La caída del agro vasco
La producción de los principales cultivos ha bajado hasta un 41% en diez años - El Gobierno no habla de hundimiento y lo compara con el sector agrícola en la UE
La agricultura vasca está "en depresión", aseguran expertos, y los datos son elocuentes: todos los principales cultivos, salvo los viñedos, han bajado su producción en los últimos años: la patata, hasta un 41%; la remolacha, un 21% o el trigo, un 13%. La facturación agraria, según cifras oficiales, rondó el pasado año los 269,6 millones, una cantidad que aún no alcanza los 273 millones de 1998. Y el peso en el PIB, que en 2005 era del 1,1%, ha bajado hasta el 0,7% en 2004, último ejercicio del que hay datos.
Lo llamativo es que nadie, ni el Departamento de Agricultura ni los sindicatos ni técnicos veteranos, es capaz de concretar algo obvio en cualquier sector: el número de trabajadores. La consejería habla de 21.779 explotaciones, entre los que estarían los profesionales y los de tiempo parcial. El principal sindicato, EHNE, calcula que los profesionales son cerca de 4.000 y en la red contable agraria de 2007 (donde aparecen todos los que llevan una contabilidad) figuran 2.241. El documento del Plan de Desarrollo Rural 2007-2013 enviado por el Gobierno a la UE para su aprobación señala 4.294 explotaciones profesionales, un 19% de todas las activas, de las que el 59% están en Álava. Pero el dato procede del censo agrario de 1999.
El Gobierno cree que la salida es ofrecer productos diferenciados
La facturación del pasado año está por debajo de la conseguida en 1998
EHNE y el PSE reclaman crear un Observatorio de Precios
Expertos y técnicos culpan al Gobierno de crear empresas y aumentar personal
Las subvenciones suponen el 20% de la renta del agricultor
La agricultura ecológica, posible solución, triplica ya los productores
"No es comprensible saber exactamente cuántos agricultores hay", asegura Andoni García, de sindicato EHNE. "La Administración se ha caracterizado por no aportar datos claros del sector agrario", agrega. José Luis Anda, portavoz parlamentario del PSE en Agricultura, agrega que la Diputación de Álava admite desconocer el número de pequeños viticultores.
Al margen de esta polémica, sindicatos, técnicos y expertos consultados coinciden en que el campo se hunde. La consejería de Agricultura es mucha menos categórica y habla de causas coyunturales y estructurales. "Evoluciona como el resto del sector en la UE. Ha habido una disminución de explotaciones pero ahora son más grandes y el cultivo se mantiene el mismo número de hectáreas", apunta el viceconsejero de Política e Industria Alimentaria, José Antonio Suso. "En la patata", agrega, "la de siembra se derrumbó con la incorporación plena de la UE y los países del Benelux nos inundaron y ha quedado en cifras muy bajas desde 1992. La remolacha se mantiene con un 20% de superficie y el cereal está en cifras similares a los últimos años. El vino funciona muy bien".
Como ha ocurrido con la pesca, los precios terminan por arruinar al baserritarra, que ve cómo los 15 céntimos de euros que recibe por un kilo de patata se transforman en la tienda en 50 céntimos o los 0,40 del kilo del tomate acaban en casi dos euros para el consumidor. "Una posible solución sería apoyar las cooperativas de agricultura pero la Administración se niega, porque escapa a su control", dice un veterano técnico del sector. "El consumidor paga cuatro veces más de lo que recibe el agricultor", lamenta Andoni García, quien censura que "toda la cadena está dominada por las grandes superficies". Su sindicato ha pedido al Gobierno la puesta en marcha de un Observatorio de Precios, que mostraría el funcionamiento de la cadena alimentaria. Este mecanismo es apoyado por Anda, para que "diga al ciudadano la realidad de lo que pasa, aunque te enfrentes a los grandes distribuidores."Pero la apuesta del Gobierno es potenciar Eroski y la agroindustria, aunque trate productos que vengan de fuera. Nuestra idea es apoyar primero al productor", agrega el cargo socialista. El viceconsejero considera que en estos dos años el sector ha vivido lastrado por las fuertes subidas de las materias primas, "que no se pudieron trasladar luego al precio del producto", a lo que ahora se ha unido el "problema adicional de la crisis económica". Suso no ve necesario el Observatorio de Precios, porque "conocemos la evolución de manera permanente" y "trasladamos esa información al sector. Lo que solicitan es que haya doble etiquetado: el precio de origen y el final, pero lo hemos estudiado y eso, desde el punto de vista legal, es complicado".
