¿Alarga la vida? ¿Predispone al sexo? Más picante, por favor
Razones para echar un par de guindillas en el cocido
Pimienta, cayena, mostaza de Dijon, chile, tabasco, jalapeños, pimientos de Padrón, páprika… Si usted es de emociones fuertes en la mesa, está de suerte e igual llega a viejo por este motivo. Por no hablar de que podría ser menos propenso al cáncer y a las enfermedades cardíacas y respiratorias. La prestigiosa revista británica de medicina British Medical Journal acaba de publicar un estudio con esta conclusión: las personas que toman comida picante casi a diario tienen un 14% más de posibilidades de vivir más años que aquellas que la ingieren menos de una vez a la semana.
La investigación incluyó a 487.375 personas de entre 30 y 79 años (excluyendo pacientes de cáncer y enfermedades del corazón) que habían pasado por China Kadoorie Biobank (una institución que estudia enfermedades genéticas de la población china) entre 2004 y 2008. En una media de 7,2 años de seguimiento hubo un total de 11.820 muertes entre los hombres y 8.404 entre las mujeres. Los que sobrevivieron habían tomado más comida picante y habían enfermado menos de cáncer y afecciones cardiorrespiratorias. La asociación de una mayor supervivencia con este tipo de alimentación se ajustó con otra serie de factores de riesgo potenciales y se descubrió que era aún mayor entre aquellos que no bebían alcohol.
Lo que nos hace más longevos es, en primer lugar, la genética, y, en segundo lugar, el medio ambiente. Un elemento como el picante puede colaborar, pero lo que importa es el conjunto" Javier Aranceta, nutricionista
Antes de que vaya usted corriendo a la cocina a ver qué le puede echar hoy a la cena para que le arda bastante la lengua, debe saber que hay disensión entre los científicos acerca de la conclusión del estudio. “Ellos dicen que alarga la vida por dos razones. Una es que esta sustancia tiene poder antioxidante y lo cierto es que podría ser una razón, porque una de las teorías del envejecimiento es la de los radicales libres que producen deterioro de estructuras. Y todo lo que sea la inhibición de los radicales libres es una manera de que el cuerpo esté menos agredido”, admite Javier Aranceta, presidente del comité científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria y profesor asociado de Nutrición Comunitaria en la Universidad de Navarra. “La otra razón se basa en la acción antiinflamatoria, y con todo ello formulan una hipótesis. Pero mi opinión es que siempre hay que contextualizar. Lo que nos hace ser más altos, más guapos y más longevos es, en primer lugar, la genética y, en segundo lugar, el medioambiente. Un elemento como el picante puede colaborar, pero al final lo que importa es la vida en su conjunto”, explica Aranceta.
Por su parte, el doctor Luis Miguel Luengo Pérez, de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital Universitario Infanta Cristina de Badajoz y vocal del comité gestor del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), matiza que con esta investigación no se extraen conclusiones de causalidad, sino que se plantea una hipótesis para seguir estudiando. Y hace una segunda puntualización: “La tasa de mortalidad es inferior en los grupos de consumo medio-bajo y medio-alto de picantes, pero superior en los grupos tanto de consumo muy alto como de muy bajo, por lo que, como mucho, podríamos decir que un consumo moderado de comida picante podría estar relacionado con una menor mortalidad”.
También para el sexo
Tradicionalmente, se ha relacionado la ingesta de comida picante con un aumento del deseo sexual. En realidad no se trata de que un plato de pimientos de Padrón predispongan al sexo. Un estudio publicado en Phisiology&Behavior constató que los hombres a los que gusta este tipo de alimentos tienen en su constitución más testosterona, una hormona que se relaciona con el mantenimiento del deseo sexual.
Sin embargo, en 2011 se hizo una revisión de todas las investigaciones hasta el momento, publicada en Food Research International, que concluyó que el jenjibre y el azafrán efectivamente despiertan el deseo sexual. Pero no precisó las cantidades más efectivas ni la frecuencia de consumo.
Mientras la ciencia sigue investigando si de verdad el picante nos permite vivir más, es importante saber que los chiles, las guindillas y demás alimentos que pican cuentan con un compuesto químico llamado capsaicina que, más allá de su hipotética capacidad para alargar la vida, se ha relacionado con múltiples efectos para la salud. Uno de ellos es que ayuda a adelgazar, según indica un estudio de la Universidad de Tecnología de China del Sur publicado por la revista Obesity Reviews.
Esa capsaicina, que es la responsable del picor en la boca, los sofocos, el calor y de que nos lloren los ojos y aumente la mucosidad, también hace que se aceleren el corazón y el metabolismo, de modo que la temperatura del cuerpo aumenta y se queman calorías más rápidamente, tirando de las reservas de grasa del cuerpo. Aunque, una investigación reciente, realizada por el Centro de Investigación de Plantas Medicinales de la Universidad de Ciencias Médicas de Shahrekord (Irán), ha revisado toda la literatura científica al respecto y no ha podido llegar a una conclusión en este sentido, por lo que aún se necesita más evidencia científica. El problema es que otros estudios sostienen justamente lo contrario, que la comida picante es un riesgo de obesidad, como dice un experimento que se hizo con adultos chinos varones y que ha publicado BMC Public Health.
A pesar de todas estas investigaciones, en el mercado hay cápsulas con capsaicina que se utilizan como tratamiento alternativo y se venden con la promesa de que aumentarán el metabolismo basal (la energía que el cuerpo quema por el mero hecho de estar vivo), pero el doctor Aranceta lo enmarca dentro de las “terapias milagro” y advierte: “Para aumentar el metabolismo basal habría casi que hacer explotar el estómago de picante”. Sí, es cierto que este picor estimula la secreción de jugos gástricos y ayuda a mejorar la digestión, pero poco más. “Por eso, cuando alguien se come un plato de alubias le ponen un par de guindillas”, apunta.
Los alimentos picantes pueden favorecer la aparición o agravar patologías digestivas como la úlcera péptica y la enfermedad por reflujo gastroesofágico Luis Miguel Luengo Pérez
¿Pero qué pasaría si echara 15 guindillas? Lo cierto es que, ingerida en grandes cantidades, la capsaicina también trae consigo consecuencias negativas. “Los alimentos picantes pueden favorecer la aparición o agravar patologías digestivas relacionadas con el balance de la mucosa protectora y la producción de ácido, como la úlcera péptica y la enfermedad por reflujo gastroesofágico, que, en fases avanzadas, puede evolucionar en un tipo particular de cáncer de esófago (adenocarcinoma por esófago de Barret), más frecuente en personas que consumen más picantes o alimentos más ácidos, como la población holandesa originaria de Surinam”, advierte Luengo Pérez. Y aunque pensar en tomar picante a diario nos trae a la mente la imagen de un aguerrido mexicano para quien el ardor en la lengua es poca cosa, un estudio realizado por el Departamento de Gastroenterología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán entre la población mexicana y publicado por el Nutrition Journal ha demostrado que el consumo frecuente de salsa picante está relacionado con la colitis ulcerosa.
Entonces, ¿hay algo claro en el ajetreado mundo del picante? Sí: que un vaso de agua no aliviará tanto el escozor como unos sorbos de leche, cuya caseína (fosfoproteína presente en la leche y sus derivados) inhibe la acción irritante de la capsaicina. Más cayena, por favor.
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