Clara Sánchez cree que el Premio Alfaguara ha reconocido su novela mejor y más libre La autora recibe el galardón de manos de Jesús de Polanco y rodeada del mundo de la cultura
Fue el gran día de Clara Sánchez. Un día "maravilloso" para "una superviviente que siempre soñó con ser una heroína". Rodeada de escritores y personalidades, recibió el Premio Alfaguara (175.000 dólares y 400 millones de lectores potenciales) y toda clase de felicitaciones. La más entregada, la del presidente del jurado, Alfredo Bryce Echenique, que por carta y desde Lima dijo: "Últimas noticias del paraíso subyuga por su inteligencia". La escritora (Guadalajara, 1955) mostró su felicidad porque el premio, que recogió de manos de Jesús de Polanco, haya reconocido su "novela mejor y más libre".
Sánchez se declaró conmovida, por el premio y por los halagos, pero resistió bastante entera las emociones de un día que materializó sus mejores sueños de Cenicienta. La escritora se declaró una superviviente que habita un mundo "no tan malo ni tan anodino como la gente se empeña en decir". "Seguro que la persona más gris que nos imaginemos tiene sueños o recursos vitales increíbles dentro".Su reivindicación de la existencia vitalista, del mundo poético que más o menos todos tenemos dentro y de la intimidad creadora como acto de comunicación más profundo y valioso que la conversación o el diálogo directo fueron el centro de las palabras de Sánchez, que habló mucho de sí misma, de su literatura, de sus obsesiones y sus esperanzas.
Elogios
Habló, además, con el mérito añadido de encontrarse muy acompañada, rodeada de periodistas, cámaras y mucha gente de la cultura, el cine, la edición y la política. Primero, la escritora se sometió a media hora larga de conferencia de prensa, que vino precedida por los elogios de su amiga y secretaria del jurado Rosa Regás ("una novela insólita, coherente y creíble"), de Juan Cruz ("su mejor novela y seguramente una de las mejores de los últimos años") y, sobre todo, los de Bryce Echenique (que leyó la directora general de Santillana, Isabel de Polanco).
Luego, Clara Sánchez aguantó como una leona (vestida de un lila subido) el acto puramente institucional, y Jesús de Polanco le entregó el Premio Alfaguara 2000, consistente en un cheque de 175.000 dólares (unos 25 millones de pesetas) y una escultura de Martín Chirino.
Entonces, la escritora se puso de pie y salió al estrado para contar más cosas. Aunque lleva 11 años publicando novelas, sus cinco libros anteriores anduvieron en círculos reducidos, con una discreción muy adecuada a su escritura y a su estilo, caracterizados por la concisión, la precisión, la concentración y la observación de la realidad, una forma de escribir muy alejada del ruido y de la furia.
Afirmó que Últimas noticias del paraíso es su mejor novela, la más libre, la que ha dejado atrás todos sus temores literarios, en la que mejor ha encontrado el tono que buscaba y la que mejor refleja la idea del mundo que ella tiene: "Un mundo inacabado, como sin terminar, en perpetua trasformación, que produce asombro, perplejidad, incertidumbre".
"Quise escribir la novela con total intensidad, como si fuera un cuento", explicó también. "Porque en los cuentos no sobra ni una página, ni una palabra, y son transparentes y precisos. Yo creo que aquí ocurre lo mismo, que la novela es precisa y está escrita con un lenguaje transparente. Y por eso", añadió, tratando quizá de quitar trascendencia a la parrafada, "felicito al jurado, que en el acta dictaminó muy bien todo eso".
Últimas noticias del paraíso cuenta la historia de Fran, un adolescente que crece, piensa y observa en una urbanización de clase media a las afueras de Madrid, rodeado de hipermercados, chalés con piscina, coches, motos, incomprensión y silencios. "Con Fran he recuperado el gran amor que no pude tener en la adolescencia", dijo. La historia es, a la vez, el relato de sus sueños, de cómo esos sueños logran trascender la realidad, imponerse a ella, llegar al paraíso.
Clara Sánchez, que admitió que todos tenemos un lado materialista y otro espiritual, pero que éste es el que determina nuestra naturaleza, elogió la capacidad de fabular de los adolescentes, su vuelo poético, el poder metafórico de esa etapa "que recuerda a La metamorfosis de Kafka".
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