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La libertad insobornable y la lucidez de Max Aub reviven en su centenario

Un congreso reúne a decenas de especialistas y una exposición recupera su vida y sus aficiones

Ferran Bono

La condición de intelectual y cronista de su tiempo de Max Aub, para quien los problemas políticos eran fundamentalmente morales, fue destacada ayer en Valencia en la jornada inaugural del congreso internacional Max Aub: Testigo del siglo XX. Decenas de especialistas, reunidos en el antiguo monasterio de Sant Miquel dels Reis, sede la Biblioteca Valenciana, analizan la obra literaria y la trayectoria vital de este judío errante, autor de La gallina ciega y otras muchas obras sobre las que durante años apenas se ha arrojado luz. Se conjura así también el pasado de este rehabilitado monasterio, que fue cárcel de ominoso recuerdo durante la Guerra Civil y la posguerra.

"Tras un tiempo en que Max Aub estuvo en un oscuro rincón, su obra y su testimonio han sido recuperados y rescatados, y ya ocupa el lugar que se merece entre los escritores del siglo XX", subrayó ayer el consejero de Cultura de la Generalitat valenciana, Manuel Tarancón.

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El congreso, organizado por la Generalitat y la Fundación Max Aub de Segorbe, forma parte de los numerosos actos programados en el Año Max Aub declarado por las Cortes Valencianas. Entre los objetivos de Max Aub: Testigo de un siglo se encuentra el análisis de los elementos clave del siglo XX y su interpretación a través de la visión de Aub.

Elementos como el desarraigo, el compromiso, la distancia crítica o la implicación moral. No en vano Aub fue un hombre cuya convicción de pertenencia a una época vino fundamentada en gran medida por la experiencia de la Guerra Civil y el largo exilio. En este sentido, a lo largo del encuentro se revisarán las relaciones del escritor con exiliados como Francisco Ayala, Américo Castro, Juan Marichal, Vicente Llorens, Luis Buñuel, Emilio Prados o Jorge Guillén.

Tradición literaria

La intervención de apertura del congreso versó sobre el campo que más y mejor cultivó en sus distintos géneros, la literatura. El catedrático emérito de la Universidad de Laval, en Quebec, y uno de los máximos especialistas en la obra de Max Aub, Ignacio Soldevila, desgranó en su conferencia Aub y la tradición literaria española. El estado de la cuestión, algunas de estas influencias, destacando la importancia de tres escritores como Cervantes, Góngora y Quevedo en su posterior producción.

Soldevila recordó cómo adoptó el castellano el autor de Crímenes ejemplares a los 11 años, cuando se traslada a Valencia procedente de París. Pronto conoce y aprecia a Gonzalo de Berceo. "En clase de literatura, mi entusiasmo iba a Berceo, porque yo, con mi francés y mi latín, muy a los principios, entendía mejor -o lo creía- a los primitivos", le comentó Aub a Soldevila en la autobiografía que le entregó en 1953 para que confeccionara su tesis.

Aub, que solía decir que uno es de donde ha hecho el bachillerato, adoptó con esfuerzo el castellano, pero ya no lo abandonó como su única lengua de escritura creativa, si bien el conocimiento de otros idiomas le permitió estar suscrito a revistas y publicaciones extranjeras y estar en contacto con las principales corrientes del momento.

Cuando se incorporó en 1922 a las tertulias literarias de Madrid, por primera vez en más de un siglo, el espacio literario español estaba "en sintonía con los movimientos y espacios literarios en Occidente". Los movimientos de las vanguardias de entreguerras marcaban el discurrir de la cultura europea.

Aub atesoraba ya de joven una gran amplitud de conocimientos, lo que, unido a sus raíces francesas y alemanas, le hacía especialmente interesante a ojos de los jóvenes que más tarde formarían la llamada Generación del 27. Como contrapartida, el autor fue influido por el "desdén" de estos artistas por una buena parte de las figuras del realismo y del romanticismo, explicó Soldevila.

Aub, no obstante, sintió admiración por la obra de Benito Pérez Galdós, y en su juventud también tuvo "grandes entusiasmos" por escritores de la Generación del 98, como Pío Baroja o Miguel de Unamuno.

El coordinador del congreso, Juan María Calle, señaló que "Max Aub recorre nuestra historia intelectual y cultural como testigo del siglo XX desde la perspectiva de un judío errante, valenciano nacido en París".

El congreso, que se prolonga hasta el sábado, está dividido en seis bloques: Max Aub y las vanguardias artísticas, coordinado por Juan Manuel Bonet; Max Aub, espejo de España, por Mariano Peset; Max Aub, entre la persecución y el exilio, por Manuel Aznar; Max Aub en la sala de espera de la guerra fría, por José Carlos Mainer; Max Aub y la tradición literaria, de Soldevila, y Max Aub y el exilio español, por Sebastián Faber.

La portada del catálogo de la exposición sobre Aub incluye el retrato que le hizo Jenaro Lahuerta en 1931.
La portada del catálogo de la exposición sobre Aub incluye el retrato que le hizo Jenaro Lahuerta en 1931.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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