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CABRERA INFANTE, PREMIO CERVANTES

Júbilo en Miami, silencio en Cuba

La intelectualidad de Florida celebra el premio y La Habana no se pronuncia

Los escritores y artistas del exilio cubano en Miami recibieron ayer con alborozo la concesión del Cervantes a Guillermo Cabrera Infante, que consideraron una victoria colectiva. El autor de Tres tristes tigres pasa largas temporadas en Miami, y es una especie de leyenda viviente para los sectores ilustrados del anticastrismo. Mientras tanto, en La Habana hubo silencio administrativo. Ninguna reacción del régimen para el que Cabrera trabajó durante un lustro, y al que desde entonces no ha dejado de criticar en sus escritos. Algunos escritores cubanos hablaron ayer de la casa de sus padres como de un lugar "lleno de talento"; otros recordaron su polémica etapa de editor en Lunes de la Revolución y opinaron que se trata de un premio político.La influencia de Cabrera Infante en Miami es notable entre la joven generación. Su símbolo es la amistad y relación profesional del escritor con el actor Andy García, nacido en Cuba, residente en EE UU desde los cinco años y vecino de Miami. Ambos trabajan desde hace tiempo en un proyecto común: la adaptación al cine de una historia sobre un joven cubano que abandona la isla durante la revolución. "Sueño con dirigir e interpretrar esa película", dijo García en septiembre. El proyecto, según informó ayer Natt Chediak, director del Festival Internacional de Cine de Miami y amigo personal de Cabrera Infante, estaría basado en un guión del escritor cubano titulado The lost city.

Cabrera Infante comparte con los sectores moderados del exilio la idea de que, con independencia de lo romántico que fue su nacimiento, la revolución castrista ha sido "un fracaso monumental". Sus libros, prohibidos en Cuba, se encuentran en abundancia en las librerías de Miami, donde se dice que son una de las cosas que deben llevarse en los viajes a la isla.

"Sus textos sobre La Habana han creado un mito lingüístico", dijo ayer Armando Alvárez Bravo, crítico literario del Nuevo Herald, que recordó que Cabrera es doctor honoris causa por la Universidad de Florida, ha recibido numerosos homenajes en la Feria del Libro de Miami y es publicado allí por Ediciones Universal.

"¡Qué bueno!", exclamó el escritor y poeta Ángel Cuadra cuando se enteró de la concesión del Cervantes. "El premio es muy importante, porque hasta ahora este tipo de galardones dejaban de lado a los exiliados", dijo el pintor cubano Ramón Alejandro.

En La Habana le quedan menos amigos al nuevo Cervantes. Él mismo se ha encargado de renegar de algunos que un día tuvo, y que no quisieron marcharse como él de la isla, como el poeta Pablo Armando Fernández. Otros nunca lo fueron; y, por supuesto, en ninguna institución oficial es posible obtener juicios imparciales sobre el escritor cubano que más leña ha echado sobre el anticastrismo.

Es muy difícil encontrar a alguien en La Habana que haya conocido personalmente a Cabrera y hable de él con cierta objetividad. Los que lo conocen y no lo odian recuerdan que la casa de sus padres en 27 y la Avenida de los Presidentes era un centro de reunión de gente con talento. "Zoila Infante, su madre, era un ser maravilloso, y por su casa pasaron Wifredo Lam, Harold Gramatges, Néstor Almendros y mucha gente importante de la cultura cubana", recuerda Armando Femández.

El padre de GCI era un militante del viejo Partido Socialista Popular, quien trabajó en el periódico comunista Hoy y también en Bohemia. En este ambiente de cultura y política creció Cabrera, que antes de 1959 ya era conocido por sus críticas de cine publicadas en la revista Carteles, y por algunos cuentos y textos que publicó en revistas como Ciclón.

Con el triunfo de la revolución Carlos Franqui lo nombra presidente del Consejo Nacional de Cultura, y poco después deja el puesto y pasa a dirigir Lunes de la Revolución, el suplemento cultural del periódico del mismo nombre, que era el órgano de expresión del Movimiento 26 de julio de Fidel Castro. Algunos sobrevivientes del grupo Orígenes, como Cintio Vitier y Fina García Marruz, recuerdan cómo desde las páginas de Lunes se criticó y trató de marginar a Lezama Lima y a los miembros de Orígenes. "En ésta época fue un perseguidor de escritores. Quizás él no personalmente, pero bajo su mando otros, que, por cierto, también se han ido del país, como César Leante, lanzaron contra nosotros durísimos ataques", dice Vitier. Tras el cierre de Lunes, en 1962, GCI marcha de agregado cultural a la embajada de Bélgica, y en 1965 vuelve a la isla para asistir al entierro de su madre. Inmediatamente después pide salir definitivamente de Cuba, y en 1967 empieza su militancia anticastrista. Hoy, 32 años después de su partida, las reacciones a su premio varían. "Me alegra porque es el tercer Cervantes a un cubano", dijo Armando Fernández. Otros escritores jóvenes se mostraron satisfechos, aunque manifestaron que el premio tiene relación con la militancia política del autor. Francisco López Sacha, presidente de la Sección de Literatura de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, declaró anoche: "La obra de Cabrera Infante hasta Tres tristes tigres es una obra de importancia en nuestra literatura, de ahí en adelante no lo es", informa Europa Press.

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