Salve un bosque desde la cola del supermercado
Los ciudadanos podemos hacer mucho más por frenar la deforestación. El asunto urge, pues estas son las consecuencias de un mundo sin árboles
Tome lápiz y papel, y, por unos instantes, active su visión espacial. Según el Informe Bosques Vivos elaborado por la organización internacional WWF, en 20 años (desde 2010 hasta 2030) podrían llegar a destruirse hasta 170 millones de hectáreas de bosque si se mantienen las actuales tendencias globales en materia de deforestación, especialmente en 11 lugares del planeta: Amazonia, el bosque Atlántico, el Gran Chaco y el Cerrado en América del Sur; el Chocó-Darién en América Central; el Congo Basin en África; la zona forestal tropical de Australia; el Gran Mekong en el sudeste asiático; y Borneo, Nueva Guinea y Sumatra.
Por si estos datos le resultan algo abstractos, le damos una pista más concreta. Imagínese que en solo 20 años desaparece un bosque similar a la superficie que ocupan España, Portugal, Alemania y Francia juntos. Estos datos se suman a los que ya ha proporcionado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) cuando anunció que en solo una década (desde 2000 a 2010) el planeta había perdido 13 millones de hectáreas de bosques al año. ¿Por qué ha ocurrido? ¿Por qué sigue sucediendo? ¿Y qué consecuencias tiene? ¿Hay solución? Los expertos nos lo explican en 10 claves.
1. Mucho más que un paisaje bello. Como indica Elena Domínguez, portavoz de los programas forestales de WWF España, los bosques son mucho más que un lugar de una belleza paisajística incalculable donde pasar las vacaciones. “Son fuente de recursos que empleamos en nuestra vida diaria: papel, madera, corcho, resinas, frutos, leña… Y la base de la economía, fundamentalmente en las zonas rurales. Evitan que se produzcan catástrofes como inundaciones y previenen procesos erosivos al sujetar el suelo con sus raíces. Además, regulan el ciclo del agua ya que filtran, purifican y recargan acuíferos. Y son una herramienta fundamental en la lucha contra el cambio climático”. Precisamente es la relación entre deforestación y el cambio climático lo que mantiene en alerta a las organizaciones ecologistas, gobiernos, la ONU, científicos y pueblos indígenas, y a las plataformas ciudadanas que tratan de salvar nuestro hábitat.
En 20 años (desde 2010 hasta 2030) podrían destruirse hasta 170 millones de hectáreas de bosque, equivalente a Francia, Portugal, Alemania y Francia juntos
2. A vueltas con el carbono. “Estas tasas de deforestación a las que se han llegado y los cambios del uso del suelo son responsables de, aproximadamente, la quinta parte de los gases de efecto invernadero (GHG) emitidos anualmente a la atmósfera”, detalla Miguel Ángel Soto, responsable del programa de bosques de Greenpeace España. Para entender la gravedad del asunto, debemos conocer de qué forma la tala masiva de árboles afecta a la biosfera. Por un lado, los ecosistemas forestales almacenan y fijan en su cobertura vegetal dióxido de carbono (el gas responsable del efecto invernadero), transformándolo en carbono y contribuyendo de esta forma a mitigar los efectos del cambio climático. Sin embargo, cuando un bosque es destruido, este CO2 se libera mediante la descomposición o la combustión de los residuos vegetales.
3. Aviones, trenes y coches juntos. Según la FAO, los bosques del planeta y sus suelos almacenan más de un billón de toneladas de carbono, el doble de la cantidad que flota libre en el aire; y su destrucción suelta a la atmósfera unos 6.000 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. Una comparación que ayuda a entender su magnitud: la destrucción de los bosques es responsable del 15% de las emisiones de GHG en el mundo, una cantidad mayor que la que producen todos los aviones, trenes y automóviles del mundo, según la organización The Nature Conservancy. Incluso, hay otro estudios que van más allá: el científico, Brent Sohngen, de la Universidad de Ohio (EE UU), confirmó que, en la década de los noventa, las emisiones de GHG provenientes de la deforestación en las zonas tropicales del planeta equivalieron al 25% del global de las emisiones de efecto invernadero producidas por el ser humano.
4. Polémico aceite de palma. Si el efecto es tan devastador para la humanidad, no se entiende muy bien por qué los destruimos. “Depende de la zona”, matiza Soto. “Por ejemplo, la tala industrial en la Amazonia, con frecuencia ilegal, es la antesala de la expansión de la frontera agrícola para el cultivo de soja y la ganadería destinada a producir carne y cuero. Y en el sureste asiático, la explotación ilegal y la corrupción en la industria forestal son el primer paso en el proceso de degradación forestal, bien sea para la exportación de madera tropical o producir papel. Una vez degradado, los planes de expansión agrícola se dirigen a sustituir el bosque por plantaciones de palma africana para elaborar aceite (cuestionado por su alto contenido en grasas saturadas) con destino a la alimentación, cosmética, detergentes y agrocombustibles; y, también, de acacias y eucaliptos para generar pasta de papel”.
En España, las grandes formaciones boscosas de las mesetas y de los fértiles valles fluviales interiores prácticamente también han desaparecido por las actividades agrarias”, según WWF
5. El caso español. ¿Y cuál es la situación en España? Desde Greenpeace se asegura que, como en gran parte del mundo occidental, la superficie forestal se mantiene. Pero advierte: “Debido al desmedido crecimiento urbanístico, ha disminuido la superficie forestal en zonas de alta densidad de población, zonas periurbanas y en los primeros 500 metros de costa, y por las infraestructuras (autovías, AVE, embalses…), incendios, etcétera”. Hay más. Desde WWF España, puntualizan: “Las grandes formaciones boscosas de las mesetas y de los fértiles valles fluviales interiores prácticamente también han desaparecido por las actividades agrarias”.
