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Entrevista:

"Pinochet se ha ganado mis respetos"

El jefe del Estado chileno, que hoy llega a España, dice que su primer objetivo es la reconciliación nacional

Antonio Caño

ENVIADO ESPECIALHijo de un prestigioso juez, el presidente Patricio Aylwin no quiere venganzas ni odios; quiere solidificar un Estado de derecho para que el futuro de los chilenos no sea una permanente mirada a los dos extremos de su trágico pasado: Salvador Allende y Augusto Pinochet. Aylwin, viejo democristiano, estuvo en la oposición contra ambos.

Pregunta. ¿Se siente usted cómodo después de un año sentado en el mismo sillón que antes ocuparon Allende y Pinochet?

Respuesta. En primer lugar, tengo que decirle que este sillón no lo heredo de nadie. Este sillón lo ocupo por decisión popular, y siento que, en el curso del año que he pasado aquí, la confianza que el país me otorgó al elegirme se ha visto acrecentada por el respaldo general que la política realizada por el Gobierno ha tenido. Yo, en general, me siento contento, no triunfalista, no satisfecho, pero creo que en este país estamos viviendo un régimen democrático, que hay una convivencia fluida y respetuosa entre todos los chilenos, que hay controversias, como en toda sociedad civilizada, que los poderes públicos funcionan correctamente, que hay un gran espíritu de consenso y que vamos avanzando hacia las metas que nos propusimos de tener una sociedad reconciliada, con una democracia sólida y con un progreso económico en condiciones de justicia social.

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P. ¿Está consolidada la democracia en este primer año?

R. Estamos consolidándola, pero no hay ningún motivo para temer que pueda sufrir algún quebranto.

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Relaciones cívico-militares

P. ¿Qué ha sido lo más dificil de su gestión en este periodo.

R. Lo más dificil ha sido, sin duda, todo lo relacionado con el problema de los derechos humanos y su influencia en las relaciones cívico-militares. Es un tema que provoca grandes traumas, que tiene connotaciones que tocan muy hondo las fibras humanas, que revive las pasadas divisiones del país. Creo que en ello hemos avanzado. El informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación (informe Rettig), que ha provocado un gran impacto en toda la nación, constituye un avance sustantivo. Hoy día, en Chile, nadie niega la verdad de lo que ocurrió, nadie se atreve a negarlo. Pueden buscar explicaciones, pueden debatirse los orígenes, pero lo que ocurrió es una cosa, yo diría, aceptada por la conciencia nacional.

P. ¿Qué pensaba usted de Pinochet antes de ser presidente?

R. Yo fui un opositor a la dictadura, pero, al mismo tiempo, fui quien primero sostuvo que no íbamos a salir de la dictadura por la vía del enfrentamiento, sino que teníamos que asumir el riesgo de aceptar sus propias reglas del juego para derrotarla por la vía institucional. Y esa estrategia fue la que, en definitiva, los partidos de la concertación democrática acogieron. Para mí -lo dije mientras fui candidato y se lo dije personalmente en esta misma sala al general Pinochet cuando, ya elegido, siendo él todavía presidente, lo visité-, yo pensaba que él debía dejar la comandancia del Ejército como un servicio a la nación, y que eso sería mejor para la institucionalidad y para el propio Ejército. Pero le dije al mismo tiempo que yo respetaba las reglas de la Constitución vigente, que establece una inamovilidad del comandante en jefe por un periodo de ocho años. Yo le dije que, discrepando con esa norma, yo la respetaba, y que era él quien debía elegir el momento de irse, pero que mi opinión era que se fuese pronto. El ha optado por el otro camino y se ha dado una situación que no tiene precedentes en la historia, porque no se ha dado otro caso en el que el ex dictador siga como comandante en jefe, pero nada más que como comandante en jefe, y no tiene otra participación en el Gobierno más que la propia de cualquier comandante en jefe en cualquier ejército de país democrático, sujeto al poder civil.

P. ¿Su opinión de él ha variado después de este año de forzosa colaboración.

R. Indudablemente se ha producido una relación humana. Yo tengo que verme con él y él tiene que verse conmigo. Y esa relación humana ha sido civilizada, respetuosa. No le puedo ocultar que he conocido rasgos de su personalidad que me cambian la imagen del dictador, del hombre duro, gritón, mandón, que lo caracterizaba. He visto otras facetas: cierto sentido del humor, cierta chispa criolla, eso que nosotros llamamos astucia campesina, y no le puedo ocultar también que reconozco que en su conducta hay una entereza muy digna de respetarse, porque debe costarle mucho a un hombre, después de haber tenido el poder total durante 16 años, aceptar someterse a la disciplina de un comandante subordinado al presidente y a otras autoridades, y lo ha hecho. En eso se ha ganado mis respetos.

