Un nuevo museo resume en más de 2.000 piezas la historia y la cultura del vino
El Rey inaugura mañana las instalaciones en la localidad riojana de Briones
El Museo de la Cultura del Vino (www.dinastiavivanco.com), que mañana inaugura el Rey en la localidad riojana de Briones, deja estupefactos hasta a los abstemios. Supone el fruto de más de 30 años de recopilación de restos arqueológicos, obras de arte, herramientas y cualquier material ligado al vino, igual en subastas en Londres y Nueva York que en viejos pajares de La Rioja o Burdeos. Más allá de la elaboración de un buen caldo, intenta comprender qué ha significado el mosto fermentado de la uva en las culturas de todo el mundo, del Egipto faraónico a la China dinástica, sin olvidar Grecia y Roma, las religiones cristiana o judía, las vanguardias artísticas o el diseño industrial.
Hay que remontarse a la juventud de Pedro Vivanco, nieto, hijo, padre y abuelo de bodegueros, para entender este museo, que alberga más de 2.000 objetos, el 40% de la colección de esta familia riojana. Ello, sin contar los más de 3.000 sacacorchos que forman la mejor colección del mundo de este utensilio, con piezas desde su invención en el siglo XVII hasta la actualidad. Hace más de 30 años, cuando estudiaba Enología, comenzó también una pasión por el coleccionismo de todo lo relacionado con el vino. Poco a poco, fue adquiriendo igual cráteras griegas, como ésa del siglo IV antes de Cristo que representa a Dionisos orinando vino ante la expectación del resto de los comensales, que óleos de Sorolla o grabados de Picasso.
Hace siete años, la familia Vivanco (Pedro y sus hijos Santiago y Rafael) decidió exponer al público su colección. Profundamente riojanos, emprendieron por su cuenta y sin ayudas oficiales la construcción de un museo, quizá el mejor del mundo en su género. Encargaron el proyecto al arquitecto logroñés Jesús Marino, que ha terminado un edificio que se inserta en el paisaje de la zona, con continuas referencias a la bodega clásica en materiales y distribución de espacios. También son riojanos los autores de los audiovisuales, algunos memorables, como el que muestra por primera vez el proceso de fermentación, grabado en una pecera de vidrio blindada.
Para diseñar la exposición, la familia Vivanco convocó un concurso nacional, que ganó el equipo formado por Olga de la Cruz y Teresa Marot. El resultado es un recorrido por un espacio de 9.000 metros cuadrados, dividido en cinco partes, con un itinerario paralelo para invidentes y completamente accesible para discapacitados. La primera parte se dedica a la historia de la vitivinicultura, desde sus orígenes hace más de 10.000 años en el Cáucaso hasta la aparición de la viticultura moderna, donde destaca la impresionante figura del primer arado que llegó a España movido por una máquina de vapor. Cerca de él se exhibe una pieza mucho más pequeña, pero quizá con mayor capacidad evocadora: una vasija para beber vino de la cultura Yorkan, que se desarrolló hace más de 3.000 años en lo que hoy es Turquía.
Tras la historia y los avances de la viticultura, el recorrido prosigue con una muestra en profundidad de todas las tareas vinculadas a la producción del vino, con aportaciones como las que ofrece el apartado dedicado al comercio, donde se pueden contemplar restos de naufragios, o las de la sección de recipientes: de la cerámica de egipcios y griegos al vidrio de Roma, material que tras la caída del Imperio no volvió a emplearse hasta el siglo XVII. La botella que Dinastía Vivanco ha escogido para sus vinos es la réplica de un original del XVIII presente en el museo.
La sección Arte y símbolo supone un apasionante recorrido por la representación artística de todo lo relacionado con la vid en distintas culturas. Se suman aquí desde una estela funeraria de Sheni-Nefer egipcia del 945 antes de Cristo a mosaicos romanos y representaciones de Baco. Más allá, varias tablas flamencas tienen su lugar junto a un homenaje al cine en forma de cortometraje con fragmentos de películas como This heart is mine, de Henry King; Cuento de otoño, de Rohmer, o El viaje a ninguna parte, de Fernando Fernán-Gómez. En medio, declaraciones de riojanos célebres vinculados al celuloide, como Rafael Azcona. Y no falta Walt Disney, con originales de Fantasía.
Ligada al museo ha nacido una fundación, entre cuyos patronos figuran la historiadora Carmen Iglesias; el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha; el cocinero Ferran Adriá, o el cardiólogo Valentín Fuster.
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