ACNUR teme que las epidemias se apoderen de los campos de deportados
ENVIADA ESPECIALEs sólo una cuestión de tiempo. De días. Las epidemias son en este momento la mayor preocupación de las organizaciones de ayuda humanitaria que trabajan en los saturados campos de refugiados albanokosovares de Macedonia. "Si el calor continúa, nos enfrentaremos a una ola de epidemias", aseguró ayer la portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Paula Ghedini. El cólera, la disentería y la hepatitis acechan la precaria vida de los deportados. En la lucha contra el tiempo que desde hace un mes se vive en esta pequeña república balcánica, soldados alemanes de la OTAN trabajaban ayer sin descanso para acondicionar el campo de Cegrane, cercano a Tetovo (70 kilómetros al oeste de la capital). Su tarea estaba siendo desbordada por la llegada masiva de nuevos refugiados. Este campo, aún en construcción, tenía capacidad para 5.000 personas. Más de 13.000 lo ocupaban ayer al mediodía. Primero fue el frío, la lluvia y el barro. Ahora, el calor ha traído el fantasma de las epidemias a los campamentos. Los casos de diarreas se cuentan por cientos. Y el nauseabundo hedor que despiden las letrinas está provocando que la gente haya comenzado a dejar de usarlas con el alto riego que esto entraña. "Estamos al límite. Una catástrofe humana es inminente si no conseguimos evacuar a la gente", reiteró ayer Ghedini. Y es que siguen entrando más de los que salen. Cerca de 1.200 albanokosovares partieron ayer rumbo a terceros países. Pero mientras, 3.000 viajaban a bordo de autobuses llenos a rebosar hacia el campo de Cegrane. Y otros 5.000 esperaban del otro lado de la frontera yugoslava.
La enorme columna humana que habitualmente se alinea de forma caótica ante el paso de Blace intentaba ayer protegerse del sofocante calor. Por eso dejaron de ser una fila para convertirse en una masa humana que se agolpó debajo de la única sombra que provee el techo del puesto fronterizo.
El campo de Cegrane
A pocos kilómetros de allí, en el todavía en construcción campo de Cegrane, miles de personas se preparaban para pasar la noche sin más protección que el cielo. Las ingentes llegadas de deportados de los últimos días han hecho que Cegrane esté sobresaturado mucho antes de que tenga las condiciones mínimas de acogida. Sin canalización de agua y sin letrinas, este campo puede llegar a ser más un problema que una solución.
Dos nuevos campos ayudarían a aliviar la actual situación. Ése es el número prometido para una fecha aún por determinar por el Gobierno macedonio. Sin embargo, el Ejecutivo del primer ministro Ljubco Georgievski sigue mostrándose en contra de que ésta sea la solución. "Estamos bajo la presión continua de la comunidad internacional para que levantemos nuevos campos sin que exista una verdadera estrategia para resolver este problema", aseguró ayer el ministro del Interior macedonio, Pavle Trajanov. Tras el comienzo de los ataques de la OTAN contra Yugoslavia, el 24 de marzo, Macedonia aceptó acoger a 20.000 refugiados. El informe diario presentado por el Ministerio de Información aseguraba ayer que eran ya más de 199.000 los que han entrado en el país.
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