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HACIA UNA NUEVA EUROPA

Bonn prepara el terreno para la reunificación

"No necesitamos permiso de fuera para avanzar hacia una confederación", dijo ayer Volker Ruhe, secretario general de la Unión Cristiana Democrática (CDU), al tiempo que afirmaba que el futuro de Alemania era una cuestión de los dos Estados alemanes, aunque matizó que no había razón para temer que los aspectos internacionales fueran a ser olvidados. En Bonn se tiene la impresión de que, cuando desde el Gobierno se lanzan inflamadas proclamas de europeísmo, en realidad no es más que el contestador automático. El dueño de la casa ha salido para arreglar asuntos domésticos más urgentes.

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"EE UU nos comprende", piensa la mayoría de la clase política. "Francia y el Reino Unido no, y la URSS empieza a entender lo que está pasando, aunque piensa que todo está sucediendo con demasiada velocidad, algo que, por otra parte, también nos asusta". Los alemanes vuelven a sentirse incomprendidos. Europa occidental quiere atar bien fuerte al nuevo Gulliver antes de que se despierte, pero éste tiene prisa por arreglar la casa.La personalidad del canciller Helmut Kohl, un astuto político con la piel más dura que la de un rinoceronte, habilidoso para maniobrar en las trifulcas internas del partido, tiene el defecto de su falta de delicadeza al lidiar con los asuntos internacionales, sólo compensada por la labor de apagafuegos de su ministro de Asuntos Exteriores, el liberal Hans-Dietrich Gensher. Por ejemplo, la durísima reacción francesa a su plan para la reunificación alemana no es sólo el resultado de la aversión tradicional de París a cualquier proyecto de una Alemania unida, sino también de la falta de delicadeza diplomática del canciller.

Bonn -se sabe ya con certeza- no informó previamente a París del contenido ni de la ocasión del plan de Kohl. En la cancillería estaban molestos porque el presidente francés, François Mitterrand, había indicado que mantenía su previsto viaje a Berlín Oriental para el 20 y 21 de noviembre, un viaje oficial que había sido concertado cuando Erich Honecker estaba aún en el poder. Esto obligaba a Kohl a hacer auténticos malabarismos para llegar a la RDA antes que el presidente francés, acortando su viaje a Hungría, acelerando todo el proceso de negociación con los dirigentes de la RDA y compitiendo con el congreso de los socialdemócratas (SPD) en Berlín Occidental que tendrá lugar del 18 al 20 de este mes.

Pequeña venganza

Su pequeña venganza no era lo más apropiado. Su visión del problema interalemán y su convencimiento de que al otro lado del Rin no entendían la fuerza que estaba cobrando el proceso le empujaban también a tener que establecer una declaración programática antes de la cumbre de Malta para que el tema fuera entrando en la agenda de los grandes. Os aviso de lo que está pasando, les decía Kohl con su plan de 10 puntos a Bush y Gorbachov para que meditaran en aguas del Mediterráneo.

Una mezcla de sensaciones y realidades amenaza con enviar de golpe a la RFA al sillón del psicoanalista. En el Este la velocidad de los acontecimientos, la convicción de que el poder está en las manos de¡ pueblo y la ilusión de un futuro impiden, por ahora, una mirada más compleja sobre el momento histórico. En el Oeste, sin embargo, desde que el régimen de la RDA -y de esto hace ya un tiempo- decidió apostar por la offenheit (la apertura informativa) y que, de facto, desaparecieron todos los obstáculos para los periodistas extranjeros -y, especialmente, los de la RFA- para trabajar en el país, el debate sobre la cuestión alemana ocupa obsesivamente las conversaciones, los medios de comunicación y el pensamiento diario de los ciudadanos.

Todo esto se traduce en la política de cada día. Lufthansa e Interflug -las compañías aéreas de las dos Alemanías- han decidido aumentar su número de vuelos entre los dos países. La primera sigue sin poder volar a Berlín, un privilegio que sigue perteneciendo a las compañías aéreas de las cuatro potencias vencedoras, pero a cambio han decidido intensificar los vuelos regionales. Hasta hace muy poco, y dadas las pequeñas distancias, este negocio no parecía interesar a nadie.

El jueves, el ministro de Defensa de la RFA, Gerhard Stoltemberg, tras anunciar la reducción del Ejército en 90.000 hombres, una quinta parte de las fuerzas armadas, para la próxima década, explicó que estaba dispuesto a hablar con su colega de la RDA sobre defensa. "Si después de unas elecciones libres, un Gobierno democrático y legítimo se forma en la RDA, el diálogo de defensa no pude ser dejado aparte del diálogo entre los dos Estados".

Los socialdemócratas acaban de poner ya el dedo en una de las llagas más sangrantes: el Cocom, la lista de productos de alta tecnología que los países occidentales no pueden exportar al Este. El SPD quiere que estas restricciones se anulen para el caso de la RDA. Hay quien dice que no es mas que un reflejo comercial ante un posible cliente. Pero otros van más lejos.

Cada día perdido es un día de menos. El desfase tecnológico no puede acentuarse, hay que ir ganando tiempo, para que cuando se produzca la reunificación el nivel de las aguas sea parecido. En cualquier caso, eso mismo piensan en Berlín Oriental. Guenter Guillaume, el famoso espía que llegó a ser secretario personal del canciller Willy Brandt y que, tras ser descubierto, pasó siete años en la cárcel, lo decía claramente hace poco. "Claro que seguiremos espiando, especialmente mientras Occidente nos niegue el acceso a la tecnología de punta y nos obligue a conseguirla de esta manera".

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