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LA POSGUERRA DE IRAK

Blair crea una comisión sobre las armas con el boicoteo de parte de la oposición

La izquierda laborista cree que la investigación no delimitará la responsabilidad del Gobierno

La comisión que debe investigar los fallos de los servicios de espionaje sobre los arsenales de Sadam Husein nació ayer mutilada. Los liberales se han negado a formar parte de ella por considerar que el estrecho mandato autorizado por el primer ministro, Tony Blair, no permitirá delimitar las responsabilidades políticas del Gobierno. También la izquierda laborista e incluso algún notable tory opuesto a la guerra creen que los investigadores no podrán dilucidar la cuestión más delicada: si el Gobierno utilizó a los servicios de información para legitimar la decisión previa de invadir Irak.

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El Gobierno de Tony Blair parece querer ir acumulando absoluciones aunque no convenzan a sus críticos. Este fin de semana se amparaba en los dictámenes favorables al Gobierno en las investigaciones de los comités de Exteriores y de Inteligencia y Seguridad de los Comunes y el juez lord Hutton para reiterar su oposición a una nueva investigación.

Forzado por la comisión ordenada por el presidente George W. Bush en Estados Unidos, Tony Blair, el primer ministro que un día presumió de no tener marcha atrás, se vio forzado a dar una espectacular media vuelta en 24 horas que provocó las chanzas de la oposición en los Comunes.

Pero los términos de la investigación, adelantados a primera hora de la mañana por Blair en su comparecencia bianual ante el comité conjunto de todos los presidentes de comisiones parlamentarias, dejan claro que el Gobierno no quiere verse juzgado otra vez. Su "buena fe" ha quedado demostrada por lord Hutton, aseguró ayer Blair a pesar de que el juez limitó su investigación a la muerte del científico.

El mandato, detallado más tarde por el secretario del Foreign Office, Jack Straw, apunta a una investigación generalizada sobre la inteligencia disponible no sólo sobre Irak, sino "acerca del alcance de la información secreta disponible sobre los programas de armas de destrucción masiva de los países afectados y acerca del comercio mundial de armas de destrucción masiva, teniendo en cuenta lo que ahora se sabe de esos programas".

Como parte de ese mandato, la comisión está autorizada a investigar "la exactitud de la inteligencia sobre las armas de destrucción masiva en Irak hasta marzo de 2003 y a examinar cualquier discrepancia entre la información acumulada, evaluada y utilizada por el Gobierno antes del conflicto y las que pueda haber entre esa información secreta y lo que ha sido descubierto por el Grupo de Inspección de Irak desde que acabó el conflicto".

El comité estará presidido por lord Butler de Brockwell, un funcionario ya jubilado que en sus 37 años de carrera sirvió bajo el mandato de cinco primeros ministros y que conoce a la perfección los servicios de espionaje. También formarán parte de él sir John Chilcot, lord Inge, un representante del Partido Laborista y otro del Partido Conservador.

Los investigadores presentarán sus primeras conclusiones antes de la pausa parlamentaria del verano. Tendrán derecho a examinar todo tipo de material del espionaje, pero sus reuniones e interrogatorios serán secretos y el primer ministro podrá mantener en secreto las partes que considere que afectan a asuntos sensibles. Un secretismo que no ayuda a generar confianza en la investigación tras las críticas cosechadas por lord Hutton en una investigación hecha a la luz del público.

Cámara dividida

Los liberales han renunciado a la oferta de nombrar un representante porque creen que los términos de la investigación no permitirán delimitar las responsabilidades políticas del Gobierno. Es una visión que no comparte el líder tory, Michael Howard. De hecho, la Cámara se ha dividido como antes de la guerra; los defensores de la invasión aceptan la investigación y los que la combatieron la consideran insuficiente.

Los ministros del Gobierno, empezando por Blair, proclaman que quienes se opusieron a la guerra no aceptarán nunca que el Gobierno hizo bien en invadir Irak. Pero los críticos se escudan en que todas las evidencias acumuladas con el paso del tiempo no hacen más que confirmar su tesis: que el Reino Unido aceptó ayudar a EE UU a tomar Irak y luego justificó esa decisión azuzando el peligro de las armas de destrucción masiva. Es la tesis defendida en bloque por los liberales-demócratas de Charles Kennedy por diputados tan respetados como el conservador Kenneth Clarke y el laborista Robin Cook. Entre el bloque antiguerra la duda no es si Blair utilizó a los servicios secretos para legitimar la guerra, sino si lo hizo de buena fe, convencido de que los arsenales de Sadam eran un peligro, o a sabiendas de que Sadam ya no tenía capacidad de atacar.

Tony Blair, en una comparecencia parlamentaria, en la que anunció ayer la creación de una comisión sobre las armas.
Tony Blair, en una comparecencia parlamentaria, en la que anunció ayer la creación de una comisión sobre las armas.AP

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