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Hacer la calle con todos los derechos

Expertos de todo el mundo defienden en Madrid la necesidad de acabar con el carácter marginal de la prostitución

Oferta, demanda, liberalización, precariedad, fuerza sindical, capacidad de negociación...Las jornadas organizadas por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) entre los días 21 y 23 de junio no trataron sobre la globalización, aunque también se habló de ella. El tema fue la prostitución, o, en palabras de varias de las ponentes, 'el trabajo del sexo'.

Esta es la ocupación de unas 300.000 mujeres en España, según la directora del Instituto de la Mujer, Pilar Dávila, que inauguró los actos. Muchas de ellas, inmigrantes sin papeles. En un 80% de los casos, de acuerdo con el Instituto de la Mujer, las meretrices padecieron la pobreza antes de dedicarse a esta actividad.

'A los 16 años yo era 'punk' y llevaba tatuajes. El sexo me parecía una manera divertida de ganar dinero'
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Pero de acuerdo con varios de los expertos asistentes a los actos organizados por la UNED, este cálculo del número de mujeres dedicado a la prostitución es exagerado, 'y heredero de las famosas 500.000 prostitutas que se decía que había en tiempos de Franco'. Como contraste, Carla Corso, presidenta del Comité a favor de los derechos civiles de las prostitutas de Italia, dijo que en su país, con 27 millones de habitantes más que en España, hay 50.000 'trabajadoras a tiempo completo'.

Tráfico y saludLa agenda de las jornadas no dejó de lado los aspectos más comprometidos de la situación de las trabajadoras del sexo, como el tráfico de mujeres, la prostitución infantil o sus problemas sanitarios, pero se trataron sin morbo ni victimismo. Las profesionales del sexo reunidas se consideraban trabajadoras, pero no víctimas de nada ni de nadie. 'Se trata de dar voz a quienes normalmente no se oye cuando se discuten estos temas', explicó la coordinadora de las jornadas, Raquel Osborne, profesora de la facultad de Sociología y Ciencias Políticas de la UNED.

Ninguno de los asistentes olvidó que existen redes y mafias que explotan a las mujeres y a los niños, pero insistieron en que para muchas, la prostitución es sólo un trabajo. 'Nunca pensé en dedicarme a otra cosa', manifestó la italiana Corso, encargada de introducir el debate sobre los clientes, la demanda de su negocio.

Más lejos fue la estadounidense residente en el Reino Unido, Jo Doezema: 'A los 16 años yo era una 'chica mala'. Era punk y llevaba tatuajes. El sexo me parecía una manera divertida de ganar dinero', declaró como respuesta a una asistente a la jornada del jueves, que sostenía que el intercambio de sexo por dinero siempre era degradante para la dignidad de la mujer. '¿Acaso quieres decir que no pienso, que no sé lo que hago?', le espetó Doezema.

Esta investigadora es integrante de la organización Rode Draad, el sindicato holandés de las trabajadoras del sexo.

Pese a su convencimiento, o precisamente por ello, estas mujeres eran muy conscientes del estigma social que supone su profesión, 'no sólo para las trabajadoras, sino para sus familiares, sus novios o maridos, sus amigos e incluso sus clientes', declaró Doezema. 'Contra eso es contra lo que hay que luchar', añadió la ex prostituta.

Esta marginación lo que hace es ayudar a quienes explotar a las mujeres, explicaron, y contribuye a negarles el acceso a los sistemas sanitarios en muchos países.

También por ello la policía y otros actores pueden en muchos casos 'acosar a las trabajadoras del sexo sin proteger nunca sus derechos más elementales', denunció Julia Bindman, de la Asociación internacional contra la esclavitud del Reino Unido.

El profesor de la Universidad de Barcelona Ignasi Pons destacó otro aspecto en la situación de las mujeres que han hecho de la prostitución su trabajo. Al hablar de la 'voluntariedad en el ejercicio' no hay que tener en cuenta sólo que empiecen voluntariamente a trabajar, sino la 'voluntad de permanencia'.

La profesora de la Universidad de Amiens Gail Petherson fue más lejos. 'En muchos países asiáticos, las muchachas que trabajan en el sexo son el principal soporte económico de su familia, cuando no el único. ¿Por qué no pueden estar orgullosas de ello?'.

Petherson defendió incluso, en algunos casos, el trabajo sexual de las menores. 'Para ellas puede ser una manera de escapar a un matrimonio impuesto, por ejemplo', afirmó. 'Es verdad que a esa edad deberían estar en el colegio, pero hay que ser realistas: su opción no es ir a la escuela, sino rebuscar durante 16 horas entre la basura, para al final ganr menos que en 3 horas de dar masajes', declaró. 'Además, la minoría de edad es un criterio flexible, que depende de muchos factores. Lo que no puede ser es que las leyes redactadas para defender los derechos de los emnores, acaben criminalizándolos. Al final, son ellos los que van a la cárcel o a centros de rehabilitación, y no los adultos que van con ellos', dijo.

La importancia económica del sector fue recordada por Lin Leam Lin, directora del Programa de Promoción de Género de la Oficina Internacional del trabajo (OIT). La importancia de la prostitución en la economía no sólo de algunas familias, sino también de ciertos países, fue la base de su intervención.

En lo que casi todas las ponentes estaban de acuerdo es en el necesidad de considerar la prostitución como un trabajo, y a las meretrices como empleadas, por cuenta propia o ajena. Para el discurso 'radicalmente feminista' de Doezema y Corso, es la mejor manera de garantizar su independencia, su fuerza a la hora de enfrentarse a los clientes y negociar con ellos, y su capacidad para entrar o salir del negocio voluntariamente, garantizando sus derechos laborales, sanitarios y, cuando llegue la hora, su jubilación.

Una mujer ejerce la prostitución en un parque de Madrid.
Una mujer ejerce la prostitución en un parque de Madrid.CRISTÓBAL MANUEL

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