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XII CUMBRE IBEROAMERICANA

Otra década perdida en América Latina

El 43% de la población sigue siendo pobre después de varios años de reformas frustradas

Juan Jesús Aznárez

Agotada la engañosa bonanza vigente hasta el año 1997, América Latina participó en la XII Cumbre Iberoamericana este fin de semana nuevamente turbulenta, vapuleada por la corrupción y las crisis económicas y de gobernación que mantienen en la pobreza al 43% de sus habitantes. El populismo y las credenciales golpistas han llegado a ser garantía de éxito electoral en las democracias devaluadas. Venezuela arde, Colombia se mata y el brutal encogimiento argentino casi tumba a Uruguay y Paraguay. Brasil es incierto, Centroamérica continúa postrada y la estabilidad de México y Chile se acompaña de graves carencias.

Estados Unidos vive obsesionado con su propia seguridad y la lucha contra el terrorismo y apenas atiende las demandas procedentes del sur del río Bravo: acuerdos de libre comercio que multipliquen la exportación de materias primas o manufacturas. "Exportar o morir", declaró Fernando Henrique Cardoso presidente saliente de Brasil, cuyas exportaciones sólo representan un 11% del PIB. Así lo entendió México con su acuerdo con Estados Unidos y Canadá, en desarrollo desde enero de 1994. El porcentaje de sus exportaciones representaba el 17% y ahora el 25%. Los nuevos fondos en dólares contribuyeron a estabilizar el peso, en flotación desde la bancarrota de 1995.

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Pero los tiempos han cambiado y Bin Laden e Irak son las prioridades de la Administración norteamericana, que conecta mejor con la belicosidad del presidente colombiano, Álvaro Uribe, en su lucha frontal contras las guerrillas. Pero, si el mexicano Vicente Fox, cuate de George Bush, no ha arrancado una sola concesión en las negociaciones de un acuerdo migratorio, "es improbable que el resto de los gobernantes consiga algo", dicen fuentes diplomáticas mexicanas.

La región, con 20 millones de emigrantes, continúa sin resolver una ecuación fundamental: aumentar exportaciones y el ahorro interno para evitar su dependencia de los capitales extranjeros. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) calcula un retroceso del 0,8% en el conjunto del PIB a finales del presente ejercicio. Será la primera vez en 20 años que el comportamiento promedio es bajo cero. Y el 11-S, dice Margarita Iglesias, directiva de la Acción Ciudadana, "ha servido de pretexto para militarizar los conflictos sociales, condenándolos como favorables al terrorismo".

Las protestas son frecuentes en América Latina, porque la clase media es todavía exigua y se ha empobrecido, la justicia distributiva es una excepción y hay 11 millones más de pobres en el último decenio, según el programa de la ONU para la Alimentación y Agricultura (FAO). Los importantes avances en la escolarización, que cubre hasta el 93% en la primaria y el 70% en la secundaria son ensombrecidos por una deserción que llega hasta el 37% entre los adolescentes. La delincuencia absorbe a muchos. Argentina, Venezuela, Paraguay, Ecuador y Uruguay sufrieron más las nuevas crisis, según las estadísticas disponibles. Chile, El Salvador, Perú, República Dominicana, Panamá y México las sortean o progresan modestamente: en torno a un punto. La meta del milenio, esto es, reducir la pobreza extrema en un 50%, para el año 2015, obligará a un crecimiento anual, altamente improbable, del 5,7% en las economías más pobres.

Las reformas estructurales requeridas para conseguirlo son difíciles en la mayoría de los países, porque las miras del Gobierno y de la oposición son más electoralistas que de Estado. El director de la CEPAL, José Antonio Ocampo, no critica tanto el modelo neoliberal como la ingenuidad con que fue aplicado: "Se llegó a decir que la mejor política agrícola o industrial era no tener ninguna, y eso fue funesto".

Culpa del modelo o de sus ejecutores, el desencanto entre la mayoría de los 480 millones de habitantes de Latinoamérica explica que el 37% de los colombianos, en una reciente encuesta, aceptaran la solución de sus problemas fuera de los circuitos de la democracia.

Otras de las consecuencias es la victoria presidencial del izquierdista brasileño Lula da Silva, para quien el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), promovida por Estados Unidos, es una "anexión". Las medidas proteccionistas impuestas por este país al acero y las subvenciones agrícolas proporcionan munición a quienes adivinan un ALCA sin equidad en los intercambios. Jorge Campbell, director del Global News International Media Consulting, anticipa que el Brasil del nuevo presidente y la Venezuela de Hugo Chávez habrán de trabar las negociaciones de ese foro, que se pretende esté concluido para el año 2005.

No sorprenden las resistencias, porque el liberalismo de los años noventa mejoró notablemente el funcionamiento de los servicios, las infraestructuras y la banca privatizados, pero apenas contribuyó al bienestar de la mayoría. Incluso México, uno de los países más estables política y económicamente, comparado con el resto, no logra expugnar la pobreza del 53% de sus habitantes. El presidente de la Corporación Andina de Fomento (CAF), Enrique García, aporta un elemento fundamental: "La macroeconomía no crea el crecimiento, sino las condiciones de crecimiento y la riqueza, y esto último la crean las microempresas".

