Saramago abre la fiesta del libro pidiendo que no se olvide a Vázquez Montalbán
Más de 150 autores firmarán ejemplares en Barcelona y se venderán cinco millones de rosas
"Os pido aquí que no olvidéis a Manuel Vázquez Montalbán porque él está vivo". El escritor portugués José Saramago tuvo ayer un emotivo recuerdo para su amigo Manolo, fallecido meses atrás, y a quien dedica su último libro, Ensayo sobre la lucidez. El premio Nobel de Literatura 1998 vivirá hoy su primer Día del Libro en Barcelona, y será éste el primer año en que Montalbán no podrá disfrutarlo. "Él es un ejemplo de coherencia crítica", dijo. Saramago inauguró ayer oficialmente los actos de Sant Jordi como pregonero de la fiesta. En el acto, celebrado en el Ayuntamiento, el escritor hizo un elogio de la lectura ("como si la lectura necesitara elogios", se planteó) y de las bibliotecas.
Saramago recordó el inicio de su amor por los libros en una vetusta biblioteca de Lisboa. Años después de que sus abuelos espolearan en él el gusto por las historias, el escritor pasó muchas noches de su adolescencia en aquel lugar iniciático. "Yo soy un hombre de dudas. Tengo pocas certezas", confesó ante un nutrido auditorio que abarrotaba el Saló de Cent del Ayuntamiento de la capital catalana desde mucho antes de iniciarse el acto. Y compartió con sus lectores una de esas certezas: "Yo no sería el escritor que soy si no fuera por esa biblioteca de Lisboa".
Los libros se hablan
La fabulación del novelista apareció en su discurso cuando expuso su convicción de que, por las noches, los libros hablan unos con otros desde los estantes. "Si hay un libro de Montaigne y otro de Shakespeare al lado, es imposible que no se comuniquen. Y si no, estamos nosotros para servirles de puente". El escritor, dijo, es una persona distinta cuando termina de escribir un libro. "Lo mismo ocurre con el lector".
En su encuentro con los lectores, salió a relucir la dimensión más comprometida del autor. Saramago se preguntó cómo es posible que en Portugal el 20% de la población sea pobre y 200.000 personas pasen hambre cada día. Reclamó una democracia más sólida para que los ciudadanos puedan intervenir directamente en la elección de las personas que detentan el verdadero poder, al frente de instituciones como el Fondo Monetario Internacional. Y no pudo evitar una reflexión pesimista, que empañó por un momento su ilusión por el contacto con el público: "No sé si la especie humana tiene solución. Empiezo a pensar que no".
Si Saramago dio el pistoletazo oficial de salida, a las siete de la tarde, una hora después se iniciaba la entrega del Gran Premio Qué Leer, con una multitudinaria fiesta en un céntrico hotel barcelonés. Los lectores de la revista, que enviaron más de 13.000 votos, consideraron sus novelas preferidas La loca de la casa (Alfaguara) y El código Da Vinci (Umbriel y Empúries en catalán), del escritor estadounidense Dan Brown.
Más de cinco millones de rosas se venderán hoy en Cataluña. En el Mercado Central de la Flor, ayer estaba todo a punto. La rosa roja seguirá siendo la protagonista, pero habrá un 30% de otros colores: verde -la gran innovación de este año-, amarillo y blanco, todas ellas naturales, no teñidas.
En lo de las rosas, Madrid tomó ayer la delantera. Todo aquel que se acercó al Círculo de Bellas Artes para asistir a la lectura continuada del Quijote, que abrió Gonzalo Rojas, recibió una flor y una lámina alusiva a la obra de Cervantes, que este año ha sido ilustrada por Gallego & Rey, y hoy también habrá rosas y láminas. La iniciativa ha sido puesta en marcha por el Gremio de Libreros de Madrid, la Asociación de Floristas y la de Mayoristas de Flores: quieren implantar en la capital de España el tradicional regalo de un libro y una rosa.
El Instituto Cervantes emite por primera vez en directo, durante 40 horas, desde su página de Internet (www.cervantes.es), la lectura del Quijote en el Círculo, donde se inauguró ayer también la exposición Días de libros, organizada por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Es una antología de humor gráfico y lectura que reúne más de 200 viñetas publicadas por 61 humoristas entre 1978 y 2003.
Ayer, todas las miradas estaban puestas en el cielo, el único capaz de aguar la gran fiesta del libro. ¿Lloverá? La víspera no permitía presagiar nada bueno, pues el agua cayó en abundancia. Los meteorólogos anuncian tiempo inestable y algunos chubascos de escasa intensidad.
Saramago, Paul Preston, Donna Leon, Almudena Grandes, Jorge Semprún, Javier Cercas, Valerio Manfredi, Imma Monsó, Maruja Torres, Rosa Regàs, José Martí Font, Jorge Bucay, José Luis de Villalonga, Melissa P, Anne Seierstad y Alejandro Jodorowsky son algunos de los 150 autores que hoy firmarán ejemplares en Barcelona.
Cervantes en el corazón
El 23 de abril de 1616 murieron Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, uno de los primeros cronistas americanos. Algunos historiadores han señalado que las fechas no son exactas, pero así han entrado en la leyenda y así se mantienen. Por eso, en 1995, la Unesco declaró el 23 de abril Día Mundial del Libro y de los Derechos de Autor.
En España la celebración empezó mucho antes, en 1926, como homenaje a Cervantes.
Fue un editor valenciano, Vicente Clavel Andrés, afincado en Barcelona, donde fundó la editorial Cervantes, quien se inventó la fiesta pensando en un presunto aniversario del autor del Quijote. Pero no fue en abril, sino en octubre. El 9 de febrero de 1926, se firmó el real decreto: universidades, escuelas, bibliotecas y dependencias militares debían dedicar ese día sesiones públicas a la lectura. Ayuntamientos y diputaciones subvencionarían la compra y el reparto de libros.
La tradición iniciada en Barcelona fue exportada al resto de España en 1930, cuando el Gobierno estableció la fecha de la muerte de Cervantes como Día del Libro.
A Cataluña le fue bien, era también el día de su patrón y así han quedado unidos: Sant Jordi, el día del libro y la rosa.
La costumbre de regalar una rosa a la mujer nació en el siglo XV en Barcelona, en la Feria de los Enamorados. La tradición manda que la rosa sea roja porque simboliza la pasión, que vaya acompañada de una espiga de trigo, porque representa la recogida de la cosecha y la fecundidad y que ambas vayan atadas en un lazo con la senyera.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.