P. ¿Pero sigue usted creyendo que debe retirarse?

R. Sigo diciendo que ésa es una decisión que debe tomar él.

P. ¿Cuándo la va a tomar?

R. Eso pregúnteselo a él.

Derechos humanos

P. ¿Pero se puede llegar a la situación en la que usted tome la decisión de pasarlo a retiro en contra de la voluntad del propio Pinochet.

R. Desde luego, constitucionalmente, no puedo hacerlo. En segundo lugar, no creo que se llegue a esa circunstancia, porque yo lo veo a él tratando de colaborar en una actitud respetuosa del sistema constitucional. Él tiene, naturalmente, preocupación por la defensa de su Gobierno, de la imagen de su Gobierno y de su institución. A veces él confunde las críticas a su Gobierno con críticas a su institución y reacciona con cierta molestia, pero cada vez esta situación yo la veo más como una cosa del pasado.

P. ¿Usted aprecia la misma actitud de colaboración por su parte en el tema de los derechos humanos.

R. Ése es un tema que para los militares en general es muy sensible. Ellos procuran justificar lo que ocurrió e invocan la ley de amnistía dictada por el Gobierno anterior para evitar que puedan ser arrastrados a los tribunales de justicia. Ésa es una decisión que tiene que adoptar el poder judicial. La ley de amnistía está vigente, y no está en el ánimo de mi Gobierno suprimirla, pero yo sostengo que esa. ley no impide investigar.

P. El general Pinochet ha tenido una virulenta reacción contra el informe Rettig. ¿Cree que eso puede influir en su política sobre derechos humanos,

R. Yo creo que las cosas han ocurrido mejor de lo que podrían ocurrir. Dos de las instituciones armadas, la Fuerza Aérea y los Carabineros, reaccionaron de forma favorable a mi llamado. El Ejército y la Marina, no. Yo creo que esto es una reacción instintiva de autodefensa, pero no creo que nada haga pensar que, más allá de las bravatas, esté en peligro el normal desarrollo constitucional.

P. El general Pinochet dijo que no van a tolerar que el Ejército chileno sea sentado en el banquillo.

R. ¿Qué es eso de que no van a aceptar? Si los tribunales de justicia, mañana, estiman nece

Pinochet se ha ganado mis respetos

sario procesar a un militar, no creo que puedan negarse a aceptar.P. ¿No le importa que Pinochet se niegue a pedir perdón?

R. Me habría gustado que lo hiciera.. Lo llamé a hacerlo. No han tenido la generosidad de hacerlo. Creo que eso la opinión pública no lo mira bien.

P. ¿Cree usted que se puede dar la reconciliación entre los chilenos mientras no se entreguen los cuerpos de los desaparecidos?

R. Yo creo que ése es un obstáculo bastante grande en la reconciliación. Yo creo que la conciliación es un proceso, y, mientras cosas como esas no se aclaren, la reconciliación no será total. Pero también pienso que, como demuestra la experiencia de otros países después de Gobiernos dictatoriales, entre ellos España, a la postre la sociedad se reconcilia sobre la base de que se incorpora una nueva forma de ,vida que rechaza toda violación de derechos humanos.

Horrores de la dictadura

P. ¿Van a quedar impunes los casos denunciados por la comisión Retting?

R. Los casos posteriores a 1978 están sujetos a los tribunales de justicia, y yo espero que se esclarezcan y se sancionen. Respecto a los casos anteriores, la sanción penal estaría extinguida por la ley de amnistía, lo que no significa que no deban ser investigados.

P. Personalmente, ¿qué siente usted cuando va conociendo detalles sobre los horrores ocurridos en este país durante el régimen militar?

R. Para mí no es una sorpresa. lo que se ha descubierto, pero la lectura del informe Rettig, me impactó en un triple aspecto, Primero, por la magnitud del asunto, Yo creía, realmente, que los casos eran menos. Segundo, por lo sistemático de los procedimientos. Y, tercero, me ha impactado el grado de crueldad que se demostró en estos hechos.

P. ¿Cree usted que, pese a todo esto el régimen militar fue necesario?

R. Cómo decírselo. Creo que la sociedad chilena, y sobre todo la clase política chilena, no asumió la conciencia de los riesgos que entrañaba el grado de polarización a que se llegó durante el Gobierno del presidente Allende. Yo no niego la responsabilidad que mí partido y yo mismo hayamos tenido en todo ese proceso, pero tengo la conciencia de que hice lo posible personalmente en Mis conversaciones con el presidente Allende para encontrar una salida. Temo que fue demasiado tarde. Fue como una tragedia griega. La historia explicará quiénes tuvieron más culpa y quiénes tuvieron menos. Producido el 11 de septiembre, quebrado el orden constitucional, a mi juicio, nada justifica el grado de violaciones a que se llegó, y tampoco Justifica la prolongación del régimen autoritario durante tanto tiempo.

Más información en la página 15

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