Las relaciones entre Washington y Tel Aviv, bajo mínimos
Shamir rechaza el llamamiento de EE UU para cooperar con una misión de la ONU
Jerusalén rechazó ayer la solicitud del presidente estadounidense, George Bush, contenida en una carta personal, para que Israel coopere con una misión investigadora de las Naciones Unidas sobre la matanza de palestinos en Jerusalén este. En reacción al rechazo israelí, el Consejo de Seguridad de la ONU decidió por unanimidad, con el apoyo de EE UU, "insistir" en que Israel retire su negativa a cooperan.
La crisis del Golfo y la matanza de palestinos en Jerusalén el 8 de octubre por las fuerzas de seguridad israelíes no ha hecho sino acentuar la frialdad de unas relaciones que han ido empeorando desde que Bush llegó a la Casa Blanca el 20 de enero de 1989.Las causas son varias. En primer lugar, la desaparición del clima de enfrentamiento entre las superpotencias como Consecuencia de la guerra fría ha restado validez al papel asignado por anteriores Administraciones norte americanas a Israel como bastión de los intereses occidentales en la región.
En segundo lugar, la invasión iraquí de Kuwait el 2 de agosto ha replanteado totalmente la estrategia de las alianzas de Estados Unidos en Oriente Próximo. Washington se encuentra ahora desempeñando el papel de aliado principal de un conglomerado de países árabes, encabezado por Arabia Saudí y Egipto y en el que participan desde los regímenes feudales del Golfo hasta la Siria socialista de Hafed el Asad, pasando por la monarquía alauí de Marruecos.
Tercero, tanto Bush como su secretario de Estado, James Baker, han perdido la paciencia ante las continuas dilaciones del primer ministro israelí, Isaac Shamir, a aceptar una negociación directa con los palestinos, aunque éstos no representen directamente a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y sus emisarios formen parte de la delegación egipcia. Durante un año, Shamir mantuvo en jaque a Bush con sus pretensiones hasta que prefirió afrontar una crisis de Gobierno y unas nuevas elecciones generales antes que acceder a dialogar con -los palestinos.
Hay un cuarto punto: la antipatía personal de Bush hacia Shamir, nunca ocultada, producto de la intransigencia del primer ministro israelí y que choca frontalmente con la política de diálogo y compromiso aplicada por él.
Para complicar aún más las cosas, Baker tampoco se entiende con el ministro de Asuntos Exteriores de Israel, David Levy, a quien recientemente colocó en una difícil situación al filtrar el contenido de una carta, en la que Israel se comprometía a no utilizar fondos norteamericanos en el asentamiento de judíos soviéticos en los territorios ocupados. Baker no ha visitado Israel desde su nombramiento como jefe de la diplomacia norteamericana.
Reacción airada
La airada reacción de Washington ante la actuación de las fuerzas de seguridad israelíes en Jerusalén, -que pudo poner en peligro la frágil alianza de Estados Unidos con los países árabes que participan en el despliegue militar contra Irak-, hizo aflorar de golpe las desavenencias entre los dos Gobiernos.
Por primera vez en la historia, de las relaciones entre los dos países, Washington no sólo apoyó sino que patrocinó una resolución de condena a Israel en el Consejo de Seguridad de la ONU, en contra de la práctica pasada de vetar casi todos los intentos en ese sentido.
El Gobierno israelí no podía dar crédito a las noticias procedentes de la ONU. Washington no sólo había pátrocinado una resolución de condena sino que no se oponía a que una comisión del secretario general, Javier Pérez de Cuéllar, investigara los hechos ocurridos en Jerusalén poniendo en tela de juicio la soberanía israelí sobre sobre la totalidad de la ciudad santa.
La reacciónde Shamir fue de una violencia antinorteamericana inusitada. "Estados Unidos ha sucumbido a los cantos de sirena de Sadam Husein y trata de doblegarnos y de humillarnos", declaró el primer ministro, en una alusión a las pretensiones del presidente iraquí de ligar una posible salida,de Irak de Kuwait a una retirada israelí de los territorios ocupados. Y completó su beligerante declaración con el anuncio de que Israel no cólaboraría con la misión investigadora.
La actitud de Washington provocó una ola de críticas a la Casa Blanca por parte de todas las organizaciones sionistas en EE UU, que acusaron a Bush de abandonar a su suerte a su más fiel aliado en Oriente Próximo.
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