Problemas 'domésticos' dificultan la retirada militar soviética de Alemania
Querellas internas entre los oficiales y el abierto descontento de sus esposas ante un futuro incierto amenazan con dificultar y retrasar la retirada de las tropas soviéticas del territorio de la antigua Alemania comunista. Fuentes diplomáticas de Bonn aseguran que el anuncio dado el pasado miércoles por el mando militar soviético en el sentido de que a partir del 1 de julio se paralizaba la retirada hasta que los oficiales dispusieran de alojamiento en la URSS, fue una iniciativa personal de] general Matvei Burlakov, jefe de las tropas del Ejército Rojo en la ex RDA.Los acuerdos entre Bonn y Moscú por los que Alemania recuperó su plena soberanía contemplan el pago de 8.000 millones de marcos (medio billón de pesetas) para la construcción de 36.000 viviendas destinadas a los oficiales soviéticos.
La construcción de las mismas, sin embargo, está siendo retrasada por querellas laterales. El pasado mes de mayo, el Gobierno alemán protestó irritadamente al enterarse de que Moscú había otorgado los contratos a empresas constructoras finlandesas y turcas. Bonn, que paga la factura, confiaba en que compañías de la antigua RDA que luchan por sobrevivir desde la unificación obtendrían algunos contratos. La protesta tuvo efecto y Moscú accedió a que empresas alemanas construyeran el 60% de las primeras viviendas.
Moscú asegura que hasta la fecha ha repatriado a 50.000 soldados y oficiales, la mayoría en barco desde el puerto de Strasslund hasta KIapeida, en la URSS, aunque una parte considerable lo hace cruzando Polonia, pese a que Varsovia ha puesto toda clase de problemas a la operación e insiste en que el Kremlin se lleve antes a los 50.000 efectivos que mantiene en tierra polaca. De ser cierta la afirmación soviética quedarían aún en Alemania 330.000 hombres, además de los familiares de la oficialidad, cuya cifra se desconoce, aunque se calcula en torno a las 120.000 personas.
Son precisamente estos familiares, y en especial las esposas de los mandos y oficiales, los que no quieren abandonar Alemania por un futuro incierto y de penuria, por lo que han empezado a presionar a sus maridos, quienes ya han indicado que no están dispuestos a ser alojados en campamentos provisionales. Por otra parte, el hecho de que -aunque poco- los oficiales soviéticos cobren en marcos alemanes añade un beneficio más a la prolongación de su estancia, dado el valor que estos ahorros adquieren en la URSS.
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