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Ángel González define a Machado como "el poeta español más importante de este siglo",

El escritor ocupa el sillón 'P' de la Real Academia, en sustitución de Julio Caro Baroja

El poeta Ángel González,(Oviedo, 1925) ingresó ayer en la Real Academia Española (RAE), en donde ocupará el sillón P, vacante desde el fallecimiento de Julio Caro Baroja en agosto de 1996. González, uno de los máximos representantes de la generación de los cincuenta, dedicó su discurso de ingreso a Antonio Machado, a quien definió como "el poeta español más importante de este siglo". El poeta asturiano -premio Príncipe de Asturias (1985) y Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1996)-, que fue elegido miembro de la RAE en enero de 1996, tras haber sido candidato en otras dos ocasiones, entró escoltado por Luis Goytisolo y Eliseo Álvarez Arenas. Emilio Alarcos destacó la "moderación y equilibrio" de su obra poética.

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Ángel González tiene escrito que "la primavera está muy prestigiada, pero es mejor el verano" y tal vez por ese prestigio escogió -o le escogieron, quién sabe- el primer domingo de primavera para leer su discurso, Las otras soledades de Antonio Machado, que fue contestado por Emilio Alarcos. Y tiene también escrito "domingo, flor de luz, casi increíble día" y, más abajo, en el mismo poema, "no hay nadie que no sepa/ que es domingo, domingo".Sus amigos, sus lectores se acercaron ayer por la tarde a acompañarle en tan protocolario día, y el poeta, que es poeta de a pie, de calle, aunque ayer vistiera las ropas protocolarias que la tradición demanda, aguardaba, instantes antes, en la propia calle a que aquellos, amigos y lectores, acudieran: Antonio Martínez Sarrión, Jaime Salinas, Arturo Azuela, Luis García Montero, Almudena Grandes, José Esteban, Jesús Visor, Eduardo Haro Tecglen, Manuel de Lope, Juan Cruz, Jesús Munárriz, Ignacio Sotelo, Amparitxu Gastón (la viuda de Celaya), María Fouz (la viuda de Luis Rosales), y tantos otros. Y el pintor Eduardo úrculo, y gente del cine como José Luis Borau, José Luis García Sánchez y Pilar Miró (en su película El pájaro de la felicidad Mercedes Sampietro leía un hermoso poema de Ángel González). Y además muchos asturianos: entre ellos el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, y la consejera de Cultura del Principado de Asturias, Victoria Rodríguez Escudero. No había nadie, ciertamente, ayer, que no supiera que no era domingo.

Ni que la cita era a las siete, y a esa hora exactamente hacía su entrada Angel González, con su discurso bajo el brazo y la solemnidad que un acto así requería.Tal vez al poeta, en ese instante, antes de iniciar su incursión en prosa recordando a Julio Caro Baroja, al que iba a sustituir en su sillón académico, y a Antonio Machado, le vino a la mente ese par de versos suyos que dicen: "A eso de las siete cruzó el cielo una lenta avioneta, / y ni los niños la miraron".

A eso de las siete, pues, de ayer domingo, Ángel González empezó a confesarse feliz y honrado por entrar en "una institución imprescindible que se ocupa con seriedad y competencia de algo que nunca dejó de apasionarme: la palabra". Y por eso su suma de sumas, que crece edición a edición, se titula Palabra sobre palabra; y es que "en esencia, la poesía es eso: palabra elegida". Al poeta, confesó también, le gusta que algunos, antiguamente, llamaran a los diccionarios "tesoros". De ahí su gratitud hacia quienes le habían elegido y quienes ayer le daban la bienvenida. "Ingresar en esta Academia", les dijo, "supone para mí el privilegio y la alegría de penetrar en el recinto del tesoro".

Y un veterano guardador de este tesoro, el asturiano Emilio Alarcos, fue el encargado de justificar los méritos de quien desde ayer se sienta por derecho propio entre los guardianes de la palabra. Alarcos definió a González como "una alma solidaria y pura" y afirmó que su obra poética ha mantenido siempre "un mismo tono de moderación y equilibrio lejos de cualquier demasía".

Y el académico supo manejar con destreza la palabra para siluetear una biografía de urgencia de este poeta, "vástago redrojo de una familia dedicada a la enseñanza", al que como a tantos otros la guerra civil le interrumpió violentamente su paraíso infantil y le acabó haciendo (además de otras cosas para sobrevivir) poeta, un poeta que el mes que viene será investido doctor honoris causa por la Universidad de Albuquerque (Nuevo México), en donde durante años ha dado clases de literatura española.

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