El golpe emocional del 'tsunami'
Los supervivientes del maremoto en la provincia indonesia de Aceh luchan por superar el trauma de la catástrofe
Acabada la batalla contra las aguas, los supervivientes de Aceh luchan ahora por superar el llamado síndrome del tsunami. Decenas de miles de indonesios han perdido a sus hijos, a sus padres, sus pueblos y sus negocios. Un golpe emocional del que tardarán años en recuperarse y que, de momento, se presenta en forma de estrés postraumático. "El 30% de los pacientes que ha venido por alguna lesión física sufre este tipo de trauma. No duermen, reviven continuamente el tsunami y muchos no pueden ni siquiera hablar todavía de lo que ocurrió ese día. El 20% de ellos ha caído en una depresión", explica el doctor Peony Suprianto, psiquiatra del hospital militar de Banda Aceh.
Las réplicas del seísmo, que se suceden durante las últimas tres semanas, mantienen además a la población temerosa de que se desencadene una nueva catástrofe. El 1% de los pacientes del hospital en el que trabaja Peony ha desarrollado rasgos psicóticos. En una destartalada cama del pabellón psiquiátrico de este hospital militar se acurruca una mujer en posición fetal. Ha perdido a sus dos hijos. A uno de ellos, se lo arrancó el mar cuando lo sujetaba entre sus brazos. No pudo soportar la fuerza del agua y acabó soltando al bebé. Todavía no se lo perdona y la culpabilidad la mantiene ausente, incapaz de valerse por sí misma. Desde el pasado 26 de diciembre había guardado silencio, y sólo ayer se atrevió a verbalizar lo ocurrido. Los médicos creen que es el primer paso hacia la curación.
Una mujer no pudo soportar la fuerza del agua y soltó al bebé. Aún no se lo perdona
De los 315 enfermos mentales que había ingresados en el hospital quedan 51
En la cama de al lado, descansa otra mujer, rígida, "como una estatua", describe Peony. Le ha costado tres semanas acordarse de su nombre, pero aún no sabe cuántos años tiene. Sí recuerda sin embargo que tenía dos hijos y un marido antes de la llegada del tsunami.
Unos catres más allá, una mujer hinchada por la medicación sonríe con la mirada ida. Los médicos dicen que sufre una regresión infantil por haber perdido a su marido. La cuida su madre, una mujer muy avejentada, de 55 años, que se acuesta al lado de ella en una cama de campaña militar. Madre e hija han tardado dos semanas en encontrarse. Estaban juntas en casa cuando hizo su aparición la marea, pero la fuerza del agua las lanzó en direcciones opuestas. La madre quedó flotando a la deriva durante horas agarrada a un tronco. "Ahora no tengo nada. He perdido a siete hijas. Ya sólo me quedan tres", dice esta mujer menuda.
En una esquina, una celda esconde a otro de los pacientes. Dormita sobre una cama, entre paquetes de fideos y plásticos esparcidos por el suelo. Padece esquizofrenia desde hace nueve años y el día en que llegó el tsunami salió despedido del hospital provincial de salud mental de Banda Aceh, junto a más de 250 pacientes. Hace unos días lo trasladaron al recinto militar. El hospital provincial ha quedado destrozado. El agua entró por todos los rincones y los médicos y enfermeras decidieron abrir las celdas para salvar a los enfermos. De los 315 que había ingresados, sólo quedan 51. El resto huyeron desorientados y muchos de ellos vagan por las calles de Banda Aceh, la capital de la provincia, con el pantalón marrón y la camisa azul de los internos.
"Estamos preocupados porque cuando se junta una multitud en la calle, gritan y asustan a la gente", manifiesta el subdirector del centro, Durwadi Arifin. "El 50% de nuestras instalaciones están destrozadas y por eso no podemos traer de nuevo a los que se escaparon. Sólo si la familia insiste acabamos por aceptarles, pero tampoco tenemos personal suficiente para atenderles. Un total de 26 miembros de la plantilla de este hospital murió hace tres semanas, y de los 180 que han sobrevivido, casi todos han perdido a algún familiar y no están en condiciones de trabajar. A este hospital han acudido cientos de personas en busca de apoyo psicológico en las últimas semanas, "pero no podemos ingresarlos, tenemos que mandarlos a las casa", afirma Arifin, quien asegura que en cuanto el centro esté reconstruido acudirá una avalancha de pacientes. "La experiencia me dice que dentro de uno o dos meses van a venir muchísimos enfermos", dice este psiquiatra, quien recomienda a la gente de Aceh "hablar del tsunami para poder superarlo". "Nosotros no podemos ofrecer psicoterapia para todos, necesitaríamos un batallón de psicólogos y no los tenemos, así que pensamos que lo mejor es educar a la población para que ellos mismos atiendan a las víctimas".
El tsunami se llevó también las historias clínicas de los pacientes, "y ahora no sabemos qué medicación tienen que tomar los que quedan aquí. Tenemos que empezar a diagnosticar desde cero", dice el subdirector, quien asegura que la población de Aceh se enfrenta a un grave problema de salud mental. Al departamento provincial de Salud le compete recoger los datos de los enfermos mentales que ha dejado el maremoto a su paso. "Pero nosotros mismos hemos perdido a muchos hombres y no podemos encargarnos de eso, por eso pedimos a las ONG que traten de detectar a los enfermos y nos lo comuniquen", explica Ketut Wirakambojin, funcionario del Departamento de Salud, venido desde Yakarta para reforzar a la plantilla.
Ante la falta de medios, a los expertos sólo les queda la fe por consuelo. "Ésta es una sociedad muy religiosa. Todos piensan que Dios decidió llevarse a su gente. Lo tienen claro y eso les hace no obsesionarse demasiado, tal vez sea ésa la mejor medicina", apunta Wirakambojin.
La plegaria del presidente
El presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, realizó ayer una visita relámpago a Banda Aceh, la capital de la provincia independentista de Sumatra, para expresar sus condolencias a las víctimas del tsunami, que en esta región, la más castigada, acabó con la vida de más de 160.000 personas.
Yudhoyono eligió el día de la celebración del Idul Adha, la fiesta del sacrificio musulmán, para anunciar la puesta en marcha de "un plan maestro" que coordinará los trabajos de asistencia a los damnificados. El ex general no detalló en qué consistirá el programa ni quién participará en él. A las siete de la mañana dio comienzo la plegaria en la gran mezquita de Baiturraiman, presidida por el presidente indonesio.
Durante la ceremonia, a la que asistieron miles de fieles, el ulema Haji Ibrahim Hasan pidió al Gobierno y a los rebeldes del Movimiento para un Aceh Libre (GAM) que "abrieran sus corazones" para poner fin al conflicto que dura ya más de 30 años. Tras la oración se procedió al sacrificio de búfalos y cabras en el patio de la mezquita como establece la tradición musulmana. La celebración del Idul Adha se vio ayer ensombrecida por la catástrofe que asoló el pasado 26 de diciembre la provincia de Aceh y muchas familias decidieron reducir al mínimo los festejos, a pesar de que relevantes autoridades religiosas animaron a los indonesios a participar en la fiesta.
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