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Entrevista:Eduardo Duhalde | Presidente de Argentina | CUMBRE UE-AMÉRICA LATINA

'En Argentina no hay seguridad jurídica para nadie'

'No hay seguridad jurídica para nadie en Argentina', afirma el presidente argentino, el peronista Eduardo Duhalde, de 60 años, que la próxima semana viaja a España. La crisis argentina será, sin duda, uno de los principales temas que abordará la II Cumbre de América Latina y Caribe-Unión Europea, que se inaugurará el próximo viernes en Madrid. Lógicamente, buena parte del protagonismo recaerá en Duhalde.

La visita de Duhalde a Madrid se produce en plena resaca de la amenaza lanzada por el Santander Central Hispano (SCH), el primer banco extranjero en Argentina, de retirarse por falta de liquidez.

Pregunta. El presidente Aznar dijo recientemente en Estados Unidos que no podía hacer nada para impedir una eventual retirada de Argentina de bancos o empresas españolas. ¿Qué puede hacer al respecto el presidente argentino?

'El drama más grande era que estábamos al borde de la guerra civil'
'Estoy convencido de que aislarnos del mundo sería lo peor que podríamos hacer'
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Tema:: La crisis argentina
Gráfico:: La economía argentina
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Participación:: La opinión de los lectores

Respuesta. Bueno, en primer lugar lo que dice el doctor Aznar es absolutamente cierto. Nada puede hacer el presidente de un país en torno a decisiones empresariales, por importantes que sean. Puede dar consejos, pero no puede hacer otra cosa. Y en el caso nuestro, tenemos un tremendo problema, que es que no tenemos sistema financiero y bancario. En resolver este problema se nos va gran parte de las posibilidades de salir rápidamente de la crisis. Es un tema extremadamente complejo, porque evidentemente estamos muy mal económicamente. Hay mucha plata de la gente en los bancos. Los bancos también tienen muchos bonos argentinos, muchos activos... Estamos haciendo esfuerzos para cuidar a los bancos, porque si se llegara a dar una caída de los bancos sería tremendo para Argentina, por la enorme cantidad de personas que están vinculadas como ahorradores o clientes. Un pequeño banco como el canadiense Scotia Bank está generando conflictos extremos fundamentalmente por dinero de salarios que ha quedado aprisionado allí. Imagínese lo que ocurriría con bancos que tienen más de un millón de ahorradores. Sería tremendo.

P. El Gobierno argentino reaccionó inmediatamente tras la amenaza del consejero delegado del SCH, Alfredo Sáenz, y el ministro Roberto Lavagna llamó al embajador español.

R. Pero lo llamó con razón, porque no era el presidente de España. Que un banquero diga que se van a ir o que diga que está para tres meses le genera un conflicto a su propio banco. Fue una declaración poco feliz.

P. ¿Qué opina de la actuación de las empresas españolas y del Gobierno español?

R. Con el Gobierno español tengo un estrecho contacto. El presidente Aznar nos aconseja y trata de ayudar. Tuvimos una reunión ocasional en México con él y con Bush, y trató de darnos una mano. Es un buen abogado para ayudarnos a salir de la crisis.

P. Las empresas alegan que en estos momentos no hay seguridad jurídica en Argentina.

R. Evidentemente. En un país que está en la depresión más grande de su historia no hay seguridad jurídica para nadie en Argentina. No sólo para los empresarios, sino para los hombres de trabajo, para los jubilados que les hemos tenido que descontar parte de sus haberes, para los clientes de los bancos. A todo eso se le llama seguridad jurídica. Hoy padecemos una crisis monumental y estamos haciendo el esfuerzo de tomar las medidas que nos lleven a la comunidad internacional, para no ser mal mirados como ahora y con razón. Argentina es un país que está en suspensión de pagos, la gente sabe de la potencialidad argentina y no se explica qué es lo que está pasando. Entonces hay un enojo. Yo siempre digo que están enojados los de afuera porque no les pagamos, porque no cumplimos, y están enojados los de adentro, porque Argentina entró en suspensión de pagos interna antes que en suspensión de pagos externa.

P. Cuatro meses después de su investidura como presidente la situación no sólo no se ha revertido, sino que ha empeorado.

R. Yo asumí y, según decían, el drama más grande era que estábamos al borde de la guerra civil en la Argentina. El conflicto social estaba expuesto en carne viva. Juan Pablo II decía que temía precisamente eso. El canciller alemán Schröder no quería venir porque creía que estábamos en guerra civil. Era una situación dramática de conflicto social. Lo cierto es que la situación ha ido perdiendo intensidad, lo que no significa que Argentina no sea en su conjunto una especie de gran olla a presión. Y que hay que tener mucho cuidado, hay que tener mucha experiencia en manejar estas crisis porque está todo el mundo enojado, y cuántos periodistas colegas de ustedes hay en la Argentina que creen tener la solución del problema del país.

P. En octubre, después de haber sido elegido senador, usted hizo una declaración durísima contra la dirigencia política argentina, entre la que se incluía. ¿Se acuerda?

