El MOMA abre en Sevilla la mayor muestra de arte latinoamericano de la historia
El museo neoyorquino tardó dos décadas en preparar esta monumental exposición
La antigua estación de Plaza de Armas de Sevilla va a albergar, a partir de mañana, 11 de agosto, la mayor exposición de arte latinoamericano de cuantas se han celebrado hasta ahora. Se trata de 400 obras de un centenar de artistas del siglo XX, a través de las que se puede realizar un viaje desde el modernismo al minimal o las instalaciones de los más jóvenes sin abandonar el mismo hangar del que salían los trenes en 1929. Waldo Rasmussen, director del Programa Internacional del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) y comisario de la muestra, ha pasado los últimos 20 años madurando esta idea, que ha podido hacer realidad gracias a la colaboración entre la Comisaría de la Ciudad de Sevilla para 1992 y el MOMA.
El Autorretrato con mono de Frida Kahlo -una pintora mexicana que, con sus célebres imágenes intimistas, ha despertado pasiones en los últimos años entre los amantes de la pintura- ha sido elegido como emblema y símbolo embajador del arte latinoamericano en esta su irrupción en Andalucía.La decisión de que esta obra sea el cartel anunciador de Artistas Latinoamericanos del siglo XX. 1900-1992, responde también a una realidad desconocida para muchos y que Waldo Ras,mussen pretende sacar a la luz: "La importancia de las mujeres en el panorama artístico es mucho mayor en Latinoamérica que en otros continentes, especialmente a partir la década de los años veinte", arguye el organizador de esta exposición.
Clásicos y jóvenes
La muestra, que permancerá en Sevilla hasta el 12 de octubre, se ha montado con planteamientos internacionalistas. "Hemos prescindido de la idea de agrupar a los artistas por países, y las nueve secciones que forman la muestra se dividen de acuerdo con las tendencias artísticas que se han ido sucediendo a lo largo de este siglo en el continente", dice Rasmussen. La Comisaría de Sevilla ha contado con un presupuesto de alrededor de 200 millones de pesetas para la realización de la muestra, y el MOMA ha aportado unos 150 millones.
La macroexposición comienza con una sección dedicada a los primeros arististas del modernismo latinoamericano, en la que se incluye el legado cubista -con obras de la primera etapa de Diego Rivera, Rafael Barradas o Tarsila do Amaral- y la herencia expresionista -Xul Solar y Lasar Segall-. A ésta le siguen una bien nutrida serie de obras enmarcadas en el realismo social, a la que sigue otra dedicada a los grandes muralistas mexicanos -David Alfaro Siqueiros, José Clamente Orozco, Rufino Tamayo, María Izquierdo, Frida Kahlo y algunos trabajos de Diego Rivera posteriores a la revolución mexicana-, que ocupan tres salas de Plaza de Armas.
El surrealismo, con Roberto Matta como abanderado; el constructivismo, que incluye una docena de lienzos de Joaquín Torres-García, y la nueva figuración y el pop-art, representados por Fernando Botero, José Luis Cuevas o Antonio Seguí, nos llevan hasta los artistas contemporáneos.
Las generaciones de artistas más jóvenes acaparan un tercio de las obras que se muestran, e incluyen algunas instalaciones que sus autores realizarán in situ, como es el caso del brasileño Tunga, el chileno Eugenio Dittborn o los cubanos José Bedia y Alfredo Jarr.
Reunir las 400 obras que componen la muestra de alte latinoamericano contemporáneo ha implicado a cerca, de 200 instituciones y personas, entre galerías de arte, coleccionistas públicos y privados y museos, entre ellos el Metropolitan de Nueva York, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) y el museo Stedelijk de Amsterdan.
Babelia
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