencia de vegetales en las comidas, se ha convertido en un problema nacional. Así lo cree el Instituto para la Salud y el Entorno (RIVM, en sus siglas neerlandesas), que ha aconsejado al Gobierno en un informe subir el IVA de la carne para reducir su compra. “El lugar de centrarse en el ahorro energético aplicado al sector agrícola, el Ejecutivo debería evitar el desperdicio de comida y favorecer una producción sostenible, con menos emisiones de CO2, además de combatir la obesidad”, señala el estudio, titulado ¿Qué hay en nuestro plato?

Nueve de cada 10 holandeses toma poca verdura y fruta, sustituida esta última muchas veces por lácteos. Si las autoridades mejoraran el etiquetado para facilitar una dieta sana, y también para indicar si el cultivo es sostenible, “habría menos problemas de peso y se reduciría el volumen de alimentos cuya producción daña el entorno, como los de origen animal”, según los investigadores. Aunque el RIVM subraya que la población (17 millones) está “sana en general, la mitad padece sobrepeso y un 13% tiene obesidad, sin olvidar que cada persona tira al año a la basura 47 kilos de comida”. El instituto científico aconseja no separar el binomio salud-entorno, pero tal vez las cifras agrícolas arrojen luz sobre los actuales hábitos alimentarios. Holanda es el segundo exportador mundial de frutas y verduras, después de Estados Unidos, y el primero de Europa. Y en 2016, el valor de estas ventas al exterior ascendió a 94.000 millones de euros. Obtenidos en su mayoría en invernaderos, los vegetales holandeses aparecen también en todos los comercios locales. “Pero el CO2 generado por la forma de comer del ciudadano medio equivale al del transporte, y además está expuesto a las ofertas y el afán de lucro de los productores”, dice el RIVM. Dos males, añade, que debe combatir una nueva política alimentaria del Gobierno.

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