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POLÍTICA CIENTÍFICA

España podría tener un 'supercentro' de ciencia por el precio de 50 kilómetros de AVE

Ninguna de las mayores instalaciones científicas de Europa está en España Los expertos creen que, además de financiación, falta voluntad política, planificación y una universidad de referencia internacional

Nuño Domínguez
Lo miembros de los 17 países que construirán la fuente de neutrones europea en Lund, durante la ceremonia de la primera piedra
Lo miembros de los 17 países que construirán la fuente de neutrones europea en Lund, durante la ceremonia de la primera piedraESS

¿Se imagina que España tuviese una de las mayores instalaciones científicas de Europa, capaz de encontrar nuevos fármacos, combustibles, materiales que marcarán el futuro a medio plazo? Por ahora esta posibilidad no tiene visos de cumplirse y no es porque nuestro país no lo haya intentado. En varias ocasiones, España ha competido por albergar una de las grandes instalaciones científicas europeas que comenzarán a funcionar la próxima década. Se trata de telescopios gigantes o nuevos aceleradores de partículas que atraerán a miles de científicos de todo el mundo y pueden suponer un importante polo de innovación .

Hace unas semanas, comenzó la construcción de la Fuente Europea de Neutrones por Espalación (ESS), el nuevo mastodonte de la ciencia europea en el que colaboran 17 países, incluida España, y que estará ubicado en Lund (Suecia). España compitió por albergar en Bilbao esta infraestructura que será una de las mayores de Europa y costará 1.800 millones de euros, pero finalmente el país escandinavo, con una excelente hoja de servicios en cuanto a inversión en Investigación y Desarrollo, ganó la carrera. ¿Podría España albergar algún día una instalación así?

La inversión total de Suecia para la fuente de neutrones es parecida a la que se hizo para 50 kilómetros de AVE o cinco aeropuertos sin uso como el de Castellón

“Sí, sí podría estar en España, pero el país se ha dedicado en la última década a construir aeropuertos, auditorios, trenes… si se hubiera dedicado parte del dinero a una instalación científica como esta le habría ido mucho mejor”, explica John Womersley, jefe de ESFRI, el foro de la Unión Europea que coordina la estrategia de grandes instalaciones científicas. Womersley calcula que en su país, Reino Unido, haber construido ISIS, una fuente de neutrones similar, aunque menos potente que la de Suecia, ha permitido multiplicar por 10 la inversión inicial. También ha atraído, dice, a grandes multinacionales europeas como Unilever o Airbus, interesadas en la tecnología y los jóvenes talentos que les ofrecen este tipo de centros.

Es evidente que estas instalaciones no están al alcance de cualquiera. Suecia se ha comprometido a pagar el 35% de la fuente de neutrones. Su mayor socio es Dinamarca, que se encargará del 12,5% y albergará un centro de análisis de datos en Copenhague.

La inversión sueca, que equivale a unos 630 millones, puede parecer inalcanzable con los actuales presupuestos de I+D en España. Pero es una cantidad perfectamente asumible en otros sectores. Por ejemplo, es equiparable a la inversión inicial para construir las carreteras radiales de Madrid, unas infraestructuras cuyo coste final se disparó a los 1.500 millones y que ahora son deficitarias. La suma también es similar al coste de unos 50 kilómetros de AVE Madrid-Valencia o a cinco aeropuertos sin uso como el de Castellón.

"España se ha dedicado a construir aeropuertos, auditorios, trenes… si se hubiera invertido parte del dinero en una instalación científica como esta le habría ido mucho mejor", dicen en la UE

La fuente de espalación de Suecia se dedicará a la “ciencia de la vida cotidiana”, en palabras de Womersley. Debido a que no tienen carga, los neutrones penetran con facilidad en la materia y permiten hacer una precisa imagen de lo que sucede más allá de la superficie de cualquier material. Hace una semana, en Lund, el jefe científico de la futura instalación, Arno Hiess, mostraba un sencillo ejemplo de lo que pueden hacer los neutrones por nosotros.

Era este video de una cafetera italiana en funcionamiento hecho en una fuente de neutrones. Como si el metal fuera transparente, se podía ver primero el agua hirviendo y después el café pasando por el filtro y llenando la cafetera. “Este ejemplo es una tontería, claro, pero cuando en vez de una cafetera hablamos del pistón de un nuevo motor más eficiente, de los rodamientos de un molino generador de electricidad o de cómo un virus penetra en una célula, entonces empezamos a hablar en serio”, explicaba Hiess. Los neutrones son capaces de mostrar cosas imposibles de ver con otros métodos de imagen como los rayos X con los que nos hacemos radiografías o los electrones que usamos en microscopios electrónicos.

