La despensa 'bio', cada vez más llena
El consumidor ecológico se mueve más por convicción que por precio
El mercado ecológico lo aguanta todo. Comprar alimentos en cuya producción no hubiera ni pizca de pesticidas, modificaciones genéticas o productos químicos empezó siendo cosa de hippies. Ahora es la clase media y media-alta la que es más aficionada. Casi la mitad de los catalanes aseguran que los han consumido alguna vez. Por eso, la industria de este pequeño sector aguanta mejor la crisis. Clientes fieles y más preocupados por la calidad que por la etiqueta del precio.
"Es un momento bonito para nosotros. La gente que nos compra prefiere renunciar a la hipoteca o coche antes que no poder gastar en lo que cree que es mejor para su salud", cuenta orgulloso Pere Bufí, dueño de Ecoviand. Lleva 14 años peleando por su negocio de carnes ecológicas y la semana pasada acudió a Alimentaria para darlo a conocer. "No ha sido fácil. Al principio se interesaban sobre todo vegetarianos. Así que cuando acudía a una feria ecológica me gritaban asesino", recuerda aún con amargura. Pero eso, dice, ya pasó. Cada vez hay más gente de todo tipo que busca animales que no convivan con piensos artificiales ni antibióticos. Eso sí, las chuletas y las hamburguesas de animales felices salen más caras. El cerdo y la ternera son el 30% más caras. Igual que los chorizos.
Casi el 50% de los catalanes dice haber consumido productos ecológicos
El 75% de los catalanes que consumen productos bio tienen estudios medios o superiores y más del 60% un nivel socioeconómico medio o medio-alto, según un estudio de la consultora TNS. Esto hace que la industria ecológica soporte mejor los vaivenes económicos y que en las tiendas o supermercados especializados se puedan encontrar natillas, croquetas o paella al vacío con garantía ecológica y productos higiénicos, como champú y compresas.
"Pero aún queda mucho por hacer. Hay mucho desconocimiento", asegura Benjamín, dueño de Capell, una empresa de tomate y salsas ecológicas. "El 10% de la gente dice que no compra cosas ecológicas porque no se fía de que lo sean. Es absurdo. Que miren la etiqueta", señala Benjamín. En un rincón, hay un pequeño sol y el sello del Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica.
"Hay gente que hace cosas ecológicas, pero no pide los certificados. Nosotros decidimos asumir el papeleo y los inspectores para demostrar que hacemos las cosas como prometemos", dice con orgullo la responsable de Eudald Massana Noya, productora de cavas y vinos ecológicos. "Vienen inspectores que recogen muestras de hojas, uvas y botellas al azar, para analizarlo todo en un laboratorio. Son controles a los que no se puede engañar. Al que miente, lo pescan", promete.
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