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'Caso Prestige': los epidemiólogos piden paso

El Gobierno todavía no ha recogido datos epidemiológicos de las personas que han tenido contacto con el chapapote

Miquel Noguer

Desde que el fatídico 16 de noviembre llegó a las costas gallegas el fuel del Prestige, asfaltando a su paso playas y acantilados, decenas de miles de personas -voluntarios, pescadores y habitantes de las zonas afectadas- han estado en contacto con el chapapote. Algunos lo han tocado, otros se lo han llevado pegado en los zapatos y la gran mayoría ha respirado los gases que libera.

¿Puede el chapapote tener efectos adversos para la salud a largo plazo? Ésta es la pregunta que se han hecho desde el primer día miles de personas, y a la que los investigadores del CSIC han respondido con un matizado "no". Pero la verdad es que nadie sabe a ciencia cierta qué concentración de hidrocarburos o metales pesados, productos presentes en el chapapote, han entrado en el organismo de aquellos que estuvieron en contacto con el fuel.

"Hay más datos acerca de la polución en el mar que sobre las personas que han tocado el fuel"
El Gobierno asegura que en marzo tendrá un primer informe sobre la situación

En otras palabras: todavía no se ha hecho un estudio epidemiológico entre la población gallega y los voluntarios, algo que los expertos vienen recomendando encarecidamente desde hace semanas. Y la demanda no es gratuita: desde que el fuel llegó a la costa, 1.100 personas han sido atendidas por el Servicio Gallego de Salud por problemas derivados de la exposición al chapapote. Básicamente por mareos, afecciones en la piel y dolores abdominales.

Esto, sumado a la tardanza del Gobierno en poner en marcha el estudio epidemiológico y el miedo a que el chapapote cause problemas a largo plazo, ha motivado que los presidentes de la Sociedad Española de Epidemiología, Ildefonso Hernández, y de la Federación Europea de Epidemiología, Miquel Porta, hayan publicado una carta en la revista Science en la que solicitan el inicio inmediato de la encuesta epidemiológica.

"Hay más datos acerca de la polución marítima que sobre las personas que han tocado el fuel", denuncia Miquel Porta. Este epidemiólogo, investigador especialista en cáncer y medio ambiente, considera que actualmente no hay datos para alarmarse por posibles efectos nocivos del fuel, pero sí insiste en que la encuesta epidemiológica no se demore más. "El estudio tiene que hacerse ahora, si esperamos más, los datos que se obtendrán de los análisis de sangre y de orina puede que ya no sean representativos o válidos", afirma.

La ministra de Sanidad, Ana Pastor, ratificó en su última comparecencia en el Congreso, el pasado 23 de enero, su voluntad de realizar un estudio epidemiológico entre los trabajadores y la población local que ha tenido contacto con el chapapote, aunque fuentes del ministerio han concretado que el estudio todavía se halla en fase de diseño y que aún no se han recogido muestras.

Los responsables de Sanidad, sin embargo, aseguran que no hay motivo para la alarma. Para afirmarlo se basan en el informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas publicado a finales de diciembre y que recoge las mismas tesis apuntadas por el CEDRE francés un mes antes. Según el CSIC, "la exposición prolongada y repetida a concentraciones bajas de compuestos volátiles causa náuseas, mareos, dolor de cabeza o somnolencia", pero son síntomas de corta duración y desaparecen rápidamente al eliminar el contacto con el petróleo.

En cuanto a los efectos a largo plazo, el CSIC afirma que no hay motivos para temer lo peor ya que algunos de los contaminantes más peligrosos detectados en la crisis del hundimiento del petrolero Erika ante las costas francesas en 1999 no se encontraban en el fuel que transportaba el Prestige o se detectaron en concentraciones muy bajas. El Gobierno asegura que en marzo entregará un primer informe sobre el tema.

Miquel Porta e Ildefonso Hernández sólo consideran parcialmente válida esta explicación, pues no queda claro en qué datos se basará el informe del Gobierno y explican que realizar el estudio epidemiológico con entrevistas y biomarcadores permitiría monitorizar los niveles de exposición y vigilar si el chapapote causa problemas a largo plazo.

"Si dentro de unos años aparecen varios casos de cáncer o cualquier otra enfermedad en un determinado punto de la Costa da Morte la gente comenzará a sospechar del chapapote y si no se hace el estudio no tendremos ningún argumento para decir si estas enfermedades son producto del vertido del Prestige o no".

Según los epidemiólogos, el estudio debe incluir muestras representativas de la población local, de los voluntarios y de los soldados que todavía hoy participan en las tareas de limpieza. Asimismo, a estos grupos se les debería hacer análisis de sangre y de orina y una encuesta epidemiológica. Otra muestra representativa de habitantes de pueblos del interior de Galicia permitiría comparar las muestras de sangre.

Pero Hernández y Porta no quieren dramatizar y consideran que tampoco hay que hacer un análisis a todo el mundo: "Lo importante es seleccionar, entrevistar a las personas de forma válida y que el estudio se haga bien", lo que en su opinión "no resultaría en absoluto caro en comparación con el dinero que el Gobierno dice que está destinando a Galicia".

Un grupo de soldados limpian de fuel una zona rocosa de la Costa da Morte.
Un grupo de soldados limpian de fuel una zona rocosa de la Costa da Morte.REUTERS

El peligro de los hidrocarburos

La Agencia Internacional sobre el Cáncer clasifica algunos compuestos del fuel del Prestige como compuestos "posibles cancerígenos del grupo 2B", lo que significa que se tiene constancia de sus efectos cancerígenos en animales pero que las escasas pruebas realizadas en humanos no permiten sacar conclusiones más definitivas. Es precisamente esta falta de estudios lo que debería corregirse.Uno de los principales agentes tóxicos detectados en el fuel es precisamente uno de estos grupos de compuestos, los hidrocarburos aromáticos policlínicos. Según el informe del CSIC, estos compuestos "se encuentran en concentraciones que no suponen un peligro de intoxicación aguda para la salud, sino uno crónico".A pesar de que el mismo informe asegura que el riesgo de enfermar sólo existe en casos de larga exposición al chapapote, el Gobierno todavía no tiene datos concretos sobre cuántas personas participaron en las tareas de recogida del fuel y durante cuánto tiempo, sobre todo en los primeros días de la catástrofe, cuando las labores de los voluntarios todavía no estaban coordinadas. El ministerio se escuda en un informe realizado tras la tragedia del Erika, en 1999, cuando se detectó que la única actividad que entrañaba un cierto riesgo era la limpieza de aves petroleadas en salas cerradas. Desde la Federación Europea de Epidemiología, sin embargo, se insiste en que no toda la literatura científica ofrece datos tranquilizadores. Un estudio de la Universidad de Columbia realizado en Polonia compara las concentraciones sanguíneas de aductos de hidrocarburos aromáticos con su presencia en el ADN.Este y otros estudios concluyen que, en el caso de mujeres embarazadas, los hidrocarburos aromáticos son transmitidos en concentraciones idénticas al bebé: los hidrocarburos cruzan la placenta. Además, en concentraciones de hidrocarburos importantes, las consecuencias son graves: aumento de los abortos espontáneos y riesgo de causar problemas de desarrollo en el recién nacido. "El riesgo de que esto ocurra es muy bajo", recuerda Porta, "pero ello no debe ser una excusa para dejar de estudiarlo, sino todo lo contrario", concluye.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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