Muere el académico Domingo Ynduráin
El catedrático y estudioso de la literatura española acababa de ser reelegido para la secretaría de la RAE
El filólogo, profesor y académico Domingo Ynduráin falleció el jueves en Madrid a los 59 años, tras una larga enfermedad, según informó ayer la Real Academia Española. Catedrático de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en los siglos XV a XVII, era secretario de la Academia desde 1999, cargo en el que sustituyó a su actual director, Víctor García de la Concha, y para el que fue reelegido por otros cuatro años en enero de este año. Pertenecía a la RAE desde abril de 1996, año en que fue elegido para ocupar el sillón a, en sustitución de Elena Quiroga. La familia del fallecido expresó su deseo de que tanto la capilla ardiente como el entierro, ayer, se desarrollasen en la intimidad.
El escritor y académico Luis Goytisolo destacó la entrega "total, hasta el último momento", del fallecido a la Academia. Goytisolo relató cómo conocieron los académicos su muerte: "Supimos la noticia cuando estábamos celebrando el pleno, y se levantó inmediatamente la sesión. Es una pérdida lamentable", declaró a Efe. "La semana pasada acudió y estuvo despachando hasta el miércoles con el director, al que, al darse cuenta de que estaba agravándose, le había pedido que no retrasara el viaje a México, donde la próxima semana está prevista la reunión anual de todas las Academias".
El sentimiento de pesar era unánime entre los miembros de la Academia. El vicedirector, Gregorio Salvador, definió a Ynduráin como un hombre que "tenía un gran sentido realista de las cosas y un constante sentido del humor", y como secretario de la institución destacó su "muy buen criterio, siempre dispuesto a atender solicitudes". Lo mismo dijo Julián Marías, para quien fue "un excelente secretario de la Real Academia Española". "Lo ha hecho muy bien". Luis María Anson lo calificó de "académico ejemplar" y "secretario sobresaliente".
"Lo conocía desde los años sesenta, cuando coincidí con él en la antigua Facultad de Filosofía y Letras", contó Rodríguez Adrados. "Tomó mucha parte en aquel movimiento que presagiaba el final del régimen de Franco. Luego volví a encontrarlo en la Academia". "Era una persona de muy buen trato. Llevaba su enfermedad con mucho valor y nos temíamos su muerte desde hace tiempo, pero ayer, cuando nos lo dijeron durante el pleno, fue un golpe muy fuerte".
De san Juan de la Cruz al 98
Domingo Ynduráin era hijo del también filólogo, ya fallecido, Francisco Ynduráin, y había nacido en 1943 en Zaragoza. Fue profesor de las universidades de Zúrich y Lausana, en Suiza, y de la de Lovaina, en Bélgica. Sus estudios sobre la poesía de san Juan de la Cruz, Espronceda, Quevedo, o la narrativa de José María Pereda, Emilia Pardo Bazán, Juan Valera, Leopoldo Alas Clarín, Benito Pérez Galdós y Ángel Ganivet son el eje de algunos de sus estudios, entre los que figuran las obras Análisis formal de la poesía de Espronceda (1971); Ideas recurrentes en Antonio Machado (1975); Época contemporánea 1939-1980 (1981); Aproximación a San Juan de la Cruz, (1990), y Humanismo y Renacimiento en España (1994).
Entre sus últimas obras destacan Del clasicismo al 98 (2000); Las querellas del buen amor: lectura de Juan Ruiz (Salamanca: Biblioteca Española del Siglo XV, 2001); la reedición de La vida es sueño, de Calderón de la Barca (Alianza Editorial, 2002), sobre quien ya había escrito también El gran teatro del mundo. Calderón de la Barca, en 1989.
En 1988, Domingo Ynduráin fue nombrado vicesecretario general de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, de Santander, puesto que ocupó hasta 1991. En 1994 fue elegido por el Congreso de los Diputados miembro del Consejo de Universidades.
En abril de 1996 fue elegido miembro de la Academia, en donde ocupó el sillón a, en sustitución de Elena Quiroga, desde el mismo mes del año siguiente. Ynduráin fue propuesto para entrar en la Academia por Rafael Lapesa, Carlos Bousoño y Emilio Alarcos. Tras resultar elegido, declaró: "El español está acosado por el inglés en el campo de las ciencias, es una batalla perdida; pero en absoluto tiene problemas en la creación literaria y artística, que siempre ha sido una especialidad nuestra".
Cuando ingresó en 1997 pronunció un discurso sobre El descubrimiento de la literatura en el Renacimiento español. El nuevo académico terminó su intervención refiriéndose al Quijote. Para Domingo Ynduráin, la obra de Cervantes "abre camino libre a la exploración de mundos nuevos y hasta entonces ocultos, pues sitúa como objeto de la literatura la comprensión de los recovecos y contradicciones del alma humana, las imaginaciones y fantasías de los hombres; crea un ámbito específico para la literatura que, al mismo tiempo, es y no es verdadera, se sitúa entre la realidad y el sueño". Para Ynduráin, Cervantes "ha desplazado el interés de la literatura hasta centrarlo en las experiencias personales, sean las del escritor y el proceso de escritura, sean las de los personajes; tal cambio lleva consigo la implicación del creador en la obra de arte".
El nuevo académico fue contestado entonces por Francisco Rico, que le definió, en palabras de Jaime Gil de Biedma, como un "alma naturalmente literaria" y al que le dijo: "La casa es a tu medida, pero también te va a pedir que des la medida de la casa".
Consenso
Domingo Ynduráin fue elegido secretario de la Academia en 1999, y hace poco más de dos meses fue reelegido por otros cuatro años. "El secretario es el que está en la sala de máquinas de la Academia, y por eso su puesto es fundamental", afirmó Víctor García de la Concha en enero de ese año. El académico fallecido sucedió a De la Concha cuando éste asumió la dirección. El puesto recaía así en otro filólogo, respondiendo a la intención de crear un equipo continuista con la línea de la dirección que forjó Fernando Lázaro Carreter al frente de la institución. "Existe una base que hay que mantener", dijo Ynduráin tras su elección.
El pasado enero, cuando fue reelegido para la secretaría, destacó el consenso como fundamento en el trabajo de la institución. "La mayor parte de las cuestiones que se dirimen en la Real Academia Española no tienen una precisión escrita, sino que se hacen de manera consensuada para decidir lo que parece más idóneo en cada momento", afirmó.
Babelia
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