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La genética influye hasta un 50% en el comportamiento, según algunos científicos

Biólogos y psicólogos estudian la base de la homosexualidad, la ansiedad y la adicción

Los rasgos de comportamiento tienen componentes genéticos variables que puede alcanzar en muchos casos el 50% de influencia, aseguran los científicos que se han aventurado en este amplio y resbaladizo campo de investigación. Uno de ellos, Dean Hamer, conocido sobre todo por afirmar que ha detectado un componente genético en la homosexualidad masculina, recordó ayer en Valencia que no existen ni el gen de la orientación sexual ni el de la alegría, sino conjuntos de genes, hasta ahora desconocidos, que influyen en la conducta más o menos, dependiendo del ambiente.

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Hamer, que trabaja en el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, se declara homosexual y sigue afirmando, como lo hace desde 1993, que ha detectado un componente genético en la orientación sexual masculina. Su estudio de hermanos declaradamente homosexuales, del que sacó esta conclusión, ha sido reproducido en 1995, afirma, y lo está siendo una tercera vez, con los mismos resultados. Existe un marcador genético, en el cromosoma X, que se encuentra en el 70%-80% de los hermanos estudiados, lo que es significativamente mayor que el 50% esperado. Sin embargo, esta diferencia observada se ha quedado en eso, ya que no se ha logrado todavía identificar el gen del que forma parte y que sería uno de los genes que influyen en la orientación sexual. Ayer, Hamer, en el curso sobre Genoma Humano que se ha celebrado en la UIMP en Valencia, reconoció que el método de buscar diferencias genéticas en poblaciones determinadas, en este caso hermanos declaradamente homosexuales, tiene el defecto de que no se obtienen datos útiles sobre los genes implicados.

Ahora, Hamer está utilizando otro enfoque. Parte de un gen determinado e intenta encontrar en qué rasgos de comportamiento influye. Una forma de hacer esto en animales es construir ratones sin este gen y ver cómo se comportan. En personas esto no se puede hacer, así que hay que partir de las pequeñas diferencias genéticas que existen entre individuos (los polimorfismos).

Con este bagaje, el equipo de Hamer se ha centrado en el transportador de la serotonina, es decir, la sustancia que retira la serotonina libre, y por tanto influye en su nivel en el cerebro. La serotonina es el neurotransmisor que se ha asociado con características de la personalidad como la agresividad, la ansiedad, la tendencia a la depresión y también con la capacidad para las relaciones sociales. En el Reino Unido, un controlador de la serotonina se anuncia como la droga ideal para combatir la timidez.

Dos versiones

Lo que han encontrado los científicos es que existen dos versiones del gen del transportador de la serotonina, una más larga y otra más corta. El tipo de gen determina, por decirlo en términos muy simples, cuánto transportador hay y por tanto el nivel de serotonina natural en cada persona. Una vez conocido esto, los científicos han medido rasgos de emocionalidad negativa, como la tendencia a la ansiedad y la depresión (la tendencia a pasarlo mal, en palabras de Hamer) y han visto que las personas con el gen corto tienen más tendencia a la neurosis, mientras que otros rasgos de la personalidad no resultan afectados. "En total, esta variación genética concreta puede afectar a los rasgos neuróticos en un 10% como mucho", advirtió Hamer ayer. "Puede ser uno de al menos 10 genes implicados".

Además, este gen concreto se ha relacionado con la tendencia a la adicción al tabaco. "Los datos indican que la adicción al tabaco tiene un componente hereditario", afirma Hamer, "y el grado de neuroticismo indica la capacidad que tiene cada persona para dejarlo". Los resultados de esta correlación indican que a las personas con el gen corto les cuesta más dejar de fumar, probablemente porque la nicotina es una forma de combatir la ansiedad.

Otro resultado, éste inesperado, es que las personas con el gen corto tienen tendencia a practicar más el sexo que las que tienen el gen largo, a pesar de que probablemente estos últimos sean más tranquilos y felices". Hamer, que mostró ayer que tiene explicaciones para todo, comentó: "A la evolución no le importa que seas feliz o no, sino que funcione la reproducción sexual", aunque añadió inmediatamente que en la práctica del sexo, influyen muchos otros factores.

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