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EL CONFLICTO DE ORIENTE PRÓXIMO

Bush asegura al Congreso que el envío de refuerzos al Golfo no supone una guerra inminente

CARLOS MENDO La decisión tomada la pasada semana por el presidente George Bush la pasada semana de reforzar el despliegue militar norteamericano en la zona del Golfo con más de 150.000 soldados adicionales no supone que la guerra con Irak sea inminente, sino simplemente que tal medida permitiría a Estados Unidos iniciar las hostilidades en el caso de que fracasaran todas las medidas de presión actualmente en vigor para conseguir una retirada iraquí de Kuwait, según manifestaron ayer los líderes parlamentarios norteamericanos después de una reunión de cerca de dos horas en la Casa Blanca.

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El speaker (presidente) de la Cámara de Representantes, Thomas Foley, manifestó a los periodistas después de una reunión de la cúpula parlamentaria de los dos partidos con Bush que "el presidente nos ha asegurado que el refuerzo de tropas adicionales no refleja que se haya tomado una decisión para iniciar una acción ofensiva, sino, simplemente, que ahora se tiene la capacidad de tomar esa decisión".Bush decidió convocar una reunión con los líderes parlamentarios de los dos partidos para explicar su política en el Golfo después de ser acusado por influyentes portavoces demócratas de haberse apresurado en su decisión de prácticamente doblar los efectivos militares norteamericanos en la zona, que actualmente totalizan 230.000 hombres.

En la reunión de la Casa Blanca, que se prolongó durante más de hora y media, los congresistas pidieron a Bush la convocatoria de una sesión extraordinaria de las dos Cámaras del Congreso para discutir la política norteamericana en el Golfo. Pero la Casa Blanca no quiso comprometerse a esa convocatoria ante el temor de que el debate pudiera derivar en una crítica de las últimas decisiones tomadas por la actual Administración.

Tanto Foley como el líder demócrata del Senado, George Mitchell, pidieron a Bush que no tomara decisiones apresuradas y que diera más tiempo a las sanciones económicas impuestas por las Naciones Unidas contra Irak. Igualmente, los parlamentarios solicitaron del presidente que no iniciase el uso de la fuerza sin contar con la aprobación previa del Congreso, una promesa que no consiguieron arrancar del jefe del Ejecutivo.

A pesar de que la Constitución norteamericana confiere exclusivamente al Congreso la facultad de declarar la guerra facultad reiterada en la Ley de Poderes de Guerra, aprobada por las Cámaras en 1976 para evitar un nuevo Vietnam-, los jefes del Ejecutivo han hecho caso omiso en el pasado de esa ley, amparándose en el hecho de que la Carta Magna designa al presidente comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y que, como tal, puede decidir el inicio de las hostilidades.

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[El secretario de Estado, James Baker, anunció anoche que proseguirá el próximo fin de semana en Ginebra y en París sus consultas con los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, especialmente los africanos, sobre una eventual autorización de recurrir al uso de la fuerza contra Irak, informa France Presse].

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