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CITA EN OKINAWA

El G-7 exige condiciones para acelerar el perdón de la deuda a los países más pobres

BOSCO ESTERUELAS, ENVIADO ESPECIAL Los siete países más ricos del mundo se comprometieron ayer a redoblar esfuerzos para el perdón de la deuda externa a los países del Tercer Mundo que no escapen de la férrea disciplina del Fondo Monetario Internacional (FMI). Para los líderes de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá e Italia, la iniciativa que lanzaron en 1999 en Colonia de condonar 100.000 millones de dólares de la deuda de los países más atrasados es válida pese a que sólo ha alcanzado a un puñado de naciones. El llamado G-7 discutió ayer durante dos horas el informe elaborado por los ministros de Economía.

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Nueve beneficiados

El encuentro entre Bill Clinton, Yoshiro Mori, Jacques Chirac,Gerhard Schröder, Tony Blair, Jean Chrétien y Giuliano Amato, al que asistió también el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, fue previo al inicio formal de la cumbre del G-8, es decir los siete más Rusia. Vladímir Putin, que llegó a media tarde a la isla japonesa de Okinawa, se unió luego a sus colegas en una cena de trabajo en el lujoso complejo hotelero que alberga la cumbre después de mantener una entrevista privada con Clinton, la segunda entre ambos.La iniciativa de Colonia avivó un debate que, por lo demás, sirvió para refrendar lo que los ministros habían indicado hace 15 días en Fukuoka en un documento sobre la economía mundial, la reforma del FMI, la deuda externa y la lucha sin reservas contra el blanqueo de dinero y los paraísos fiscales.

La declaración de los siete grandes no satisfará ciertamente a los países más pobres ni a organizaciones no gubernamentales como Jubileo 2000, que ha hecho de la deuda estandarte de su existencia, y que califica la iniciativa de Colonia como escasamente generosa. Existe casi unanimidad de que el plan del año pasado no ha cumplido los objetivos. Así lo admitió el propio primer ministro japonés, Mori, al recibir, horas antes de la apertura de la cumbre, a una delegación de la ONG.

Jubileo 2000, asentada ya en 80 países y respaldada por 17 millones de simpatizantes, entregó a Mori una carta en la que se pide sin más dilaciones la condonación de la deuda de los países más pobres (cerca de medio centenar aproximadamente, la mayoría africanos) y una fórmula menos estricta para que esas naciones se acojan a la iniciativa de Colonia sin tantas condiciones.

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"Hay que buscar una solución política y justa, un nuevo mecanismo de arbitraje entre donantes y deudores y no condicionar todo al cumplimiento de un programa de reajuste estructural impuesto por el FMI", explicó su representante, Anne Pettitfor. Sin embargo, el G-7 reiteró ayer que los beneficiarios del plan tienen que someterse a las rígidas normas del FMI. "Es hora de que los países ricos dejen de quitarles dinero a los países pobres. Estamos pidiendo que todo ese dinero se ponga en un fondo fiduciario destinado a financiar la lucha contra enfermedades mortales, especialmente el sida y la malaria", afirmó Pettitfor.

Sólo nueve países, según el G-7, se han beneficiado, y únicamente de modo escaso, de la iniciativa que los grandes lanzaron a bombo y platillo en la cumbre de Colonia (Benin, Bolivia, Burkina Faso, Honduras, Mauritania, Mozambique, Senegal, Tanzania y Uganda). Se esperaba entonces que al menos más de la mitad de los receptores se beneficiaría del plan antes de fin del presente año. "Con suerte, tal vez lleguen a 15", dijo ayer Pettitfor. "Además, incluso cumpliéndose los objetivos de Colonia, los países más pobres tendrán aún pendiente al menos dos tercios de su deuda y deberán dedicar el esfuerzo al pago de la misma y a costear las enfermedades que azotan a su población, especialmente el sida y la malaria".Los siete grandes expresaron ayer "inquietud" por el hecho de que entre los países que han solicitado acogerse al plan de condonación se hallan varios que se encuentran en guerra o sometidos a regímenes dictatoriales. Exactamente, una decena de los alrededor de 40 que aspiran al beneficio.

Chirac reconocía ayer ante la prensa que es necesario hacer mucho más para atajar el serio problema de la pobreza del Tercer Mundo. "La miseria es mala consejera para los países pobres", dijo el presidente francés, que se declaró partidario de "continuar los esfuerzos para acelerar la reducción de la deuda".

La reunión que mantuvieron el pasado jueves en Tokio los líderes de Japón, Francia, Reino Unido, Canadá e Italia con los mandatarios de Suráfrica, Nigeria, Argelia y Tailandia, éstos como portavoces del grupo de países en vías de desarrollo (G-77), constató precisamente que la iniciativa de Colonia no ha funcionado bien.

El problema es que no existe una voz única sobre cómo hay que modificar la fórmula de ejecución del plan. No pocos consideran leoninas las exigencias impuestas por el FMI. El propio nuevo director gerente de la organización multilateral de crédito, el alemán Horst Köhler, ha reconocido que son excesivas.

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