La izquierda italiana exigirá la retirada de Irak si la ONU no asume el control en mayo
Berlusconi replica que la salida de las tropas supondría un "baño de sangre" en el país árabe
La oposición italiana alcanzó ayer un acuerdo para exigir la retirada de Irak. Fue un acuerdo ambiguo, condicionado a hipotéticas decisiones de la ONU en las próximas dos semanas y quizá más relacionado con la campaña electoral de las europeas que con la crisis iraquí. Pero sirvió, al menos, para que todo el centro-izquierda adoptara por primera vez una posición común y contraria a la presencia militar en territorio iraquí. Silvio Berlusconi, por su parte, insistió en que las tropas italianas debían mantenerse en su puesto: "El abandono supondría un baño de sangre", dijo.
Berlusconi aceptó comparecer en mayo ante el Parlamento para informar sobre las perspectivas en Irak. En esa misma sesión, cuya fecha debería fijarse en los próximos días, la oposición de centroizquierda tenía previsto presentar una moción conjunta a favor de la retirada, según el pacto de ayer.
Los dos grandes partidos de la oposición, La Margarita y los Demócratas de Izquierda, fueron contrarios a la invasión. Pero su postura respecto a la misión militar italiana fue menos concreta, y ayer, tras el acuerdo de sus dirigentes parlamentarios, se mantuvieron algunos matices notables. "Debe quedar claro que si dentro de poco tuviéramos que votar la retirada de nuestro contingente, no lo haríamos con satisfacción; lo haríamos ante la evidencia de que el cambio radical que exigimos desde hace tiempo (para otorgar a la ONU la dirección política de la crisis) es inviable", explicó Franco Monaco, vicepresidente del grupo de La Margarita en la Cámara de Diputados.
Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea y líder de facto de la oposición italiana, subrayó también las dudas que seguía suscitando la cuestión de la retirada: "Hay que ser conscientes", dijo, "de las consecuencias que tendría esa medida. Hoy por hoy, hay que seguir empujando para que la ONU asuma el papel que debe asumir".
Franco Giordano, líder parlamentario de Refundación Comunista, un partido contrario desde el principio a la presencia militar en Irak, se declaró satisfecho por el acuerdo, pese a todos los matices expresados por la oposición más moderada: "Es muy importante que todos los grupos de la oposición sean conscientes de la necesidad de retirar las tropas". "Hay que conseguir lo antes posible una votación en la Cámara que enfrente al Gobierno con su propia y gravísima responsabilidad", declaró Alfonso Pecoraro, líder de Los Verdes.
El presidente del Gobierno, Silvio Berlusconi, descartó por completo la posibilidad de modificar su política sobre Irak. Y adelantó algunos de los argumentos que pensaba utilizar en la crucial sesión parlamentaria. "La democracia estadounidense creyó en un momento determinado que un cierto país representaba una amenaza, y no nos corresponde a nosotros juzgar si dicha amenaza era efectiva, real e inmediata", explicó.
"Nosotros, en aquel momento, explicamos con gran claridad a Estados Unidos que nuestra Constitución nos impedía considerar la hipótesis de una guerra sin una previa decisión de la ONU. Pero, al mismo tiempo", añadió, "prometimos nuestra ayuda y apoyo en la posguerra". "No soy ningún siervo de Estados Unidos", precisó.
Según Berlusconi, George W. Bush, que visitará Italia a finales de mayo, tuvo que tomar la "decisión dolorosa" de "liberar a un pueblo". Y era inevitable que la liberación comportara víctimas, "como cuando los americanos vinieron a liberarnos a nosotros", en 1944. "Italia", proclamó, "siente ante Estados Unidos una gratitud instintiva". Berlusconi insistió en que los 3.000 soldados y carabineros italianos debían permanecer en Irak, aunque no existiera traspaso de poderes a un Gobierno iraquí el 30 de junio, y aunque la ONU siguiera ocupando una posición muy secundaria en la crisis.
"El abandono supondría un baño de sangre, una guerra civil de consecuencias imprevisibles. La misión de la fuerza internacional es respaldar un proceso de pacificación y democratización en Irak, y sólo nos iremos cuando la misión esté cumplida", declaró, en un acto en el que entregó condecoraciones a las familias de los muertos en el atentado de Nassiriya, en noviembre pasado. El presidente del Gobierno anunció que una de sus fundaciones, la que recibe el nombre de su padre, Luigi Berlusconi, pagaría una pequeña pensión suplementaria a las viudas e hijos de los fallecidos.
Silvio Berlusconi no hizo ninguna referencia a los tres rehenes italianos en manos de un grupo iraquí. Su exuberancia verbal en los primeros días de secuestro, cuando anunciaba "avances" en una negociación indirecta con los secuestradores y sugería una próxima liberación, ha dado lugar a un mutismo casi absoluto.
El Gobierno italiano empieza a temer, en realidad, que la crisis de los rehenes se prolongue durante semanas y llegue a solaparse con la visita de George W. Bush a Roma. Las exigencias de los secuestradores, que han reclamado una gran manifestación contra la ocupación de Irak y que demuestran conocer a la perfección la situación política italiana, se dirigen claramente a empujar a la población hacia posiciones pacifistas, a provocar división entre la clase política y a romper la alianza entre Berlusconi y Bush. La hipótesis más negra contemplada por los servicios de información consiste en que la banda secuestradora haga coincidir la llegada de Bush a Italia con el asesinato de los rehenes.
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