Al agro tampoco le ayudan los casos de fraude detectados en el txakoli (las inspecciones del Gobierno lo hallaron en las etiquetas de control de la denominación de origen) o el queso (en el Idiazabal se utilizó leche que no era de las razas autorizadas por la denominación de origen y había etiquetas falsificadas). ¿Y qué se hace ante este negro panorama? EHNE y técnicos consultados aseguran que prácticamente nada. "Se prioriza la creación de organismos de todo tipo que impiden el desarrollo de los productores pero que sirven para colocar a los amigos", afirma un técnico del sector, que aporta algunos datos: como que entre 1999 y 2006 el 90% de los fondos tramitados por las asociaciones de agricultura de montaña en Vizcaya se han destinado a entidades municipales o actividades gestionadas por dichas asociaciones como ferias comarcales, estudios o recuperación de ermitas; o el programa Erein (a infraestructuras dentro de municipios rurales) dedicó el 90% de los fondos entre 2001 y 2002 a las instituciones y las subvenciones a los particulares se quedaron en el 20% o que el programa Leader, para promocionar ideas, sólo desarrolló en 2001 y 2002 tres proyectos, todos ellos por el organismo público Mendikoi. "Hay intervencionismo por todas partes", concluye. El socialista José Luis Anda apunta que la sensación es que los funcionarios de Agricultura se "dedican a repartir las ayudas europeas, montar empresas públicas con un montón de personas e intentar una concentración empresarial, olvidándose del productor". Un informe realizado por EL PAÍS hace un año concluía que había más de 800 empleados entre la consejería y las sociedades públicas. El Gobierno dice que el número de funcionarios "no se ha incrementado mucho y que todos cumplen con los objetivos, como la investigación" y, sobre el intervencionismo, Suso o afirma que es "el modelo europeo" y que las actuaciones las emprenden con el visto bueno del sector.
EHNE apunta que la Administración sólo ve una única forma de comercialización, "en grandes cantidades. Es totalmente equivocado pensar que la defensa del sector está en la concentración. Ahora hay cierta apertura a reconocer otras vías pero sigue sin un apoyo decidido de la Administración". Andoni García cree que, en vez de incidir en la exportación, se debería "conquistar el mercado más cercano". El viceconsejero incide en promover proyectos que aglutinen la producción, la transformación y la comercialización.
La mala situación se refleja en el elevado índice de subvenciones, que, según datos aportados en una charla por el consejero Gonzalo Sáenz de Samaniego, en 2006, suponen el 20% de la renta del agricultor. En todo el sector primario, las ayudas, tanto de la UE como del Ejecutivo vasco, han rondado los 400 millones en 2005, 2006 y 2007. En el último año, fueron 137, de los que cerca de 80 se dirigieron a la actividad agrícola. "Las asignaciones varían según el sector, por ejemplo la uva no lo tiene. El presupuesto de subvenciones de la UE no ha variado en 15 años", comenta Suso.
¿Y la solución, si la hay? EHNE ve una oportunidad en la agricultura ecológica, donde los 41 productores que había en 1997 se han triplicado hasta los 137 de 2006. "Como van las políticas agrarias, sería una forma de defendernos pero el Departamento no lo ha apoyado de manera suficiente". El socialista Anda opina que puede ser una buena fórmula y su partido ha propuesto, para su impulso, que el Gobierno lleve alimentos ecológicos a comedores escolares, hospitales o residencias de ancianos.
El viceconsejero dice que se han dado pasos en el desarrollo de la agricultura ecológica, como la creación del consejo regulador, y que se debe trabajar sobre todo con el consumidor. Cree que la salida para el agro es la diferenciación. "Lo hemos conseguido con el txakoli. Se trata de vender algo distinto de lo que tienen en otros lugares".
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