R. Sí, mejor no repetirlo ahora.

P. Pero ahora que es presidente y puede comprobar cómo funciona la dirigencia argentina...

R. Mire, di mi opinión porque conozco profundamente la potencialidad de Argentina. Si está así de mal no es por culpa de los farmacéuticos ni de los trabajadores sino por culpa de la dirigencia. En el último cuarto de siglo, primero por goteo, fue abriéndose una brecha más y más amplia que produjo una brutal transferencia hacia los sectores de mayores ingresos y el empobrecimiento aceleradísmo de los sectores de menores ingresos. Esto tuvo que ver con políticas equivocadas durante muchos años y tuvo este desenlace. En 1996 y 1997 nos jactábamos los argentinos de que teníamos una situación financiera extraordinaria y el último coletazo se llevó hasta eso. Nos quedamos sin industria, sin producción.

P. Da la sensación de que el Gobierno ha llegado a la conclusión de que sin acuerdo con el FMI, Argentina no levantará cabeza. ¿Cree usted que sus conciudadanos le respaldan en ese anhelo?

R. La gente no está de acuerdo con este esfuerzo que está haciendo el Gobierno. Pero yo tengo una obligación más allá de lo que opina la población argentina. Estoy convencido por la experiencia que tengo de que aislarnos del mundo sería lo peor que podríamos hacer. El dirigente muchas veces no tiene que dejarse llevar por lo que opina la gente en general, cuando su convicción le indica todo lo contrario. Lo vivimos cuando se llenó la Plaza de Mayo porque habíamos invadido las islas Malvinas y duró una semana. ¿En qué terminó? Lo mismo va a pasar con esto, no podemos echar la culpa al mundo de todo lo que nos pasa. Algo malo habremos hecho los argentinos. En algo nos habremos equivocado. Tenemos que recapacitar y adoptar las normas estándar de los países normales. Pedir a los países europeos, a España, porque le debemos dinero a los españoles, pagarles con carne, con productos. Queremos que reciban nuestros productos, porque tampoco este mundo es justo. Nosotros queremos pagar, pero tienen que ayudarnos.

P. ¿Se considera un presidente provisional?

R. ¡Lo soy!

P. ¿Esa transitoriedad, no le impide adoptar las reformas que necesita Argentina?

R. En cuanto Argentina salga de esta convulsión y entre en aguas calmas, espero hacer lo que dije. Una sola vez le hablé a la población argentina por cadena. Creo que debemos ir hacia una institucionalidad para que el pueblo pueda elegir el régimen en que quiere vivir, presidencial o parlamentario. El presidencialismo en América ha sido desastroso. Y las experiencias parlamentarias, canadienses y europeas, son muy buenas. ¿Queremos elegir todo de nuevo o no? ¿Qué hacemos con la Justicia? Todo eso tenemos que plebiscitarlo en la gente y plasmarlo en una nueva Constitución.

P. ¿Usted va a proponer ese plebiscito y esa reforma?

R. Sí, sí, para arrancar con una segunda República parlamentaria.

P. ¿No se puede interpretar que usted busca una reforma que le permita mantenerse en el poder?

R. No. Lo he dicho mil veces. Ésta es mi última gestión. Yo ya me jubilo de la política. Ésta es mi última actividad.

P. ¿No le parece que va en aumento la opinión de que usted no terminará el mandato?

R. Esto es muy variable. La opinión popular es muy variable. Lo que me sorprende es que haya índices tan altos de gente que dice 'que dure'. Soy consciente de que la situación es malísima, pero también de que alguien tiene que hacer esta etapa. Los pueblos pasan por estas etapas. Y alguien tienen que cumplirlas.

P. ¿Descarta una convocatoria anticipada de elecciones?

R. Absolutamente. La idea de elecciones anticipadas es un disparate, porque darían lugar a otro presidente provisional. El próximo presidente no tiene que ser de transición, tiene que ser el que inaugure una nueva institucionalidad en Argentina. Y eso tengo que preparárselo yo. Al día siguiente de asumir, un colega suyo me preguntó qué iba a ser de mí. Voy a perder el poco prestigio que tengo, poco o mucho lo voy a perder, y esto ya lo sé. Sé lo que demanda el país y sé que es un sacrificio, pero tengo la espalda ancha.

P. En la última crisis que acabó con el cambio de ministro de Economía quedó de relieve la influencia de los gobernadores provinciales que firmaron con usted el famoso acuerdo de 14 puntos como programa de acción. ¿Hasta qué punto el poder de los gobernadores es un contrapeso al poder del presidente?

R. El poder de los gobernadores en Argentina es muy importante, como en todos los países del mundo y más cuando el presidente de la República no ha surgido del voto popular. Naturalmente tienen un poco más de relevancia. Pero yo debo decirle que estoy muy conforme, porque el presidente anterior llamó a los gobernadores y no acudió ninguno. Y en el caso mío, cuando la crisis se agrava los llamo y les digo 'señores, acá si no actuamos en conjunto esto se va al demonio'. Estuvieron todos sin excepción, y me ayudaron y me siguen ayudando. Están todos trabajando con la idea de sacar a Argentina adelante.

P. ¿La colaboración entre peronistas y radicales en el Congreso como base de apoyo a su Gobierno no es una traición al masivo voto de protesta en las elecciones del 14 de octubre, en las que un alto porcentaje de ciudadanos dio la espalda a la vieja política de los dos partidos tradicionales?

R. Lo que pasa es que el apoyo que tengo es de los gobernadores y de todos los partidos. Un Gobierno parlamentario no puede gobernar si no tiene apoyo. Yo no presumo de ser un presidente elegido por la gente, entonces busco que me ayuden.

El presidente de Argentina, Eduardo Duhalde.
El presidente de Argentina, Eduardo Duhalde.ASSOCIATED PRESS

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