La clausura de la vendimia
La vendimia, según climas y comarcas, toca a su fin. Da paso a las nobles y mágicas artes alquímicas de la elaboración del vino. Se cierra toda una estación. Comenzó en septiembre bajo el sacerdocio del técnico del ingenio vinatero; antes era el presbítero-paterfamilias quien escrutaba las claves y designios del entorno. El sol, la luna, las estrellas contaban a la hora de obtener mayor cosecha y mejor vino y presidían el inicio y el desarrollo de la vendimia. El cuarto creciente selenita, la aparición del l"estel veremador -unida a significativos santos como san Mateo o san Miguel-, que durára siete semanas, fueron signos de buen agüero y llevaban al éxito, a que per sant Crispí,/el most ja és ví. La fiesta de este santo, el protector de zapateros y afines, fue ayer mismo.De manera solemne, se clausuraba con una comida a base de cabra: Verema sense cabra, núvia sense arracada", "pel veremar, la cabra s"ha de matar". Para el secano valenciano fue sagrado este rito. Y es que la cabra era la forma que tenían los griegos de imaginar al loco Dionisos, el abogado de la viña y del vino; el mismo dios que, con el nombre de Baco, representaban los latinos mitad hombre y mitad cabra. Tragos viene a significar "cabra" en griego y komos era el "banquete" y la "orgía" en honor a Dionisos; de su bacanal culto nació la comedia.
Tras el sacramental ágape cabrío, los vendimiadores valencianos dramatizaban festivamente, entre libaciones, jocs de pallissa, unas representaciones simples, semi-improvisadas, satíricas, licenciosas y desvergonzadas. Son el único testimonio de los ritos a Dionisos que, santificado como abogado de voluptuosos endemoniados, preside -San Dionisio, el nueve de octubre- el tiempo de la vendimia.
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