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PRIMER ANIVERSARIO DEL DESASTRE DEL 'PRESTIGE'

La Xunta y Oceanografía dicen que el pescado no tiene hidrocarburos desde que se abrió la veda

El rastro de chapapote aún es visible en zonas muy concretas de la costa de Galicia

El rastro del chapapote aún es visible en zonas muy concretas de la costa de Galicia, un año después del Prestige, pero, según los análisis de la Xunta y del Instituto Español de Oceanografía (IEO), el marisco y el pescado han dejado de recibir cantidades de hidrocarburos por encima de los límites mínimos establecidos para el consumo humano. Esos niveles se superaron ampliamente en los dos primeros meses del año, después de los embates más fuertes de la marea negra y cuando la mayoría de la flota estaba paralizada por la veda.

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Aunque la estampa general de la costa gallega ha recuperado sus colores habituales, algunos restos negros todavía motean el paisaje. Ya sean las pequeñas galletas que aún aparecen a diario en algunas playas, los residuos procedentes del fondo que de vez en cuando ensucian los aparejos de un barco o las capas negras que se resisten a despegarse de acantilados y zonas rocosas de las Islas Atlánticas y de la Costa da Morte.

Pero, entre marzo y octubre, toda la flota fue regresando paulatinamente a las faenas, no sin protestas por lo que algunos consideraban un retorno prematuro. Los últimos en incorporarse, como cierre definitivo a la larga y compleja veda impuesta por el Prestige, fueron los percebeiros de la Costa da Morte.

Desde entonces, según la Xunta y la Agencia de Seguridad Alimentaria, la presencia de restos de chapapote en las aguas no ha tenido consecuencias significativas sobre las especies que se capturan.

El Gobierno gallego asegura haber realizado más de medio millar de análisis con resultados negativos. Los técnicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) han llegado a la misma conclusión. "Tenemos resultados de muestras recogidas en septiembre y la presencia de hidrocarburos estaba por debajo de los límites permitidos", aseguró Juan José González, jefe del servicio de contaminación marina del Instituto Español de Oceanografía.

Entre enero y marzo pasado, tres científicos de la Universidad de A Coruña, que hacen un seguimiento por encargo de las cofradías de pescadores, encontraron en algunas especies altos niveles de hidrocarburos aromáticos, considerados potencialmente cancerígenos.

Tal presencia es, según los biólogos que elaboraron el informe, una prueba de que los efectos del chapapote se han introducido en la cadena alimentaria marina. Juan Freire, director del estudio, señaló que el problema no atañe tanto a la seguridad de la alimentación humana como a los daños que pueda sufrir la fauna. "Esto nos indica que va a haber un efecto sobre la reproducción, un efecto tóxico, no mortal, pero crónico", explicó Freire.

La difusión de este informe, publicado ayer por el El Mundo, causó un notable revuelo e hizo afanarse al Gobierno central y a la Xunta por tranquilizar a los consumidores. Tanto el vicepresidente segundo del Gobierno, Javier Arenas, como los responsables de la Agencia de Seguridad Alimentaria y las autoridades gallegas no cuestionaron los datos del estudio, pero subrayaron que las muestras fueron recogidas en tiempo de veda.

Tres personas limpian el chapapote acumulado entre las rocas en una cala de la zona de Lires (Muxía).
Tres personas limpian el chapapote acumulado entre las rocas en una cala de la zona de Lires (Muxía).CARMEN VALIÑO

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