_
_
_
_
REGRESO AL PERIODISMO DE UN PREMIO NOBEL

"Todos tienen algo que ocultar"

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

"Nadie dice la verdad, todos tienen algo que ocultar", dice García Márquez cuando en su taller de reportaje se analizan las versiones contradictorias sobre la muerte en Cartagena de Indias del italiano Giacomo Turra, un estudiante de filosofía de 24 años que falleció en un coche de la policía durante su traslado al hospital.El escritor eligió para su taller el caso Turra como prototipo del suceso en el que las partes mantienen versiones perfectamente contradictorias y la prensa difunde hipótesis inconciliables. Entre la sobredosis y los malos tratos policiales, la muerte de Turra enturbió las relaciones de Italia y Colombia hasta el punto de que el Gobierno italiano presentó una queja y exigió que se investigara la muerte. Italia suspendió un acuerdo de cooperación judicial, e incluso se convocaron manifestaciones en Roma y en Padua, la ciudad natal de la víctima.

Más información
García Márquez exige rigor a la prensa para combatir el "caos de mentiras y de fantasías"

Colombia reaccionó con cinco investigaciones: la del Senado, la del Defensor del Pueblo, la de la Fiscalía del Estado, la del Comisionado Nacional de la Policía y la del Procurador de Cartagena [supervisor de los funcionarios]. Ninguna ha permitido ir más allá del atestado de a policía.

Turra entró el 3 de septiembre en un restaurante chino de la avenida San Martín, la zona turística de Cartagena. Llegó muy alterado, semidesnudo y pidiendo ayuda a gritos. Avisa da la policía, y tras unos violentos forcejeos en los que los agentes y varios testigos afirman que él se golpeó solo en la cabeza, una patrulla lo trasladó al hospital. La policía dice que en el hospital fue rechazado como paciente y el centro asegura que los agentes sólo pidieron una inyección sedante para llevárselo a la comisaría.

Guerra de versiones

Turra fue conducido a la sede policial, pero, a la vista de su estado, se le trasladó de nuevo al hospital, adonde llegó sin vida. Las divergencias entre los personajes del drama sobre el horario y sobre los hechos son totales. La guerra de versiones se trasladó a la prensa: en Italia se hablé de homicidio, policial; en Colombia, de sobredosis.

Si los testigos no decían la verdad, tampoco la autopsia la dejó clara, aunque la presencia de García Márquez en la indagación agilizó el resultado de otro examen necroscópico y permitió un nuevo testimonio de los policías que participaron en los hechos. Los forenses descartaron la sobredosis y señalaron que uno o varios golpes en la cabeza le ocasionaron una hemorragia mortal en el cerebelo y en el tallo. Pero continúa en la oscuridad quién y cómo le golpeó, así como el origen de una grave lesión en el colon.

El padre de Turra, un prestigioso médico de Padua, decidió incinerar el cadáver, lo que ha cerrado el paso a nuevas investigaciones forenses.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_