La industria farmacéutica acepta rebajar el precio de sus medicinas en los países pobres
La OMS y la OMC llegan a un acuerdo para implantar precios diferenciados
Pero no todo es cuestión de precio. Como declaró la directora general de la OMS, Gro Harlem Brutland, 'es igualmente importante fortalecer los sistemas sanitarios de los países pobres, y conseguirles más fondos'. No sirve de nada bajar el precio si no hay una red que haga que los medicamentos lleguen a quienes los necesitan, o si el personal sanitario no está preparado para diagnosticar su uso, por ejemplo.
Además, en algunos casos -especialmente en el caso de los cócteles de antirretrovirales contra el sida- el precio más bajo posible seguirá siendo inasequible en muchos de los países donde se concentra más del 90% de los enfermos. En España, una terapia que combine tres de estos medicamentos cuesta más de 4.100 pesetas por persona y día. El laboratorio indio Cipla la ofrece a 180 pesetas diarias, aproximadamente la cantidad de que dispone para susbsistir gran parte de los habitantes del África subsahariana. Por eso los expertos inciden en la necesidad de la prevención y la ayuda internacional.
Triunfo de las ONG
La venta a precios diferenciados por país, por la que venían abogando grandes ONG como Oxfam y Médicos sin Fronteras, parece en cambio más cerca de subsanar otro de sus inconvenientes: los derechos (patentes) de los laboratorios que invierten cantidades astronómicas en la investigación de nuevos fármacos. La campaña de las ONG, que incluye envíos masivos de e-mails a las sedes de las empresas, ya ha dado algunos resultados: en marzo, Merck, Bristol-Myers y Abbott anunciaron que bajarían los precios de sus medicamentos contra el sida en África.
Como recoge la OMC en un comunicado, 'los precios diferenciados deben permitir que las empresas recuperen la mayor parte de lo que invierten en investigación y desarrollo en los mercados ricos, y a la vez vender o permitir la fabricación a menores precios en los países de menores ingresos'. 'Debemos asegurar que hay incentivos suficientes para el desarrollo de los medicamentos que hacen falta para hacer frente a los problemas sanitarios en los países pobres, declaró Brutland.
Precisamente el asunto de la fabricación sin licencia de genéricos contra el sida es lo que ha llevado a 39 compañías farmacéuticas a demandar a Suráfrica, cuyo Gobierno, ante la crisis provocada por los 5 millones de seropositivos que debe atender (más del 10% de su población) autorizó tanto la importación de genéricos como la fabricación de medicamentos sin licencia del dueño de la patente. El juicio comenzó en marzo pasado.
Después de la reunión de ayer, el principal grupo de activistas surafricano, el TAC (siglas en inglés de Campaña en Acción por el Tratamiento) ha anunciado que varios de sus miembros comenzarán una huelga de hambre hasta que las multinacionales retiren sus demandas.
Pero la reunión de ayer recuerda que las normas de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) ya incluían la concesión obligatoria de licencias, por la que un país puede permitir a otro la fabricación de un fármaco, incluso sin el permiso del dueño de la patente. Ello crea otro problema: cómo asegurar que los medicamentos producidos en un país pobre se destinen a su población, y no se exporten a menores precios a los ricos.
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