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Un estudio acusa a los fabricantes de leche para bebés de prácticas ilegales en África occidental

Hace más de 20 años que la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó que la lactancia es el mejor método para criar a los recién nacidos. La leche materna es rica en nutrientes, y además evita infecciones. En muchos países pobres es, por otra parte, el único alimento al alcance de las madres. Por eso la Asamblea Mundial de la Salud de 1981 recomendó que se protegiera la lactancia, e impuso un código sobre publicidad y venta de productos sustitutivos. Un estudio que publica hoy la revista British Medical Journal revela que, pese a estas limitaciones, las multinacionales no se resisten a perder este mercado y violan "frecuentemente" el código de la OMS.

El trabajo ha sido dirigido por Víctor Aguayo, experto en supervivencia infantil de la ONG estadounidense Hellen Keller International, en colaboración con la OMS. La investigación se centró en los centros de salud, las tiendas y farmacias de dos países de África occidental: Togo, un país sin legislación sobre el asunto, y Burkina Faso, que sí la tiene. También se entrevistó a 105 madres con hijos menores de cinco años. En ambos países el porcentaje de incumplimientos del código sobre leches maternizadas fue similar.

Donaciones ilegales

Entre las violaciones más frecuentes está la donación de leche maternizada durante un periodo, con lo que se fomenta que las mujeres no den el pecho, dejen de producir leche y tengan que comprar el producto cuando se les acabe el que han recibido gratis. Además, en muchas de las cajas no se explican las condiciones de conservación y preparación del producto, con lo que aumenta el riesgo de malnutrición o enfermedad de los niños.

También hay irregularidades en la publicidad, que no respeta el compromiso de recomendar la lactancia materna frente a otros alimentos (salvo en el caso de mujeres portadoras del VIH, que pueden transmitir el virus por la leche a sus hijos), y la presencia de material de promoción y muestras gratis en los centros de salud, con lo que se inducía a las madres a cambiar la alimentación de los bebés. Los investigadores descubrieron que hasta un 85% del personal sanitario que entrevistaron ni siquiera conocía el código, y la mayoría de las mujeres no había recibido consejo sobre las ventajas de la lactancia.

Los resultados del estudio demuestran que la situación no ha mejorado en los últimos 20 años, según recalcan los editorialistas de la revista, quienes se preguntan cómo podría obligarse a las compañías a respetarlo.

Los investigadores han encontrado 40 marcas que incumplen las normas de la OMS. De ellas, 21 estaban fabricadas por la multinacional francesa Danone y 11 por la suiza Nestlé. Portavoces de ambas compañías en Londres negaron ayer las acusaciones, y anunciaron investigaciones sobre las violaciones del código.

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