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Miguel Ángel Cortés anuncia un recorte drástico de las subvenciones al cine

Un decreto modificará la política de ayudas, que primará a los más taquilleros

Javier Sampedro

El Gobierno tendrá listo a la vuelta del verano su decreto para modificar la política de ayudas al cine. Mientras espera su parte del tijeretazo presupuestario, el secretario de Estado de Cultura, Miguel Angel Cortés, prevé apuntalar las ayudas a la producción de películas con una tasa que gravará el precio de las entradas, y mediante acuerdos con los bancos para que los productores puedan acceder a créditos de bajo interés y largo plazo. Las subvenciones proyecto a proyecto, consideradas arbitrarias por el actual equipo, desaparecerán virtualmente de la ley, y se suprimirán las licencias de doblaje, que imponen cuotas de cine europeo por cada cinta norteamericana doblada que se proyecta.

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La apuesta es promover a los más taquilleros. La prioridad para Cortés es ganar espectadores, por encima de cualquier consideración sobre la excepción cultural europea, la protección pública del cine de calidad o el apoyo a los nuevos realizadores. Aunque se dice partidario de la "acción directa" de los poderes públicos en el estímulo de la cultura, ayer se preguntó hasta qué punto ello no "priva de legitimidad social a las políticas culturales".Su herramienta para asociar las subvenciones a los gustos del público será que "las ayudas directas sólo se apliquen en función de los espectadores". Y una forma novedosa de conectar ambas cosas es la nueva "tasa" que, mediante un aumento del precio de las entradas, haga llegar un porcentaje de la recaudación de la taquilla a la productora de la película.

El secretario de Estado inauguró ayer el seminario El cine ante el tercer milenio en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. El director del curso, Manuel Gutiérrez Aragón, le dio la entrada asegurando: "Pienso tomar buena nota de lo que diga, y de lo que no diga". Y lo que dijo Cortés fue: "Los 13 últimos años han sido los peores de la historia del cine español. Hay que cambiar de política".

Para apoyar su afirmación, Cortés esgrimió datos: entre 1982 y 1994, los espectadores de películas españolas bajaron de 36 a 7 millones (mientras que los de películas extranjeras se redujeron sólo de 119 a 82 millones), el número de salas cayó de 3.939 a 1.884, y las producciones de largometrajes bajaron de 146 a 44.

Pérdida de espectadores

Para él, lo más grave ha sido la pérdida de espectadores, y las grandes culpables, las "nefastas subvenciones proyecto a proyecto, que han promovido un cine sin el favor del público, y deben desaparecer". Las únicas ayudas que mantendrá el Ministerio de Cultura serán las llamadas "automáticas", que son proporcionales a la recaudación de taquilla que logra una película.El ministerio, reservará, sin embargo, un "pequeño porcentaje" para los nuevos realizadores y los productos de "especial calidad", según Cortés, aunque las comisiones encargadas de repartirlas "se reducirán" y se someterán a criterios de incompatibilidades que impidan que sus miembros "formen también parte de las entidades beneficiarias".

Otro elemento llamado a desaparecer son las licencias de doblaje, "un anacronismo absurdo", según Cortés, "que ha causado el hundimiento de la industria española de distribución". Estas licencias obligan a los distribuidores a ofrecer una cuota de producciones europeas por cada película no europea -estadounidense, en la práctica- que se exhiba doblada. Esta normativa estaba al principio destinada a proteger las producciones españolas, pero se hizo extensiva a todas las europeas por imperativos comunitarios. Cortés también abogó por la "superación" del sistema de cuotas de pantalla para las películas europeas, aunque según un esquema gradual que pase primero por su "flexibilización".

José María Otero, director general del Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales (ICAA), resumió las intenciones de su departamento en el fomento de una industria fuerte de producción y distribución, y le quitó el acento al concepto de subvención para ponérselo al de "inversión", sobre todo a través de la movilización del capital privado.

"Necesitamos productoras fuertes", señaló el director del ICAA, "y unas distribuidoras que sean capaces de exportar las producciones españolas a todo el mundo".

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