6. Difundir mensaje: Sahtouris y Ereira. Afortunadamente, muchos llevan años llamando la atención sobre sus consecuencias. Por ejemplo, la bióloga Elisabet Sahtouris, con sus libros (Gaia’s Dance: The Story of Earth & Us, y Earthdance), y el historiador de la BBC, Alan Ereira, a través de sus dos documentales, Desde el corazón del mundo: El mensaje de los Hermanos Mayores y Aluna, sobre los indígenas Kogui de Colombia. Ambos nos dicen que si queremos salvar el planeta Tierra tenemos que aprender a convivir y empatizar con sus necesidades, cooperar a favor de su bienestar (que es el nuestro) y a organizar la sociedad manteniendo el orden natural como hacían las antiguas civilizaciones.
7. Consumimos un planeta y medio. Porque una cosa está clara, y es que usamos más de lo que tenemos. “Actualmente consumimos recursos equivalentes a 1,5 planetas y si seguimos con el modelo actual de producción y consumo necesitaremos dos para 2030. Si observamos los factores que causan la pérdida de bosques, podemos deducir fácilmente que todos están relacionados con satisfacer las demandas de una población creciente”, opina Elena Domínguez de WWF España. Pero, ¿podemos producir suficiente comida, energía y materias primas sin destruir los bosques?, se pregunta retóricamente. “La respuesta es sí, aunque como todos los problemas complejos, la solución no es única. Todos tenemos un papel que desempeñar: gobiernos, empresas, el sector financiero y consumidores. Lo que se necesita es voluntad y compromiso para alcanzar el objetivo”. La FAO editó en 2014 un informe sobre el estado de los bosques en el mundo en el que se recogen los beneficios socioeconómicos que aportan, y las directrices para mantenerlos intactos llevando a la práctica una gestión forestal sostenible.
8. Éxitos en la Amazonia. Según Miguel Ángel Soto, no hablamos de una utopía. “Además de la adopción de compromisos legislativos nacionales e internacionales, la presión en los mercados sobre ciertas materias primas (madera, papel, soja, carne, cuero, aceite de palma…) ha sido fundamental en los últimos años para promover cambios de consumo en empresas y consumidores. Está el caso de la Amazonia, donde la presión ha logrado acuerdos exitosos, como la moratoria de soja, en 2006, y el acuerdo con el sector ganadero, Cattle Agreement, en 2009, que comprometen a empresas y asociaciones a no adquirir soja o ganado procedente de áreas recientemente reforestadas. Y los resultados ya se han empezado a ver”. A pesar de que sigue siendo un punto caliente, la tasa de deforestación en la Amazonia brasileña “ha decrecido anualmente desde 2004”, según el activista de Greenpeace.
Con pequeños gestos, como consumir menos papel, menos alimentos procesados y más productos locales, ayudamos a salvaguardar el planeta
9. Pequeños gestos: usar menos papel. Estos son casi obligatorios, como ha demostrado la IE Business School. “Si como institución académica queremos reducir el consumo de papel y por tanto reducir la tala de árboles, podemos hacer cosas como utilizar tecnología en lugar de papel (ordenadores, tabletas) y, además, decidimos cobrar por la documentación en papel y entregar el dinero a iniciativas que ayuden a la reforestación”, cuenta Joaquín Garralda, vicedecano de Ordenación Académica de la IE, una de las empresas en España que colaboran con el proyecto de WWF, 100 Empresas por los Bosques. Solo en 2014, IE donó 18.000 euros que sirvieron para reforestar miles de hectáreas en Doñana y paliar, de alguna forma, el consumo excesivo de papel.
10. La solución. Y usted, que no se dedica a talar árboles, ni a vender madera, ni a cultivar soja, ni a cebar terneros, ¿qué puede hacer para salvaguardar el planeta? La consigna es consumir menos y mejor, destaca Domínguez. “Desgraciadamente el modelo de producción y consumo de recursos hace que ninguno de nosotros esté libre de culpa, ya que las materias primas vinculadas a la deforestación se encuentran en el 50% de los productos envasados en los supermercados”, afirma. Y nos deja unos consejos que ayudan: comer menos carne y menos alimentos procesados, consumir más vegetales y comprar productos con certificados de producción ecológica. Recomendaciones que giran en torno a la idea del proyecto europeo Live Well, financiado por la UE, con el que se fomenta llevar una dieta basada en alimentos cuya producción implique un mínimo impacto medioambiental. Soto añade otras: “Reducir el consumo, comprar solo aquello que es necesario; priorizar los productos de origen local, ecológicos y de comercio justo, y si hay que usar papel, elegir uno reciclado y procesado sin cloro”. WWF recuerda que el papel, el cartón o el aceite de palma (presente en infinidad de productos, y no solo comestibles) son algunas de las materias primas que encontramos en el súper vinculadas a la deforestación.
Siga leyendo para una vida buena…
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Greenpeace
- Bosques
- Ecología
- FAO
- Deforestación
- Amazonas
- Efecto invernadero
- Reservas naturales
- Organizaciones medioambientales
- Calentamiento global
- Salud pública
- Cambio climático
- Espacios naturales
- ONU
- Sudamérica
- Política sanitaria
- Agricultura
- Protección ambiental
- Problemas ambientales
- América
- Sanidad
- Organizaciones internacionales
- Agroalimentación
- Alimentación
- Salud
- BuenaVida Salud