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PREMIO PARA UN NARRADOR DE LO FANTÁSTICO

Bioy Casares, premio Cervantes 1990

Fueron necesarias seis votaciones del jurado para elegir el ganador

Al cabo de seis votaciones el argentino Adolfo Bioy Casares, de 76 años, autor de una obra en la que prima el misterio y el amor, fue elegido ayer premio Cervantes de Literatura de 1990. La votación fue muy reñida y aunque los miembros del jurado decidieron no hacer públicos los nombres de los finalistas, por no presentarse éstos por su voluntad sino ser elegidos por diferentes instituciones, trascendió que llegaron a finalistas Miguel Delibes, Juan Benet, Camilo José Cela y Juan Goytisolo."Decidir un premio es siempre dificil, pero en Latinoamérica lo es particularmente", dijo el escritor argentino Abel Posse, uno de los miembros del jurado, "pues convergen escritores de muchísima calidad". Señaló que este año había sido particularmente dificil al concurrir el "gigante Cela" o Arreola, o escritores de la "intensidad" de Miguel Delibes o Ana María Matute. Según dijo, el triunfo de Bioy supone el de la fantasía, al haber sido un escritor que ha logrado la creación de un mundo propio.

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Elección ardua

El paraguayo Augusto Roa Bastos, ganador de la edición del año pasado, señaló que en todo premio literario hay una selección previa y se negó a hablar de finalistas entre "autores que son pares entre ellos he hizo hincapié en que la selección había sido muy ardua. Explicó que el Premio Cervantes tiene una especial resonancia en América Latina en momentos en que una alianza cultural se está confirmando entre España y aquel continente. Bioy Casares constituye, dijo, "la fantasía pura que faltaba en nuestra literatura como elemento de narración". La invención de Morel, según Roa, "marcaba un hito en la historia latinoamericana y convirtió a Bioy en una de las figuiras más significativas de nuestra lengua". Para Roa, este premio supone "la continuidad del Cervantes en el sentido estricto de la justicia con la que siempre ha actuado el jurado: ha habido deliberaciones y todas ellas han sido leales, francas y equitativas con respecto a los candidatos en pugna, que fueron varios: era muy seria la responsabilidad de elegir entre méritos iguales".

Jorge Semprún, ministro de Cultura, que por decisión propia no participa en las votaciones del jurado y que se enteró del resultado con los periodistas, señaló que como escritor ya había participado en el jurado que eligió a Carlos Fuentes hace dos años. Se mostró "satisfecho" con el premio a Bioy Casares toda vez que La invención de Morel es uno de los libros clave del siglo, donde se conjugan algunos de los mitos de nuestro tiempo.

Humor negro

Ernesto Sábato manifestó en Buenos Aires que siente una profunda alegría por la concesión del Cervantes a Bioy Casares, en cuya casa cuando éramos jóvenes nos reuníamos para discutir de literatura, profundizando o haciendo bromas, a veces de humor negro, sobre libros y escritores. Era por el año 1940, hace medio siglo. Es uno de nuestros escritores más originales, con una prensa impecable, con ironia y gracia, y poesía. Ha sido un largamente merecido premio".

El autor de La invención de Morel sabía que era candidato, según contó ayer en una concurrida conferencia de prensa tras saberse ganador del Cervantes, pero no quería pensar en ello, en una suerte de conjuro para no atraer la mala suerte. Se negó a revelar a qué escritor votará el año que viene, cuando sea jurado "no me amargue el premio", pidió, "he sido muchas veces jurado y nunca me ha gustado elegir y se mostró contento por tener que volver a España, tanto a recibir el premio, en abril, como para la convocatoria del año que viene. El Cervantes le "complicará la vida", reconoció Bioy Casares ayer en Madrid, al obligarle por ejemplo a pronunciar un discurso, algo muy ajeno a su personalidad tímida, según, dijo. Pero lo decía feliz.

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