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¡El destierro de la literatura española?

El articulista da la voz de alarma sobre la reunión de hoy en Zaragoza en la que representantes de los departamentos de Filología Hispánica discutirán la propuesta del Consejo de Universidades de prescindir de la literatura española.

Los desterrados pueden llamarse, por ejemplo, Jorge Manrique, Garcilaso, Cervantes, Clarín, Rubén Darío, Pío Baroja, Antonio Machado, Jorge Luis Borges, Camilo José Cela, Juan Benet... Son sólo algunos de los nombres que el Consejo de Universidades (CU) propone o permite excluir del núcleo fundamental en los estudios de los futuros licenciados en Filología Hispánica (FH), vale decir, de aquéllos en quienes profesionalmente recaen la competencia y la responsabilidad de conservar, poner en claro y difundir el patrimonio lingüístico y literario de España e Hispanoamérica. En nombre de la filosofía, Platón expulsó a los poetas de la república. No es fácil adivinar a qué altas doctrinas quiere servir el CU cuando extirpa la literatura de las raíces mismas de la única enseñanza universitaria que es la propia.Un par de años atrás, el CU dio a conocer y, con ejemplar talante, sometió a información y debatepúblicos el proyecto del plan de estudios mínimos que las universidades debían compartir para otorgar títulos de licenciado en FH con validez en toda la nación. Las directrices dadas entonces distaban de ser un modelo. Sin ir más lejos, la brumosa aparición de unas materias mencionadas como Textos medievale3 españoles, Textos españoles del Siglo de Oro, etcétera, etcétera, mostraba ya una llamativa repugnancia por los términos literatura y literario, y daba pie a que el Lazarillo fuera desplazado en clase por un bando del Ayuntamiento de Toledo o Tiempo de silencio por un atestado policial.

Con todo, aunque fuera bajo etiqueta tan precaria, tan peligrosa, el proyecto de marras reservaba a la literatura una proporción discutible pero al cabe aceptable de la 'carga académica'; en el primer ciclo, concreta. mente, no menos de una cuarta parte del total de las asignatura, obligatorias. Así, pues, las numerosas consideraciones y sugerencias que universidades y universitarios hicieron llegar al Consejo, y el Consejo publicó en un libro verde, no tuvieron que mal gastar demasiado esfuerzo en objeciones de principio y pudie ron concentrarse en recomendar mejoras de detalle.

Dos años después, al proyecto y a las observaciones al proyecto se los ha tragado el olvido y el CU se descuelga con una novísima "Propuesta de directriz" de acuerdo con la cual los alumnos no tendrán obligación de dedicar ni un solo minuto al conocimiento de la literatura española e hispanoamericana en todos lo: tres cursos del primer ciclo.

La "Propuesta", cierto, no prohibe taxativamente las enseñanzas en cuestión, pero al dejarlas al arbitrio de cada universidad da apoyo implícito a quienes, según le ocurre al propio CU, son capaces de concebir 1a filología como un amasijo de "bases teóricas", "conceptos básicos", "corrientes y métodos" de lingüísticas abstractas y otros sueños de la razón, sin la carnadura de los grandes textos, sin el nervio de la literatura (Cierto también que la "Propuesta" hace una solitaria concesión a las letras al prescribir la existencia de una Literatura románica medieval. No habría mayor inconveniente en mantener tal obligatoriedad, ni aun en permitir que esa asignatura estuviera en concurrencia con otra titulada Literatura española medieval, de modo que hubiera la posibilidad de optar necesariamente por una de las dos. Pero ni siquiera esa opción tendría sentido alguno si no en el marco de una consideración de la literatura española de las épocas posteriores). Pero ¿qué disparatada noción es ésa y, sea cual fuere, por qué se aplica única y exclusivamente a la filología hispánica, en tanto a la inglesa o la alemana se le tolera una adecuada atención a la correspondiente literatura? Lo presintió Petrarca: "¡Pobre y desnuda vas, filología!"

Quiero creer que se trata de un simple descuido y que cabría remediarlo de oficio, aun si no llegara a advertirlo el pleno del Consejo. Urge, como sea, que los rectores que lo forman abran bien el ojo. Si se ha producido tal desliz ¿quién puede estar seguro de que se le dará remedio y la literatura española recuperará el lugar que inevitablemente es suyo en una licenciatura de FH y, por ahí, en todos los niveles de la enseñanza?

En vano la literatura española, de ayer como de hoy, más allá y más acá de nuestras fronteras, se ,nos ofrece más viva y apetecible que nunca; en vano el Ministerio de Cultura premia a los escritores que la nutren; en vano el Gobierno crea el Instituto Cervantes para difundir la lengua y la cultura de la comunidad hispanohablante, si de un plumazo el CU decreta, de donde más necesaria es, el destierro de la literatura española.

Francisco Rico es catedrático de Literaturas hispánicas, medievales y miembro de la Real Academia Española.

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