El efecto Mateo

Tras fracasar su apuesta por albergar la fuente de neutrones en Bilbao, el anterior Gobierno quiso contribuir un 10% al proyecto y construir allí una subsede. Tras años de vaivenes, algunos contratos de regularidad dudosa y un cambio de Gobierno, España ha recortado a la mitad su participación. En concreto se encargará del 5% del proyecto. De la contribución total de 93 millones de euros, unos 70 serán en especie (contratos para empresas españolas que construirán componentes) y otros 23 en dinero contante y sonante, según José Luis Martínez, director ejecutivo de ESS Bilbao desde marzo de este año.

El ISIS, en Reino Unido, ha permitido multiplicar por 10 la inversión inicial y atraer multinacionales

Martínez explica por qué España no ha podido aún ganar la ubicación de una de estas grandes catedrales de la ciencia europea. “Es un hecho experimental que la potencia de España en ciencia para ciertas cosas está entre el 4% y el 6% , no más allá”. ¿Por qué? “Nuestro tejido industrial y nuestra inversión en I+D hace que sea lo que podemos rentabilizar”, señala. “Sería ideal que nuestra capacidad científica en ese sentido estuviese alineada con nuestro PIB, pero no lo está, y de una forma muy desmesurada. No es que nos falte un 10%, es que nos falta un 50%”, detallaba Martínez hace unos días mientras desayunaba a toda prisa para llegar a tiempo a una ceremonia oficial en Lund en la que los 17 países del ESS pusieron su primera piedra para la construcción de la instalación. Actualmente en ESS Bilbao hay 46 personas trabajando (37 científicos y técnicos) y se espera contratar a 13 más para continuar el diseño de componentes para la sede sueca y competir por construir alguno de sus 22 instrumentos.

Cuando miran el mapa de Europa, algunos ven un agravio comparativo. Las grandes infraestructuras europeas tienden a construirse donde ya había centros nacionales de investigación potentes. “Es el efecto Mateo”, ilustra Martínez, “al que tiene se le da y al que no tiene se le quita”. Y los españoles no somos los únicos que perdemos la carrera, sino todo el sur de Europa. “Si haces un mapa de instalaciones europeas, no hay ninguna debajo de Grenoble y hay una concentración muy fuerte en el centro de Europa”.

Womersley, a cargo del foro de expertos que selecciona cuáles serán las instalaciones prioritarias para Europa en la próxima década, coincide en que los nuevos templos de la gran ciencia están concentrados en el centro y el norte del continente. Señala que, en España, ya hay alguna infraestructura destacable para hacer masa crítica, como el sincrotrón Alba, de Barcelona, o el Gran Telescopio de Canarias, que “posiblemente no haya cumplido del todo las expectativas”. Pero conseguir una instalación de primera división lleva dos décadas de trabajo, planificación y paciencia, una escala temporal totalmente ajena a los cuatro años en la que viven los políticos, recuerda.

“Si construyes una instalación de este tipo es evidente que habrá descubrimientos"

El experto apunta a otro problema en España. “En el caso sueco, la importancia internacional de la Universidad de Lund ha sido un gran factor para la elección”, dice. “Hay que asegurarse de mejorar la calidad de la formación y la investigación en el sistema universitario para lograr una gran instalación”.

Hoy por hoy, nadie sabe qué se descubrirá con el ESS. Tampoco se espera que haya un hallazgo tan dramático, esperado y publicitado como el bosón de Higgs, fruto de la construcción de otra multimillonaria instalación científica. Y, a pesar de todo, 17 países de Europa se han puesto de acuerdo para pagar esta fuente de neutrones que podría ser 100 veces más potente que ISIS, en Reino Unido, o el ILL, en Grenoble, Francia.

“Si construyes una instalación de este tipo es evidente que habrá descubrimientos y muy probablemente los experimentos nos beneficiarán en términos de nuevos fármacos, combustibles, cuestiones útiles para la sociedad”, explica James Yeck, director general del ESS y veterano gestor de grandes proyectos científicos como el LHC o el Icecube, un observatorio de neutrinos en en Polo Sur.

El ESS comenzará a producir neutrones en 2019 y estará completo en 2025, si nada se tuerce. Por ese tiempo ya estará también en funcionamiento el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT), otra gran infraestructura de la ciencia por la que España luchó pero que al final se llevó Chile. Ahora nuestro país compite por la sede norte de la red de telescopios CTA, otra infraestructura multinacional prioritaria que nos disputamos con EEUU y México.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.

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