La huella de un maestro
Entre las voces que estos días ofrezcan un retrato directo de Emilio García Gómez, la persona, el maestro, no se puede encontrar la mía, puesto que estudié en la Universidad de Madrid durante unos años en los que él estaba físicamente ausente. Sin embargo, dos recuerdos a él referidos pueden dar una idea de cuál ha sido su doble y permanente huella durante todos estos años. Por un lado, el impacto directo, estético, sugerente, emotivo y personalísimo de sus traducciones de la poesía de Al Andalus, que han sembrado sensibilidades literarias mozárabes o mudéjares en nuestro panorama cultural; por otro lado, la inquietud y preocupación intelectuales que su obra suscitó en algún maestro nuestro, y que percibimos con toda su agudeza.La obra de Emilio García Gómez viene a avivar una polémica en torno a algunas cuestiones históricas de fondo: ¿cómo se relacionan las comunidades culturales entre sí? ¿Qué relación tiene la civilización actual con la civilización del pasado? ¿Por qué al clasicismo y a las humanidades les cuesta tanto reconocer el legado árabe vivo?
No hace mucho afirmaba Emilio García Gómez que los estudios árabes, en nuestro país, ya habían dejado de ser Ia cenicienta de las humanidades". Al conocer esa declaración, me alegré de que corroborase así el afianzamiento y amplitud de los estudios árabes en España, que tanto le deben. Y por esa razón celebramos en estos momentos la concesión del premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, que justa y públicamente viene a reconocer su labor.
Niebla
Pero tan acostumbrados como estamos los filólogos y arabistas a leer entre las líneas de la historia, no podemos por menos de sentir una cierta niebla acercarse en este momento claro y brillante. Porque, mientras se reconoce la labor comunicadora y científica del arabismo en la obra y personalidad de García Gómez, mientras el interés por la cultura árabe e islámica de ayer y de hoy gana terreno en los medios de cultura más populares y genuinos, ciertos e indudables decretos tienden a encerrar el arabismo en el arrabal del pasado o en el arrabal de la cooperación técnica. La continuidad entre las culturas, entre el pasado y el presente, existe. Las humanidades van a dar al común mar de la civilización que nos baña, y los estudios árabes han de continuar procurando acercarse y comunicar a los seres humanos.
Al tiempo de la entrega del premio, ¡ojalá suenen Jarchas andalusíes, frases moriscas y poemas árabes actuales por los paisajes asturianos, como albricia de un tiempo futuro, reflexivo y humano!
es profesora titular de Lengua y Literatura Árabes de la Universidad Autónoma de Madrid.
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