Los flujos de capital privado cayeron desde los 326.000 millones de dólares registrados en 1996 a menos de 130.000 este año, la cantidad más baja en un decenio. La región camina a trancas y barrancas, obligada a la disciplina fiscal y a los recortes presupuestarios, y esclavizada por la servidumbre de su gigantesca deuda externa. La brasileña alcanzó los 230.000 millones de dólares, el 60% del PIB, y los vencimientos son a corto plazo son amenazadores.

Las privatizaciones del sector público para reducir el déficit fiscal y pagar la deuda externa no han tenido el efecto apetecido, y las depreciaciones de este año en Brasil, Argentina, Chile, México o Venezuela condujeron a que la deuda total en moneda extranjera en la región equivalga al 50% del PIB. Una corrupción galopante e imbatible y la evasión fiscal, por encima del 35%, consumen millonadas en una parte del mundo sin apenas dinero disponible para programas sociales y créditos a las pymes. Se suma a ellos una capacidad de endeudamiento muy mermada. "La región está caracterizada por una condición de auges y declives", declaró Peter Hakim, director del Diálogo Interamericano. Los últimos, más frecuentes, determinaron su atraso.

"El que metió la pata se jodió", advirtió el presidente dominicano, el socialdemócrata Hipólito Mejía, pronunciándose sobre un caso de corrupción, cuando ya los primeros delegados internacionales habían llegado a Playa Bávaro para preparar la XII Cumbre Iberoamericana. La pata, y sobre todo la mano, la han metido impunemente generaciones de políticos, funcionarios y ciudadanos latinoamericanos de a pie. Los 31.000 dólares con los que un empresario compró los favores de un político gubernamental en Chile son una broma comparados con el latrocinio de otros países.

"Robaron más de lo que el país producía", declaró el escritor Ernesto Sábato al resumir la ruina argentina. Francisco Barrio, encargado de supervisar las grandes cuentas en México, reconoció que el país pierde cerca de 8.000 millones de dólares en inversión extranjera por la corrupción. Esta lacra supone un impuesto adicional del 15% a los empresarios. Desde el peruano Alberto Fujimori al nicaragüense Arnoldo Alemán, la relación de ex presidentes acusados de ladrones es larga. Algunos que fueron procesados, el argentino Carlos Menem o el peruano Alan García, pueden volver al gobierno porque la incultura política, según los analistas, es aliada de la impunidad.

El populismo como respuesta

El populismo prospera en América Latina, aunque fracasa en el Gobierno, porque sus sociedades gratifican el caudillismo y la demagogia después de haber sido estafadas por el mercado y los partidos tradicionales. El populista coronel de izquierdas Lucio Gutiérrez pasó a la segunda vuelta de las presidenciales ecuatorianas porque fue golpista en enero del año 2000 contra el liberal Jamil Mahuad. Lo recordó haciendo campaña en traje de faena, su principal identificación y discurso. El día 24 disputará la presidencia, en segunda vuelta, a otro populista de derechas, el multimillonario Álvaro Noboa, que prometió hacer cresos a todos sus compatriotas. Gutiérrez aprendió del venezolano Hugo Chávez, presidente seis años después de su cuartelazo contra el corrompido bipartidismo de su país. Los populismos son diferentes, pero hasta el propio presidente electo de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, debió ceder a su gancho prometiendo empleo e inversiones y la cuadratura del círculo: enfrentarse al liberalismo de EE UU aceptando las reglas de juego del capitalismo global. Los actuales jefes de Gobierno de México, Brasil, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá o Perú derrocharon populismo en campaña, atemperado porque sus finanzas públicas los estrangulan. No obstante, el cierre de las canteras del populismo no parece posible a corto plazo porque los viejos partidos latinoamericanos naufragan envueltos en escándalos de corrupción o tráfico de armas, y las instituciones de la democracia son frecuentemente manipuladas por los gobernantes de turno y no tienen fuerza ni capacidad para resolver los conflictos nacionales. "Sobre una base de convicciones políticas endebles, la tradición caudillista ha visto renacer a sus personajes", sostiene el peruano Enrique Ghersi, profesor universitario. Los ideales democráticos languidecieron y la corrupción y los fracasos económicos hicieron el resto. "Es evidente es que los movimientos antimercado, populistas, estatistas, nacionalistas, imprecedibles o dispuestos a confrontar los mercados internacionales, parecen cada vez más próximos a acceder al poder", señala Julio Burdma, director del Observatorio Internacional Latinoamericano. Que lo hagan después de haberlo conseguido no es seguro. El propio Chávez, bajo cuyo mandado el PIB nacional ha caído ocho puntos, acabó cediendo a la ortodoxia del FMI.

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