Es que no eran de este mundo
¿Quién decía aquello de que vivía en este mundo, pero que no pertenecía a él? Eso es lo que les pasaba a los neandertales. Y a mí
He aquí un neandertal según la idea de Graham Ford, que lo ha sacado como si le acabaran de dar un disgusto. Algún sapiens andaría cerca. Los sapiens les hicieron la vida imposible a esta pobre gente, que no se metía con nadie. Al final se extinguieron, que es un modo de irse. Hay gente que se marcha así. Cierran la puerta y no vuelves a verlos, como si se los hubiera tragado la tierra. Ya puedes buscarlos en los bares en los que paraban, en las exposiciones de arte abstracto o en los hospitales de la región… Ni sombra de ellos. Y ahí es cuando empiezas a notar su falta, coño; ahí es cuando empiezas a valorar la compañía o el sexo que te daban; ahí es cuando añoras su plática, su forma de mirarte, su disposición para echar una mano en las mudanzas.
Los neandertales nos dieron puerta hace miles de años, casi los mismos que llevamos buscándolos, preguntando por ellos, intentando detectar su presencia en las calles de Nueva York o Tokio. Mira por dónde, los hemos encontrado en el interior de nosotros mismos. Resulta que nos dejaron un montón de genes, aparte de la predisposición a la diabetes, la cirrosis o el lupus. Menudencias, siempre nos tenemos que quejar de algo. Vamos a ver, los neandertales eran mejores que nosotros de aquí a Lima. ¿Que carecían de capacidad simbólica? Vale, quizá eso les daba un punto de ternura. ¿Y qué hemos hecho nosotros con nuestra capacidad simbólica, además de construir la calamidad denominada Historia? ¿Quién decía aquello de que vivía en este mundo, pero que no pertenecía a él? Eso es lo que les pasaba a los neandertales. Y a mí.
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