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La primera crisis del euro

El G-20 teme que la sombra de Grecia paralice la incipiente recuperación

Los ministros eluden en Washington el debate sobre la crisis fiscal europea - España descarta el contagio, pero el BCE avisa de que el riesgo aumenta

Claudi Pérez

Los tiempos del G-7, el club de los siete países más ricos del mundo, han pasado a mejor vida. Los ministros de Finanzas del G-20 -un grupo heterogéneo que incluye a los ricos y a los nuevos ricos (los emergentes más pujantes)- amagaron ayer con tomar las riendas de la complicada situación económica mundial en una reunión en Washington marcada por la crisis fiscal griega, cuyos últimos capítulos son cada vez más preocupantes y ponen sordina a la frágil recuperación mundial.

Lo paradójico es que a pesar de que el problema griego giró durante todo el día en torno a la cumbre, a la hora de la verdad, cuando los líderes se reunieron para tomar decisiones, eludieron el debate sobre la crisis que ronda a Europa. En el comunicado final, ni siquiera apareció Grecia por ninguna parte. "Ese no era el tema de hoy", zanjó la ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde, que sin embargo pidió que se aceleren las negociaciones para que la ayuda llegue a Atenas en las próximas horas o días. La vicepresidenta Elena Salgado defendió que es la Comisión Europea la responsable de llegar a un acuerdo para ayudar a Grecia. Mientras, los mercados siguen subiendo sus apuestas contra el socio europeo que está contra las cuerdas. La presión no cesa.

"Cuando la casa de tu vecino arde, hay que darle un extintor", dijo Tremonti
La vicepresidenta Salgado asegura que España está mucho mejor que Grecia

Los avances se limitaron a una cuestión de tiempo. Tanto el FMI -que participará con unos 15.000 millones de euros- como los ministros europeos se comprometieron en Washington a activar con la máxima celeridad la ayuda a Grecia, que para la UE asciende a 30.000 millones. Pero el dinero tardará aún entre una y dos semanas más, según distintas fuentes.

"Cuando la casa de tu vecino arde, hay que darle un extintor", afirmó el titular de Finanzas italiano, Giulio Tremonti, para tratar de acelerar la ayuda. Varios miembros del G-20 advirtieron del riesgo creciente de que el incendio fiscal griego vaya extendiéndose, lo que podría truncar la salida de la crisis. "El riesgo de contagio ha aumentado en las últimas semanas. Varios países tienen déficits públicos muy elevados", avisó también desde Washington el presidente del banco central alemán, Axel Weber. No es una advertencia banal: probablemente Weber presidirá el Banco Central Europeo. Y en esa lista de países con potenciales problemas figuran Portugal, tal vez Irlanda e inmediatamente después España e Italia.

La tragedia griega despierta instintos encontrados en sus socios. Alemania se ha resistido al máximo a impulsar planes de ayuda, pero al final ha acabado cediendo porque sus bancos están más enfangados con la deuda griega que los de ningún otro país. España ha apoyado desde el primer instante los planes de rescate, pero a la vez recela de las comparaciones fáciles que suelen hacer los mercados financieros y que meten en el mismo saco realidades tan distintas como Grecia, Irlanda, Portugal y, en menor medida, a España e Italia. Salgado fue tajante en una breve comparecencia ante la prensa justo antes del inicio de la cumbre: "España está en mucha mejor situación que Grecia".

A la pregunta de si hay riesgo de contagio, Salgado discrepó de Weber y se remitió a las opiniones del FMI de los últimos días: "Grecia es un caso especial al que tenemos que hacer frente de forma coordinada". Y, en efecto, Grecia es diferente. Los intereses de su deuda a 10 años se han disparado; los de la deuda española apenas han subido unas décimas. La calidad de las estadísticas griegas sigue en entredicho después de que Eurostat elevara el déficit hasta el 13,6%; nadie duda en ese aspecto de España. Y aun así la comparación está sobre la mesa y el contagio es una posibilidad: remota, pero posibilidad al fin y al cabo. "La subida de los intereses de la deuda española es algo temporal", declaró Salgado. "El jueves colocamos una emisión a 15 años sin problemas. Los tipos son un poco más altos, pero esperamos que vuelvan a sus niveles anteriores", declaró.

Al margen de Grecia, dos temas estrella estaban destinados a centrar la agenda de la reunión de Washington: los desequilibrios mundiales -exceso de ahorro en países como China y Alemania, exceso de consumo en otros como EE UU o España- y la reforma financiera. Apenas hubo una referencia genérica a los desequilibrios en el comunicado final, acerca de una mayor flexibilización en los mercados de divisas para que, en definitiva, el yuan chino termine apreciándose.

En el campo de la regulación bancaria tampoco hubo avances. "No hay acuerdo en torno al impuesto sobre los bancos", declaró el ministro de Finanzas canadiense, Jim Flaherty. La falta de consenso se explica por la diferencia entre países como Canadá y Australia, con bancos sanos y sin necesidades recaudatorias, que se piensan aplicar estos impuestos. EE UU, Reino Unido y Alemania, donde las entidades financieras han causado grandes agujeros, están a favor. Con o sin G-20, a la reforma financiera le queda un largo recorrido por delante.

Strauss-Kahn, director del FMI; Geithner, secretario del Tesoro de EE UU, y Lagarde, ministra francesa de Finanzas, ayer en la reunión del G-20.
Strauss-Kahn, director del FMI; Geithner, secretario del Tesoro de EE UU, y Lagarde, ministra francesa de Finanzas, ayer en la reunión del G-20.AFP

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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