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Antonio López / ALFREDO GARCÍA-FRANCÉS
Era la luz del amanecer la que inspiraba a Antonio López cuando pintó La Gran Vía durante cinco veranos, a partir de 1975. El suyo fue el retrato de una calle silenciosa y solitaria que, 30 años después, sigue seduciendo al artista, que ha vuelto a convertirlo en el escenario de un gran proyecto: Vuelo sobre Gran Vía.
Comerciantes, funcionarios, tenderos y religiosos vivían en las 300 casas que se derribaron para la construcción de la arteria
Caminata por el gran eje urbano junto al Pritzker Rafael Moneo
El Capitol (Gran Vía, 41, Luis Martínez-Feduchi y Vicente Eced, 1931-1933) "es quizás el más brillante. Si uno tuviese que dibujar la Gran Vía, se apoyaría como referencia iconográfica en él (...) La piedra natural, granitos y areniscas, su fuerza y gallardía, parecen dar al edificio una voluntad de convertirse en guía, faro y referencia (...) No se merecía una restauración mala".
El gentío esperaba que la demolición mostrara los tesoros de la iglesia
Míticos estudios como Alfonso, Gyenes o Ibáñez aportaron magia a la calle
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