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220 años

El 14 de octubre de 1785 llegaron a Sevilla 24 carretas tiradas por mulos transportando una preciosa carga de documentos guardada en más de doscientos cincuenta cajones, con un peso de más de mil novecientas arrobas. Procedían del Archivo General de Simancas y eran el fondo inaugural del nuevo Archivo General de Indias, fundado por Carlos III a iniciativa del cosmógrafo mayor de Indias, el ilustrado valenciano Juan Bautista Muñoz, que había querido aislar los fondos americanistas a fin de redactar con comodidad una Historia del Nuevo Mundo. Los papeles se instalaron en el viejo edificio de la Casa Lonja de los mercaderes sevillanos, erigido sobre trazas de Juan de Herrera y bajo la dirección de Juan de Minjares en las postrimerías del siglo XVI y que hubo de ser adaptado a sus nuevas funciones por Lucas Cintora.

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El Archivo de Indias se abre al futuro

Desde entonces el archivo no dejó de crecer a fin de hacerse cargo de nuevos materiales, expulsando a las instituciones con las que se vio obligado a compartir el edificio, hasta quedarse con la totalidad de la fábrica en 1975, y cruzando recientemente la calle de Santo Tomás para ocupar también las dependencias de la antigua cilla arzobispal. Una incesante expansión que ha sido también tecnológica, tras el proceso de informatización de sus fondos y la conexión con otros archivos, como son el General de Simancas o el Histórico Nacional, para avanzar así en la unificación de la consulta de los documentos americanistas, un objetivo que hoy día no exige la concentración física de todos los papeles, como pretenden hacernos creer algunas autoridades en Salamanca.

El archivo custodia los documentos producidos por las diversas instituciones vinculadas al Nuevo Mundo durante el periodo virreinal: la Casa de la Contratación (1503), el Consejo de Indias (1524), el Consulado (1543), la Secretaría de Marina e Indias (1714). Una documentación, distribuida entre libros y legajos (envueltos en sus elegantes carpetas diseñadas en 1929 y reposando en bellas estanterías de caoba), que incluye no sólo órdenes, informes y registros, sino también una ingente colección de mapas, planos, dibujos y otros objetos, que pueden ir desde las muestras de las sedas venidas de China que dictaban la moda en México en el siglo XVIII hasta las etiquetas de las cajetillas de cigarrillos fabricados en Cuba.

En suma, el Archivo General de Indias es el más importante depósito del mundo para el estudio de la historia de América y Filipinas en la época virreinal y, por las conexiones con el mundo africano (a través, por ejemplo, de los asientos para la transferencia de esclavos), con el ámbito del Pacífico (a través, por ejemplo, de las crónicas de los grandes viajes de exploración) y con el continente asiático (a través, por ejemplo, de las relaciones mantenidas desde Filipinas), un instrumento esencial para el conocimiento de la primera mundialización, para la fundamentación de una primera historia universal.

Carlos Martínez Shaw es catedrático de Historia Moderna.

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