Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.
La luz verde a las cuentas de la Generalitat rompe definitivamente la política de bloques, hace más respirable la política catalana y facilita la gobernabilidad a Sánchez y a Aragonès
La reforma del delito de sedición reordena la política catalana, que ahora se divide entre los que quieren seguir sacando réditos “del lío” y los que quieren dedicarse a gobernar
El líder del PSC y de la oposición en Cataluña defiende la mano tendida al Govern y alega que no es momento de ir a elecciones y sí de tener presupuestos
Incapaces de leer que los tiempos han cambiado, y con ellos, las prioridades de los catalanes, Junts sigue pensando que puede volver a desestabilizar todas las instituciones sin que ello le penalice
“Si no somos capaces de hacer o mantener un Gobierno independentista, ¿cómo vamos a convencer a alguien de que vamos a dar la independencia?”, reflexiona el expresidente catalán en plena crisis del Ejecutivo de Aragonès
La pureza independentista que expide carnets de traidor encuentra mejor acomodo en círculos de la extrema derecha identitaria que en la transversalidad que un día dijo representar
El presidente de ERC evita señalar a Margarita Robles por el caso del espionaje. “Sería poco útil que propusiera un nombre”, asegura en una entrevista con EL PAÍS
EL PAÍS estrena la newsletter de la capital catalana que se enviará gratuitamente cada miércoles a los correos electrónicos de aquellos que se suscriban
Víctimas de su relato y de su autoengaño, Esquerra y Junts han seguido priorizando negociar con la CUP cuando el pegamento del ‘procés’ hacía ya tiempo que había dejado de ser efectivo
Pese a la virulencia del choque de ayer no cabe, ni mucho menos, descartar un acuerdo de última hora entre independentistas, pues hay demasiado poder —y cargos— en juego