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La disidencia y la soledad

Antonio Machado, académico electo en 1927, comenzó a escribir su discurso de ingreso hacia 1929 y, lo interrumpió en 1931. Angel González habló ayer sobre Las otras soledades de Antonio Machado, discurso al que corresponden los siguientes párrafos.( ... ) La admiración que todavía, después de haberla frecuentado durante tantos años, profeso a la obra de Antonio Machado fue la razón que me movió a hablar hoy de algunos aspectos de su escritura en prosa, muy importante a mi modo de ver, y menos atendida por la crítica que su poesía. En toda admiración hay un componente de sorpresa, y la sorpresa que las cosas nos producen suele desgastarse cuando prolongamos nuestro trato con ellas. No es ése, para mí, el caso de Antonio Machado, cuya relectura me revela aún -insisto: al cabo de tantos años- matices inesperados. ( ... )

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Ángel González define a Machado como "el poeta español más importante de este siglo",

( ... ) A diferencia del de Bécquer, el discurso de Machado no parte de un "sí" para llegar a un "no" ; lo que hay de afirmativo en su pensamiento es casi siempre el resultado de una previa negación, expresa o tácita, de lo que observa en su entorno. Y esa manera de pensar a la contra terminará definiendo a Machado como un disidente -o lo que es igual: como un solitario- dentro del panorama cultural y literario en el que su obra se produce.

Sin embargo, la disidencia y la soledad no se explican únicamente por lo que sucede en el entorno. Hay algo inherente en Machado que lo mueve a establecer y a subrayar las diferencias con los demás: en primer lugar, su tendencia al diálogo y las formas y modos dialécticós; y luego, un temple inconformista con posos de un. radicalismo atemperado, aunque no siempre, por una actitud esencialmente irónica, por un escepticismo de doble filo que llevado al extremo -mantener "una posición escéptica frente al escepticismo" acaba adquiriendo cualidades positivas, afirmativas: el escepticismo, dice Machado por medio, otra vez, de Juan de Mairena, "lejos de ser, como muchos creen, un afán de negarlo todo, es, por el contrario, el único medio de defender algunas cosas".

( ... ) Bajo el escepticismo de Antonio Machado no deja nunca de percibirse una obstinada defensa de algunas "verdades" para él irrenunciables, últimas y constantes referencias que le permiten resolver con coherencia sus propias contradicciones y deciden amplias zonas de su discurso: en el plano estético, la concepción de que la poesía es "palabra en el tiempo"; y la creencia en que la lírica descansa en dos pilares imprescindibles: el sentimiento y las ideas ( ... ).Puede parecer -y acaso sea ésa la primera impresión del lector- que el fluir- sereno del manantial del que su verso brota diluye en el poema, hasta desvanecerlas,. las gotas de sangre jacobina afirmadas en primer término.

Y sin embargo, esas gotas no están disueltas, sino emulsionadas, sin menoscabo de su integridad, en el caudal de serenidad que las arrastra. El jacobinismo, aun reducido a su mínima expresión -"unas gotas"-, basta para precipitar la conciencia social y solidaria que imprime a la trayectoria de sus trabajos y sus días una dirección divergente y en muchos puntos opuesta a la que siguieron sus compañeros de generación.( ... )

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