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Pastrana y las FARC mantienen la zona neutral en Colombia

El Congreso acepta el acuerdo con la guerrilla y exige que se cumpla el alto el fuego

El Gobierno colombiano anunció el pasado viernes por la noche que ha alcanzado un acuerdo con el grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que incluye una tregua bilateral y de seis meses. Con este acuerdo, el Gobierno y el grupo insurgente dieron un nuevo respiro a un proceso que esta semana estuvo a punto de irse a pique tras el asesinato por parte de la guerrilla de la ex ministra de Cultura Consuelo Araújo.

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Las FARC se comprometieron a no volver a hacer pescas milagrosas (controles de carretera donde eligen a sus víctimas del secuestro). Éste es el más aplaudido de los ocho puntos del acuerdo. Las dos partes aceptaron acoger como carta de navegación para evitar la barbarie de la guerra las recomendaciones que dio hace ocho días la llamada Comisión de Notables, creada en el último encuentro de Pastrana y Manuel Marulanda, Tirofijo, comandante de las FARC.

Lo central es una tregua que incluye el cese del fuego y de hostilidades, bilateral y por seis meses, para discutir la agenda de temas políticos y llegar a acuerdos que se refrendarían eventualmente en una Asamblea Nacional Constituyente. Esta tregua significaría compromisos de las dos partes: de la guerrilla, acabar con el secuestro, la extorsión, los ataques a pequeñas poblaciones y a la infraestructura económica; de parte del Gobierno, acciones para acabar con el paramilitarismo. Sin embargo, cuatro guerrilleros de las FARC murieron ayer en combates con el Ejército en una zona rural del departamento de Huila.

El acuerdo se dio a conocer el viernes por la noche, y le bajó el tono a unos días plagados de discursos y llamamientos a una salida militar al conflicto. Empezó el pasado fin de semana, cuando las FARC, en un acto de torpeza política, impidieron el ingreso en la zona desmilitarizada al liberal Horacio Serpa -que probablemente será el próximo presidente- y en un acto de barbarie fusilaron, en medio del asedio del Ejército, a la ex ministra de Cultura Consuelo Araújo, secuestrada siete días atrás.

Estos dos hechos pusieron en jaque al Gobierno, que debe decidir, a más tardar mañana, lunes, a medianoche, si mantiene o no la vigencia de la zona desmilitarizada controlada por las FARC, un área, según la ONG Human Right Watch, 'gobernada a punta de pistola'.

Fueron también dos nuevos argumentos para los que, cada vez en mayor número, piden una salida militar al conflicto. Es una idea que se ha inflado a medida que crece la creencia entre los colombianos de que hay que contar con un Ejército, modernizado y apoyado por EE UU, capaz de derrotar a la insurgencia. Además, la idea de que las FARC están incluidas en la lista de grupos terroristas internacionales hace pensar a muchos colombianos que el grupo guerrillero no tendrá escapatoria dentro de la ofensiva mundial contra ese mal. El escenario más radical respecto al conflicto con las FARC fue el Congreso, con mayoría opositora liberal. 'Si las FARC no aceptan nuestra súplica de decretar un cese de hostilidades, nuestra súplica al presidente es que no extienda la zona de distensión. Si no hay cese de hostilidades, nos van a acabar de aniquilar', afirmó Sabas Pretel en nombre de todos los gremios económicos del país. Y de antemano ofreció su apoyo al presidente Andrés Pastrana para enfrentar un problema al que desde hace tres años se intenta dar una salida negociada.

Pretel habló en medio de la rebelión general del Congreso, que celebró la sesión -y lo seguirá haciendo mañana- exclusivamente en relación con la crítica situación de orden público y el futuro del proceso de paz. 'No vamos a legislar. Las leyes son para el Estado social de derecho, y en Colombia estamos en guerra', fue una frase repetida. En otros escenarios incluso se habló de darle la bienvenida a una invasión militar.

Según el nuevo acuerdo, las partes se sentarán esta semana a discutir a propuesta de los notables. No será tarea fácil. El Gobierno y la guerrilla entienden el cese de hostilidades de manera distinta, y muchos analistas creen que una tregua bilateral no será efectiva: se necesita incluir al grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN) y a los paramilitares. Estos últimos ya habían expresado su rechazo a lo planteado por los notables: 'Con eso de contentillos de treguas y ceses de fuego, las FARC no se van a deshacer de nosotros'. El jueves, Human Rights Watch acusó a Pastrana de no acabar con los nexos entre el Ejército y los paramilitares, y aseguró que tres brigadas trabajan en alianza con estos grupos de ultraderecha.

El acuerdo del viernes fue recibido con moderado entusiasmo. 'Si todo lo que dice se va a cumplir, me parece un avance significativo', aseguró el liberal Horacio Serpa. 'Me encanta saber que no se necesita visa para ir al Caguán', agregó, refiriéndose a otro punto pactado: la invitación a los candidatos, partidos y movimiento a la zona de distensión para dar sus aportes al proceso.

El presidente de la Cámara de Representantes se mostró más escéptico: 'Tenía más esperanzas en la verticalidad con que se iba a asumir este momento coyuntural', afirmó. Y recordó las palabras de Simón Trinidad, uno de sus portavoces insurgentes en la mesa de diálogo, quien, en una entrevista reciente, repitió la intención de 'llegar al poder por una vía pacífica o armada'. Para Trinidad, las FARC son un Estado en gestación, 'pequeño, pero Estado al fin y al cabo, y se nos debe poner en conocimiento de las actividades que vienen a hacer en nuestro territorio'.

El presidente de Colombia, Andrés Pastrana (izquierda), el viernes, en una reunión con jefes militares.
El presidente de Colombia, Andrés Pastrana (izquierda), el viernes, en una reunión con jefes militares.ASSOCIATED PRESS

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