Una firma de EE UU anuncia el primer arroz modificado con genes humanos
El cultivo transgénico genera dos proteínas que ayudan a rehidratar a niños con diarrea
Una pequeña empresa de EE UU, Ventria Bioscience, ha anunciado su intención de comercializar una variante de arroz transgénico que incorpora dos genes humanos. Es la primera vez que se produce una de estas plantas modificadas con la inclusión de material genético que proviene de personas. El resultado, según los experimentos llevados a cabo en Perú, es una planta que genera dos proteínas que sirven para frenar la deshidratación en niños con diarrea. Los genes incorporados son los encargados de producir las proteínas llamadas lactoferrina y lisozima.
Por primera vez, una compañía de biotecnología ha fabricado plantas en las que se incorporan genes de origen humano, según los resultados que ha presentado Nelly Zavaleta, del Instituto Especializado de Salud del Niño de Lima (Perú), en el último congreso de las Sociedades Académicas de Pediatría celebrado en San Francisco (California). Hasta ahora, las plantas transgénicas utilizaban genes de otras plantas.
Los genes son el código que da a las células la instrucción para fabricar proteínas. Con su inclusión en plantas de arroz se pretende que la planta fabrique la lactoferrina y la lisozima, para luego utilizarlas en sueros de rehidratación oral. Estas proteínas se encuentran de manera natural en la leche, saliva y lágrimas de las mujeres.
Las diarreas infantiles causan unos dos millones de muertes de niños en el mundo anualmente. El estudio realizado en Perú con 135 niños ha demostrado que el tiempo medio de recuperación pasa de 5,21 días de media a 3,67 si el suero se enriquece con las proteínas fabricadas por el arroz, según la web de la compañía (www.ventriabio.com).
Regla no escrita
El anuncio rompe con una regla no escrita de las mayores compañías fabricantes de cultivos transgénicos: no introducir genes humanos en plantas (Monsanto ha hecho ese compromiso por escrito, y lo ha extendido a todos los genes de origen animal). Pero en este caso, la industria farmacéutica que ha producido el arroz es una pequeña empresa con 16 empleados y un único campo de arroz de 335 acres (135,57 hectáreas) en Carolina del Norte.
Hasta ahora, las más de 30 variedades de estas cosechas que se obtienen en el mundo están formadas por plantas a las que se les ha transferido la capacidad de producir toxinas que envenenan plagas o dan mayor resistencia a la sequía o los herbicidas. En el mundo se cultivan 90 millones de hectáreas de transgénicos al año, según el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Biotecnológicas (ISAAA, en inglés). Estos datos son discutidos por los ecologistas, que afirman que están inflados. En España, por ejemplo, Los Verdes afirmaron la semana pasada que la superficie de maíz transgénico plantada es de 52.000 hectáreas, mientras que los datos del ISAAA hablan de 100.000. Pero esta divergencia es el menor de los reparos puestos por los ecologistas. Más preocupante para ellos es el riesgo para la salud de los consumidores (algo no demostrado científicamente) y, sobre todo, la posibilidad de que los genes pasen a plantas vecinas. Ello contaminaría las plantas salvajes y los cultivos. Esto último es visto como una amenaza por los agricultores que no usan semillas transgénicas, ya que ello supondría que perderían el mercado formado por los consumidores que rechazan los transgénicos, como son la mayoría de los europeos y de los japoneses.
Este arroz modificado no es el primero que se crea con fines médicos. En 2001 se anunció la comercialización del llamado arroz dorado, de aspecto anaranjado. Este color se debía a la introducción de genes de otras plantas para que produjera beta-caroteno (vitamina A). El objetivo de sus creadores era paliar la falta de este nutriente en los países cuya dieta se basa en el arroz.
La diferencia con la planta de Ventria Bioscience es que ésta sólo se utiliza -de momento- como fábrica de proteínas, no para su consumo. Pero algunos críticos afirman que esta presentación es sólo el primer paso. La compañía ha pedido su autorización como un alimento con propiedades médicas, no como un fármaco, lo que permitirá que en un futuro se use directamente para tratar a niños con diarrea.
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