Codorníu gana la batalla judicial y Freixenet se impone en los mercados

Codorníu gana en todos los litigios abiertos desde hace más de tres años contra su rival Freixenet. En cambio, el mercado ha premiado a Freixenet con unas ventas que superaron a finales del año pasado los 50.600 millones de pesetas. En la última semana se han producido dos decisiones judiciales que cierran, con goleada a favor de Codorníu, la prolija relación de pleitos que en diferentes tribunales de justicia han enfrentado a los dos gigantes del cava desde la llamada guerra del cava.

El Juzgado número 2 de Vilafranca del Penedès condenaba la semana pasada a Freixenet a pagar a Codorníu 400 millones de pesetas como indemnización por la competencia desleal que supone no envejecer suficientemente sus productos, ya que entiende que eso mejoraba su rentabilidad empresarial. La sentencia también obliga a la empresa a entregar un 8% de sus beneficios de los ejercicios 1995 y 1996. Esta sentencia venía a mantener el mismo criterio -aunque fue dictada por otro juez- que la de diciembre de 1998 que también condenó a Castellblanch (filial de Freixenet) a pagar 100 millones como indemnización por competencia desleal. Unos días después, la Audiencia de Barcelona ha resuelto un recurso presentado por Codorníu contra una sentencia del Juzgado de Primera Instancia número 3 de Barcelona que le condenaba por usar botellas esmeriladas y negras, consideradas propiedad industrial de Freixenet. La sentencia permite, por tanto, a Codorníu comercializar cava con botellas esmeriladas (lo hacía con sus marcas Cordón Blanco, Delapierre y Rondel) y negras. El fallo, que se ha decidido en sólo nueve meses, concluye que la botella esmerilada "carece de carácter diferenciador de las marcas de Freixenet", aunque reconoce la propiedad de las botellas esmeriladas de Freixenet. Sin embargo, la sentencia mantiene expresamente que Codorníu deberá destruir sus productos "distinguidos con la denominación Cordón Blanco ya que esta denominación de Codorníu "lesiona el derecho legítimo" de Freixenet. En otro frente jurídico, el Tribunal de Defensa de la Competencia también rechazaba (mediante acuerdo del Servicio de la Competencia del 15 de junio) que el uso de las botellas esmeriladas supusiera competencia desleal de Codorníu contra Freixenet. Este tribunal tiene pendiente pronunciarse sobre si el uso de la variedad de uva Pinot noir en algunos productos de Codorníu supone competencia desleal. Codorníu llevaba ventaja relativa desde que en junio de 1997 el Consejo de Ministros aprobó, a instancias del Ministerio de Agricultura, una sanción de 382 millones contra el grupo Freixenet por no envejecer sus cavas los nueve meses preceptivos. Freixenet ha recurrido contra todas las decisiones judiciales que le son desfavorables, por lo que la batalla judicial se prolongará durante años, hasta que el Tribunal Supremo o la Audiencia de Barcelona fallen sobre los recursos. Mientras, los mercados, en especial los de exportación, sonríen a Freixenet, que pasó de facturar 38.420 millones de pesetas al inicio de la guerra (1996) a 50.610 millones a finales de 1998.