La primera crisis del euro
Con un discurso solemne, el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, anunció ayer desde una paradisíaca isla del Egeo que ha pedido a sus socios europeos y al Fondo Monetario Internacional (FMI) que rescaten a Grecia del infierno financiero. Con referencias a la Odisea y en un tono dramático, Papandreu capituló ante la presión de los mercados, consciente de que Atenas es incapaz de hacer frente por sí sola a sus obligaciones.
Tras una jornada de nervios en los mercados, la sentencia de los inversores parece clara: no creen que la ayuda formalmente solicitada por Atenas a sus socios del euro y el Fondo Monetario Internacional (FMI) baste para que Grecia haga frente a su deuda. "No hay más que ver los bandazos que ha dado el bono", explica Juan Ignacio Crespo, director en Europa de Thomson Reuters.
S. FERNÁNDEZ DE LIS Y D. MANZANO
Los tiempos del G-7, el club de los siete países más ricos del mundo, han pasado a mejor vida. Los ministros de Finanzas del G-20 -un grupo heterogéneo que incluye a los ricos y a los nuevos ricos (los emergentes más pujantes)- amagaron ayer con tomar las riendas de la complicada situación económica mundial en una reunión en Washington marcada por la crisis fiscal griega, cuyos últimos capítulos son cada vez más preocupantes y ponen sordina a la frágil recuperación mundial.
PRISA (editor de EL PAÍS) ha firmado con todos sus bancos acreedores un acuerdo de refinanciación de su deuda financiera, tanto del préstamo sindicado como del crédito puente. El plazo de vencimiento de este último se amplía hasta mayo de 2013.
La sostenibilidad del Estado de bienestar